Hace unos días, aproveché unas horas libres para pasar dos jornadas de pesca fugaces en dos tramos libres del mismo río.En la primera de ellas, fue mi hermano el que me acompañó, si bien él iba con la intención de probar unos señuelos que había comprado.
Cuando entramos en el río no había mucha actividad, pero a medida que avanzó la tarde, las truchas comenzaron a alimentarse en superficie.
Las truchas no eran de mucho porte pero eran de las de verdad, de las que no se entregan hasta que son arrancadas de su elemento.El sol ya comenzaba a desparecer tras los árboles de la ribera y los peces cobraban mayor actividad. En ese momento mi hermano insistió en que le dejara hacer unos lances, pero yo quería llegar hasta un puente cercano.
Una vez allí, con la imposibilidad de llegar a algunos peces, le pasé la caña a mi hermano, pues sabía que para él no entrañaría mayor problema.
Hace años mi hermano acudió a un curso de la Escuela de Pesca a Mosca "Baixo Miño" y de la mano de Manuel Iglesias, aprendió todo lo necesario para convertirse en un gran lanzador.
¡¡Y vaya si lo hizo!!
Me encanta observar cómo lanza y posa la mosca en el lugar preciso, a la espera de que suba la trucha a tomar la mosca.
La única pega es que a última hora de la tarde los peces ya no estaban por la labor y con este panorama no quedó otra que retirarnos del río.
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Y la semana pasada, me fui con Antonio a un tramo más alto, de aguas más movidas.
Encontrar el límite superior del coto, a partir de donde empezaríamos a pescar, no fue nada fácil, pero al final nos topamos con el cartel y allí comenzamos a pescar.La abundancia de bogas en algunas zonas llamaban la atención, pero entre ellas vagaban tranquilas algunas truchas.
Lo que más me gusta de este río es su configuración. Todo está en perfecta armonía.
Las orillas se transitan con bastante facilidad y entre alisos, abedules, robles, majuelos y alisos uno se va embriagando del ambiente único del lugar.Con el calor que hacía, no tardamos en meternos en el agua para paliar sus efectos.
Para mi sorpresa, nos encontramos con un pescador de cebo, que pasó desapercibido para nuestra vista, pues bajo los árboles existe una imponente cobertura de helechos de distintas especies.
Tras una breve charla, proseguimos con la pesca.Antonio fue el primero en estrenarse y poco después yo perdí una trucha en el transcurso de la lucha.
Aquí las truchas también son muy bravas y si en algún momento se pierde la tensión de la línea, estas se las arreglan para liberarse del anzuelo.En las zonas de aguas paradas, observé actividad en superficie y aunque llevaba material para montar un aparejo de mosca ahogada, opté por seguir con la cucharilla, pues de esta manera podríamos recorrer más río.Algunas bogas de buena tamaño se descolgaban en el fondo de los pozos y con sus destellos metálicos llamaban la atención del pescador.
Lo cierto es que aquí cumplen un cometido importante, pues con la presión de pesca que sufre este tramo libre, si no hubiera bogas, las truchas estarían casi extinguidas, ya que esta especie siente atracción por los cebos naturales que se les ofrecen a las truchas.Y en esta tabla me llevé otra sorpresa, pues miramos a otro pescador de cebo. Comento que es una sorpresa, pues a estas alturas de la temporada los pocos pescadores que vamos al río, lo hacemos los fines de semana, aunque hoy era una excepción jejeje.
Llegábamos a una zona que me gusta especialmente, pues otros años había capturado buenas truchas.
Para nuestra desdicha, el calor anima a la gente a pasar la tarde en el río y aquí nos encontramos a varios bañistas.
Con resignación, salimos del río y caminamos hacia arriba.En este lugar, tuve cinco picadas seguidas y no tuve forma de sacar ninguna trucha. Parecía estar maldito, pues no había forma de que se mantuvieran enganchadas el tiempo suficiente.
Nos sentamos un rato a descansar, pues el calor era inmenso.
Para mi sorpresa, localicé una pequeña anguila en una corriente. ¡¡Cuánto tiempo sin mirar una!!
Una vez recuperado el aliento, retomamos la actividad.Y de pronto parece que las truchas entraron en un frenesí alimenticio.
Antonio pescaba una y yo otra. Me llamó la atención que ocurriera esto con el día que hacía.Elevé la mirada y en el cielo no había nada especial. A veces, con el inicio de la lluvia o de una tormenta, pasan estas cosas, pero en este caso no supe a qué se debió este hecho.Seguíamos ascendiendo y el río se hacía aún más bello. Las cicutas comenzaban a reclamar su sitio en el lecho del río, cosa que aumentaba la dificultad en algunos lances.
Sin embargo, con este ingrediente, uno saborea aún más las capturas.La próxima generación de truchas se encuentran en pequeñas zonas de agua parada en la que consiguen llevarse a la boca algunos de los muchos macroinvertebrados que pueblan estas aguas.
Me alegra ver que a pesar de la presión de pesca de estos tramos, la supervivencia de la especie está garantizada.La única pega es que las truchas que iban saliendo eran de poco porte, pues aquí todavía está muy arraigado el "Catch & Cesta".
Le comenté a Antonio la necesidad de conseguir que en estos tramos hubiera truchas de más envergadura, ya fuera habilitando tramos sin muerte o vedando el río. Aunque está claro que la primera opción es la mejor, ya que con la segunda, muchos pescadores estarían aguardando la apertura de esos tramos para acudir en masa a hacerse con el mayor número de truchas.Y Antonio tuvo la suerte de capturar al rey del río en su estado más juvenil. Un pinto de salmón que no dudó en atacar la cucharilla en las corrientes.
Gracias a Dios, todavía hay esperanza para el salmón en este río, aunque creo que no se hace todo lo que se debería hacer.
Una vez finalizada la jornada, le mostré a Antonio un lugar en el que me gustaría ir a "riscar" en busca de los reos, pues en este río se capturan algunos de muy buena talla.
Cuando llegamos al coche, buscamos un lugar en el que hidratarnos, pues con el calor que padecimos, la pérdida fue importante. Y con una charla de pesca (cerveza en mano) quedamos para volver a pescar este río, pero en alguno de sus cotos.
Las truchas no eran de mucho porte pero eran de las de verdad, de las que no se entregan hasta que son arrancadas de su elemento.El sol ya comenzaba a desparecer tras los árboles de la ribera y los peces cobraban mayor actividad. En ese momento mi hermano insistió en que le dejara hacer unos lances, pero yo quería llegar hasta un puente cercano.
Una vez allí, con la imposibilidad de llegar a algunos peces, le pasé la caña a mi hermano, pues sabía que para él no entrañaría mayor problema.
Hace años mi hermano acudió a un curso de la Escuela de Pesca a Mosca "Baixo Miño" y de la mano de Manuel Iglesias, aprendió todo lo necesario para convertirse en un gran lanzador.
¡¡Y vaya si lo hizo!!
Me encanta observar cómo lanza y posa la mosca en el lugar preciso, a la espera de que suba la trucha a tomar la mosca.
La única pega es que a última hora de la tarde los peces ya no estaban por la labor y con este panorama no quedó otra que retirarnos del río.
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Y la semana pasada, me fui con Antonio a un tramo más alto, de aguas más movidas.
Encontrar el límite superior del coto, a partir de donde empezaríamos a pescar, no fue nada fácil, pero al final nos topamos con el cartel y allí comenzamos a pescar.La abundancia de bogas en algunas zonas llamaban la atención, pero entre ellas vagaban tranquilas algunas truchas.
Lo que más me gusta de este río es su configuración. Todo está en perfecta armonía.
Las orillas se transitan con bastante facilidad y entre alisos, abedules, robles, majuelos y alisos uno se va embriagando del ambiente único del lugar.Con el calor que hacía, no tardamos en meternos en el agua para paliar sus efectos.
Para mi sorpresa, nos encontramos con un pescador de cebo, que pasó desapercibido para nuestra vista, pues bajo los árboles existe una imponente cobertura de helechos de distintas especies.
Tras una breve charla, proseguimos con la pesca.Antonio fue el primero en estrenarse y poco después yo perdí una trucha en el transcurso de la lucha.
Aquí las truchas también son muy bravas y si en algún momento se pierde la tensión de la línea, estas se las arreglan para liberarse del anzuelo.En las zonas de aguas paradas, observé actividad en superficie y aunque llevaba material para montar un aparejo de mosca ahogada, opté por seguir con la cucharilla, pues de esta manera podríamos recorrer más río.Algunas bogas de buena tamaño se descolgaban en el fondo de los pozos y con sus destellos metálicos llamaban la atención del pescador.
Lo cierto es que aquí cumplen un cometido importante, pues con la presión de pesca que sufre este tramo libre, si no hubiera bogas, las truchas estarían casi extinguidas, ya que esta especie siente atracción por los cebos naturales que se les ofrecen a las truchas.Y en esta tabla me llevé otra sorpresa, pues miramos a otro pescador de cebo. Comento que es una sorpresa, pues a estas alturas de la temporada los pocos pescadores que vamos al río, lo hacemos los fines de semana, aunque hoy era una excepción jejeje.
Llegábamos a una zona que me gusta especialmente, pues otros años había capturado buenas truchas.
Para nuestra desdicha, el calor anima a la gente a pasar la tarde en el río y aquí nos encontramos a varios bañistas.
Con resignación, salimos del río y caminamos hacia arriba.En este lugar, tuve cinco picadas seguidas y no tuve forma de sacar ninguna trucha. Parecía estar maldito, pues no había forma de que se mantuvieran enganchadas el tiempo suficiente.
Nos sentamos un rato a descansar, pues el calor era inmenso.
Para mi sorpresa, localicé una pequeña anguila en una corriente. ¡¡Cuánto tiempo sin mirar una!!
Una vez recuperado el aliento, retomamos la actividad.Y de pronto parece que las truchas entraron en un frenesí alimenticio.
Antonio pescaba una y yo otra. Me llamó la atención que ocurriera esto con el día que hacía.Elevé la mirada y en el cielo no había nada especial. A veces, con el inicio de la lluvia o de una tormenta, pasan estas cosas, pero en este caso no supe a qué se debió este hecho.Seguíamos ascendiendo y el río se hacía aún más bello. Las cicutas comenzaban a reclamar su sitio en el lecho del río, cosa que aumentaba la dificultad en algunos lances.
Sin embargo, con este ingrediente, uno saborea aún más las capturas.La próxima generación de truchas se encuentran en pequeñas zonas de agua parada en la que consiguen llevarse a la boca algunos de los muchos macroinvertebrados que pueblan estas aguas.
Me alegra ver que a pesar de la presión de pesca de estos tramos, la supervivencia de la especie está garantizada.La única pega es que las truchas que iban saliendo eran de poco porte, pues aquí todavía está muy arraigado el "Catch & Cesta".
Le comenté a Antonio la necesidad de conseguir que en estos tramos hubiera truchas de más envergadura, ya fuera habilitando tramos sin muerte o vedando el río. Aunque está claro que la primera opción es la mejor, ya que con la segunda, muchos pescadores estarían aguardando la apertura de esos tramos para acudir en masa a hacerse con el mayor número de truchas.Y Antonio tuvo la suerte de capturar al rey del río en su estado más juvenil. Un pinto de salmón que no dudó en atacar la cucharilla en las corrientes.
Gracias a Dios, todavía hay esperanza para el salmón en este río, aunque creo que no se hace todo lo que se debería hacer.
Una vez finalizada la jornada, le mostré a Antonio un lugar en el que me gustaría ir a "riscar" en busca de los reos, pues en este río se capturan algunos de muy buena talla.
Cuando llegamos al coche, buscamos un lugar en el que hidratarnos, pues con el calor que padecimos, la pérdida fue importante. Y con una charla de pesca (cerveza en mano) quedamos para volver a pescar este río, pero en alguno de sus cotos.
Me ha gustado eso de Cach&Cesta..
ResponderEliminarEs la pescadilla que se muerde la cola..Si no se las deja crecer como van a pescarse truchas grandes..
Entre cabeza y espinas¿qué queda de pescado para comer..?
Cuando aprenderán..
S2
Hola Jose,Preciosas truchas... y bonitas fotos. Lástima que no las "dejen crecer"
ResponderEliminarsaludos
Pues a mi no me gusta nada eso del "Catch @ cesta", pero hay que fastidiarse. La lógica es aplastante, pero hay quién no quiere entender.
ResponderEliminarSaludos
Carlos, no las dejan ni respirar. Los tramos libres llevan palizas de manos de pescadores que se tiran jornadas maratonianas en el río.
ResponderEliminarY eso no viene bien a nadie.
Saludos
las truchas no son muy grandes como tu bien dices pero el entorno es fantastico, y no solo cuenta el tamaño en la pesca, y en todo vamos, jajajaja
ResponderEliminarPues ya me has metido las ganas de pescar a mi tb, asiq mañana ire al rio a probar unos señuelos artesanales a ver si dan su fruto y luego hago un bonito reportaje. Saludos Jose
Muy buenas Jose,la verdad es que el futuro de la pesca pasa por el Catch & Release y no el "Catch & Cesta". También habría que cambiar la mentalidad de la gente. Los tiempos de la abundancia se han acabado y hay que apretarse el cinturón (me ha salido muy politico).
ResponderEliminarViendo la entrada me asalta la duda de cómo diferenciar tanto el reo como la trucha y el salmón en los tamaños en los que los capturasteis en la jornada de pesca. Hay una librea específica, o se ve y el ahusamiento de la aleta caudal?
Un saludo.
Pues suerte Pablo y que pesques muchas pequeñas jejeje
ResponderEliminarComo el tamaño no importa ...
Si te queda la entrada tan chula como la el salmón, dedícate a ello profesionalmente.
Saludos
Hola Chagua
ResponderEliminarComo en el estado juvenil la trucha y el reo son la misma especie, pues no hay diferencias. Cuando el reo vuelve del mar es cuando se ven algunas de ellas. La más notable es que el reo es de color plateado (porque es fresco, pero a medida que está en el río, esta diferencia desaparece. Pero aún tenemos una forma sencilla de verlo. La aleta anal del reo es blanquecina y no presenta la línea negra como en la trucha. Además su cabeza es más pequeña en relación al cuerpo y la cola más triangular.
Con el pinto de salmón y la trucha te diría que ampliases ambas fotos y observes lo siguiente:
en el pinto de salmón, los puntos rojos suelen estar sobre la línea lateral, sin ocelo blanco y por debajo de la línea lateral no suele presentar ningúna pinta.
La trucha tiene puntos rojos, más o menos salpicados por los laterales, las rojas tienen un borde blanco y por debajo de la línea lateral hay más pintas.
La aleta anal del pinto es amarillenta y la de la trucha presenta un borde negro y blanco marcado. Por otra parte, las aletas pectorales del pinto son largas y casi alcanzan el inicio de la aleta dorsal, visto de lado, mientras que en la trucha son cortas. La aleta caudal del pinto es muy escotada y en la trucha menos. El maxilar del pinto nunca alcanza la parte posterior del ojo, vista de lado y en la trucha si.En el opérculo, el pinto presenta de 1 a 3 puntos negros y en la trucha el número es mayor.
Existe alguna diferencia más, pero estas son las más notables.
Saludos y que pronto lo puedas comprobar in situ.
una maravilla de fotos, noraboa
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