viernes, 23 de abril de 2010

A escasos metros

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Esta semana nos acercamos en dos ocasiones hasta un embalse, para intentar sacar algún bass.Diego había sacado alguno bueno días antes por eso no dudamos en acercarnos con él.
En esta época algunos ya están con sus nidos hechos, por lo que se pueden localizar fácilmente.Luis y yo seguimos los consejos que a Diego le habían dado tan buen resultado días antes.
Divisamos a bastantes pescadores en los alrededores, por lo que las zonas en las que poder pescar, disminuían irremediablemente.
A poca distancia de la orilla saqué el primero de la jornada. Por desgracia hacía tragado el vinilo con el anzuelo. La operación de suelta se hizo muy aparatosa y finalmente el bass se me escapó de las manos con el anzuelo en la boca.En una récula, unos chavales probaban suerte con las spinnerbaits y uno de ellos clavó un buen ejemplar que tras un salto formidable, logró la libertad.
Seguía dolido por la mala suerte que tuve con el bass anterior y entonces Diego divisó a un bass que portaba un pez artificial articulado en su boca.
El pez mostraba signos de estar agonizando y por eso intentamos capturalo, pero nuestros intentos fueron en vano.Después de perder un buen bass por culpa de una zona comprometida, Luis logró clavar otro buen ejemplar a escasos metros de la orilla.Este posó para la foto y fue de vuelta al agua.
Ahora quedaba afrontar la recta final de la orilla en la que nos encontrábamos.
Después de que Diego sacara otro bass, divisé un pez artificial en una rama y poco después Luis lo recuperó.En una zona con vegetación, clavé un buen ejemplar que se soltó en la lucha y poco después, desde el mismo sitio, saqué este.
Cuando alcancé a Diego, este intentaba sacar a otro que había visto.
Luis en la orilla opuesta clavó otro pero al prolongar mucho la lucha se le soltó.
Poco después perdía yo otro bass y ponía el grito en el cielo, ya que se trataba de un buen ejemplar.El sabor agridulce de la jornada anterior, hizo que Luis y yo repitiésemos escenario de pesca. Esta vez acompañados de Paz, la novia de Luis.
Habíamos llegado un poco tarde, por lo que muchos lugares ya estaban ocupados por otros pescadores.
Tras una picada fallida, clavé el primer ejemplar de la tarde.Y poco después Luis hacía lo mismo.
Otra picada fallida y proseguimos por la orilla.
Pude advertir de que muchos pescadores tenían basses en sus cestas. No sé porqué razón, pero parece que la falta de truchas está haciendo que muchos pescadores cambien sus hábitos, ya que un pez odiado se convierte ahora en un pez codiciado.Tras pasar un entrante en el que la superficie del agua estaba repleta de flores de sauce, me encontré con Juan.
Ambos asistimos a la captura de un bass, que posiblemente pudiera ser el que Luis había liberado el día anterior. Pero esta vez no tuvo tanta suerte, ya que el pescador lo introdujo en su cesta.
Personalmente, creo que le están haciendo un flaco favor al futuro de la pesca del bass en este lugar, ya que al despojar a los nidos de sus guardianes, estos quedan a merced de otros seres que darán buena cuenta de huevos o alevines.A medida que nos íbamos acercando a los coches fui probando otros señuelos, pero sin mucho interés, ya que la muerte agónica y lenta de aquel pez, mermó mucho mis ánimos.
En una ocasión leí en algún lugar algo así como que "la muerte de un pez no se siente tanto porque muere en silencio".
Pues lo cierto, es que basta pensar en que un pez acabe en el cubo de la basura o permanezca en el olvido en el fondo del congelador, para que a un servidor se le remuevan las entrañas.Con el sol a punto de desaparecer tras los árboles, quise deleitarme con la quietud de las aguas, sólo perturbada por momentos por una leve brisa, que no se llevaba el pensamiento de los peces agonizando en las cestas.
Por alguna extraña razón, hay veces en las que uno se sensibiliza más con estos temas.Por último comentaré que es increíble la cantidad de polen que había depositado en algunas orillas.
Cuerpos de una micras que son arrastrados por el aire y el agua, para terminar aglutinándose en una masa de aspecto sulfuroso y que incomoda al pescador cuando se pega a la línea y a la indumentaria.

domingo, 18 de abril de 2010

Carpas en el Miño

"Os comunico que he puesto un gadget sobre los seguidores, arriba a la derecha, para los que sois asiduos de este blog"Madrugón para preparar las cosas y salir en dirección al río Miño. Poco más de una hora de camino y al llegar ya veo a Aitor con la caña montada a la espera de la primera picada.
Vamos comentando la estrategia a seguir y al poco tiempo el cascabel indica que un buen pez ha picado en su caña de carpfishing.
Me dice que yo tome la caña y trate de sacarla.
¡¡ Cómo tira la condenada !! ¡¡ Es una locomotora !!Durante el tira y afloja, me venía a la cabeza el amigo Luis doblegando las carpas a mosca.
Varios minutos de lucha para sacar este bonito ejemplar. Tenía el brazo derecho dolorido de hacer tanta fuerza, pero la alegría de haber logrado sacar la carpa aliviaba el padecimiento.
Fotos y al agua.
Proseguimos hablando de la pesca de la carpa cuando en una décima de segundo, el cascabel suena, el soporte se desmonta y mi caña está a punto de salir volando.
La sujeto firmemente y comienza la lucha. Ajustando el freno consigo acercarla, pero al ver la sacadera arranca a toda velocidad hacia aguas más profundas.
¡¡ Qué barbaridad !! ¡¡ Llevo varios minutos con el pez !!
Y tras unos minutos más logro sacarla.
Con la emoción, no pesamos la anterior, pero esta sí iba a pasar por la báscula.
5,200 Kg de bonita carpa, que volvió al agua inmediatamente.Hacia el mediodía comenzó a hacer más calor y parece que la actividad cesó. Otros pescadores iban llegando y montaban sus aparejos para buscar bogas o tencas.
Cada cierto tiempo Aitor iba cebando la zona de pesca.Al rato aparecieron una pareja de patos mudos. Mientras le comentaba a Aitor las particularidades de esta especie, la hembra se dedicó a comer algunos granos de maíz que había desperdigados por el suelo. Sin embargo el macho se mantenía a una distancia prudencial.Una viento fuerte comenzó a soplar y el tiempo refrescó por un momento.
De vez en cuando miramos actividad en superficie. Unas veces se trataba de bogas y otras de carpas.
En una zona muy somera saqué un pez que a priori no conocía. Aitor me comentó que habían soltado gobios en la zona, por lo que deduje que se trataba de esta especie, al haber descartado a cualquier otro similar.
Poco después Aitor perdió una carpa por un nudo defectuoso. Una pena.
A media tarde recibimos la visita del abuelo de Aitor. En plena charla de pesca, otra de mis cañas daba señales de que algo había al otro lado.
Otra vez a sufrir, pero poco a poco la logré acercar a la orilla.
Estaba eufórico y con la suerte de cara.Esta foto va dedicada a los amigos de pescamoscasevilla, ya que son los que han provocado en mí la fiebre de los ciprínidos.
Además contaba con la camiseta oficial del grupo, con el logotipo en el que yo había participado y la gorra que el amigo Alberto me había mandado desde EEUU.
Con estos amuletos no podía fallar.Con la caída de la tarde me picó otra carpa más. Esta última dejé que fuera Aitor el que la soltase ya que el me había dejado cobrar la primera.
No le podía pedir más a la jornada, porque había sido espectacular.Fue una pena que no apareciera alguno de los enormes carpones que habitan en estas aguas.
Este es el nuevo récord de Aitor y que salió hace unos días.
15,500Kg de carpa, que le obligaron a tirarse al agua para sacarla.Y a veces hasta hace dobletes, teniendo que apurar a la primera de las carpas.
Agradecer a Aitor su paciencia y el gesto que tuvo con la primera captura del día.

El regreso:
Me despedí de Aitor poco después de las ocho de la tarde. Iba muy bien de tiempo, y al pasar por un viaducto sobre el río Miño observé un coche accidentado en el carril contrario y el coche de la guardia civil de tráfico estacionado detrás. Al comenzar la subida, justo después del viaducto, comenzó a diluviar de una manera que no había presenciado en mi vida. Durante varios kilómetros tanto yo como otros conductores nos encontrábamos bajo una tormenta que iluminaba los alrededores y nos cegaba con tal cantidad de agua que ni el limpiaparabrisas a máxima velocidad lograba evacuar.
Iba asustado ante la posibilidad de sufrir un accidente de tráfico. Cuando un coche me rebasó, pude observar la enorme cantidad de agua que bajaba por la carretera.
Pasaron unos agónicos minutos hasta que entré en el túnel de A Cañiza-Batalláns y me tranquilicé, pues durante algo más de dos kilómetros me encontraría bajo la protección de la montaña.
Al salir de este la lluvia era mucho menor. Quizás debido a que la borrasca descargó el grueso de la lluvia hasta encontrarse con el extremo sur de la sierra de O Suído.
El caso es que pasé un mal momento, pero por suerte todo pasó sin incidentes.

Este es el vídeo de la jornada:


viernes, 16 de abril de 2010

Truchas por la montaña

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Ya hacía mucho tiempo que Luis y yo no íbamos en busca de nuestras amigas las pintonas. Quizás por eso aprovechamos una mañana para acercarnos hasta el río Oitavén en su parte alta.Este río, como muchos otros gallegos, tienen una belleza sin parangón, con unas aguas cristalinas y unas truchas autóctonas muy desconfiadas ...... pero también cuenta con algunas minicentrales, que afectan de manera notable al ecositema circundante. La cantidad de agua que "roban" al río durante un buen tramo, es vital para el buen funcionamiento de la biodiversidad que puebla sus aguas y sus alrededores.
Una lacra que espero algún día deje de crecer por nuestra tierra y más allá.El río presentaba un buen nivel para la pesca a spinning, por lo que comenzamos a peinar las orillas en busca de las truchas.Nos encontramos a un hombre que nos dijo que el río estaba soportando a un gran número de pescadores, por lo que pensé que la jornada se nos haría cuesta arriba.
No es común que la gente de los alrededores practique una pesca responsable, pero mientras la ley lo permita hay que respetarlos.Después de una picada fallida, por fin salió la primera truchita de la jornada. La reina indiscutible de estas aguas es una trucha fácilmente asustadiza y peleona, por lo que será correcto devolverla a su medio.Pescando largo y fino, llegamos a una cascada donde tuve una picada fallida. Intenté provocar el ataque nuevamente, pero tanto Luis como yo no obtuvimos más respuesta.El viento comenzó a soplar con fuerza, y los árboles se mecían al compás de este. Nos aventuramos por la orilla hasta llegar a unas zonas muy buenas para nuestros señuelos.Otra pequeña truchilla sucumbió ante el metálico engaño derivando por la corriente. Saltarina y revoltosa llegó hasta mi mano. Una breve mirada a su bella librea y nuevamente al agua.Esta es la visión que deben de tener los mirlos acuáticos, cuando se posan sobre las piedras del cauce del río. Estas aves son indicativas de que la calidad de las aguas es enorme.
Contemplé varios plecópteros de pequeño tamaño antes de volver a lanzar y pensé que una imitación de este insecto, puede revelarse como un buen aliado en una posible jornada de pesca a mosca.Una tercera pintona cayó víctima de la cucharilla en una zona de rápidos. También brava en la lucha, pero algo menos de la medida.
Nos quedaba poco tiempo por delante, por lo que nos limitamos a las mejores zonas.Junto al puente percibí el olor de algo en estado de descomposición. Giré la cabeza y me di cuenta de que se trataba de un zorro. Quizás atropellado en la carretera que discurre paralela al río y depositado junto al cauce para ocultar su cuerpo.Llegados a este punto, el río se bifurca o recibe las aguas de un pequeño afluente. Lo sabremos cuando volvamos a visitar este río, a pescar una zona más inaccesible.
De camino hacia los coches nos detuvimos a contemplar estas bellas casas, que seguramente serán de emigrantes que se encuentran en América.
Y es que son muchos los pueblos de la Galicia profunda que tienen a hijos suyos desperdigados por todo el globo.
Espero volver pronto, ya que nos quedamos con las ganas de sacar algún ejemplar mayor.

martes, 13 de abril de 2010

El príncipe del río en el mar

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Hace unos días, habíamos quedado Juan, Marcos y yo para dar unos lances en el mar.
En vista de que el mar estaba un poco pasado, nos fuimos hacia una zona algo más resguardada.
El sol hacía acto de presencia entre las montañas, para mostrarnos un nuevo amanecer.
La zona parecía propicia, pero no tuvimos ninguna picada.En una nueva zona probamos suerte con otros minnows, pero tampoco hubo respuesta alguna por parte de las lubinas.
Aproveché para estrenar algunos artificiales y comprobar su buen funcionamiento.Peinamos cada palmo de agua entre sierras y rocas, sin premio alguno. La fortuna no nos acompañaba y decidimos cambiar una vez más.Aquí nos encontramos con un amigo de Juan, que venía de retirada. Nos dijo que probásemos suerte y acto seguido nos mostró la foto de una captura de esa semana.
Aunque había momentos de calma, la mar estaba un poco pasada para utilizar señuelos tan livianos.Me lamenté de no llevar ninguna cuchara ondulante o un pequeño chivo, pues creo que las condiciones eran las propicias para estos señuelos.
Juan lo intentó en las ensenadas, pero el resultado estaba cantado.

Por suerte para Juan, esta semana pasada le fue más favorable, pues capturó sendos reos desde su embarcación.Siempre es una sorpresa encontrarse con estos salmónidos aventureros al otro lado de la línea, aunque en el mar hay más espacio para trabajar al pez.Juan se las miró y se las deseó para sacar las fotos y las piezas, pero al final todo llegó a buen puerto.
Con sumo cuidado devolvió a ambos ejemplares al agua. Quién sabe si no encontraremos en el río a alguno de estos ejemplares ...

Y el domingo la predicción daba poco mar, así que habría que cambiar de táctica.
Con la marea comenzando a subir, tuvimos varias picadas a los paseantes, pero se ve que las condenadas de las lubinas van conociendo los engaños, porque no toman el engaño como en otras ocasiones.Esta vez, Diego nos quiso acompañar a probar suerte con las lubinas.
Cuando cambiamos de zona, nos detuvimos a tomar un café.
En el bar nos encontramos con dos amigos de pesca que habían capturado un robalo y habían soltado alguna lubina. Eso sí, ellos habían madrugado más.Estuvimos hasta el mediodía probando suerte, pero la reina no apareció.
El calor nos invitaba a dejarlo y emprendimos el regreso a los coches.
De camino observamos un faisán entre la hierba. Diego (consumado cazador en Argentina) y yo nos acercamos para que levantara el vuelo.
Lo cierto es que es una delicia observar a estas majestuosas aves en su medio.