El martes me fui hasta el río que no pude pescar el domingo por la tarde, a causa de la tormenta.
La intención era comprobar de primera mano si todavía había reos en la parte baja del río o si el grueso de estos ya habían subido ayudados por las últimas lluvias.El río discurría con bastante caudal, pero todo lo malo sería vadear por las zonas adecuadas, ya que pescar desde orilla es misión imposible en la mayoría del cauce.
Escruté con la mirada la superficie del agua, en busca de alguna actividad.El superficie no se miraba ninguna cebada, pero cerca del fondo se divisaban bogas y mújoles. Estos últimos recorren muchos kilómetros hasta llegar a este punto y creo que muchos ya deciden quedarse permanentemente en este tramo de río.Pude acceder hasta el centro del cauce y desde allí comencé a efectuar lances bajo la vegetación de la ribera, que es donde habitualmente se encuentran truchas y reos.
En estas aguas todavía se resiste el salmón a desaparecer y lo cierto es que a poco que se hiciera en este río, seguro que el salmón volvería a acaparar las miradas de los aficionados.
Llegué a un punto en el que no pude seguir vadeando, por lo que tocó volver sobre mis pasos y hacerme hueco entre la vegetación de la orilla.Cuando caminaba por uno de los márgenes del río, percibí un movimiento en un charco con el agua turbia. Aguardé para ver de qué se trataba y no tardé en comprobar que se trataba de una rana. La tomé momentáneamente para sacar esta instantánea y a continuación la dejé en el charco.Al poco de volver al agua, la alarma de mi reloj comenzó a sonar. Había programado la alarma para que sonase cuando comenzaba el mejor momento del día, según las tablas solunares.
Hay defensores y detractores de esta teoría, pero en alguna ocasión me tiene dado buenos resultados; al menos en el río. No así en el mar.
El caso es que poco después de sonar la alarma, tuve la primera picada. Una bonita trucha que salió de la sombra de un helecho real, para tomar el engaño.A continuación capturé otra de bella librea, que se defendió con todas sus fuerzas antes de entregarse a su captor. Para suerte de ellas, estas vuelven al lugar del que han salido.Y poco después capturé un ejemplar de reducidas dimensiones, antes de capturar esta otra, un poco mayor.
Parecía que las tablas solunares habían vaticinado bien la jornada.Vadeando llegué junto al hermoso puente que engalana este tramo de río. Aquí las bogas atacaron mi engaño, pero las bocas de estas no suelen ser lo suficientemente grandes para quedar prendidas, si bien he capturado algunas en otras ocasiones.Bajo el agua observé algunos nidos de lampreas. Tenía la esperanza de ver alguno de estos anquilosados peces, pero esta vez no hubo fortuna.Ya casi era la hora de marcharme, pero quería probar suerte en este lugar. En una ocasión mi hermano había capturado pintos de salmón aquí, pero yo pensaba en que alguna buena trucha podría estar en la inmediaciones.
Mi intuición me decía que ya no picaría pez alguno en esos momentos, pero una potente picada me sacó de mi error. Como esta se produjo de forma súbita, no llegué a clavar por lo que el pez se libró antes de que pudiera hacerlo.
Con esta agradable tarde en un entorno único, me despedí hasta otro momento, en el que probaré suerte en el tramo medio del río.
Escruté con la mirada la superficie del agua, en busca de alguna actividad.El superficie no se miraba ninguna cebada, pero cerca del fondo se divisaban bogas y mújoles. Estos últimos recorren muchos kilómetros hasta llegar a este punto y creo que muchos ya deciden quedarse permanentemente en este tramo de río.Pude acceder hasta el centro del cauce y desde allí comencé a efectuar lances bajo la vegetación de la ribera, que es donde habitualmente se encuentran truchas y reos.
En estas aguas todavía se resiste el salmón a desaparecer y lo cierto es que a poco que se hiciera en este río, seguro que el salmón volvería a acaparar las miradas de los aficionados.
Llegué a un punto en el que no pude seguir vadeando, por lo que tocó volver sobre mis pasos y hacerme hueco entre la vegetación de la orilla.Cuando caminaba por uno de los márgenes del río, percibí un movimiento en un charco con el agua turbia. Aguardé para ver de qué se trataba y no tardé en comprobar que se trataba de una rana. La tomé momentáneamente para sacar esta instantánea y a continuación la dejé en el charco.Al poco de volver al agua, la alarma de mi reloj comenzó a sonar. Había programado la alarma para que sonase cuando comenzaba el mejor momento del día, según las tablas solunares.
Hay defensores y detractores de esta teoría, pero en alguna ocasión me tiene dado buenos resultados; al menos en el río. No así en el mar.
El caso es que poco después de sonar la alarma, tuve la primera picada. Una bonita trucha que salió de la sombra de un helecho real, para tomar el engaño.A continuación capturé otra de bella librea, que se defendió con todas sus fuerzas antes de entregarse a su captor. Para suerte de ellas, estas vuelven al lugar del que han salido.Y poco después capturé un ejemplar de reducidas dimensiones, antes de capturar esta otra, un poco mayor.
Parecía que las tablas solunares habían vaticinado bien la jornada.Vadeando llegué junto al hermoso puente que engalana este tramo de río. Aquí las bogas atacaron mi engaño, pero las bocas de estas no suelen ser lo suficientemente grandes para quedar prendidas, si bien he capturado algunas en otras ocasiones.Bajo el agua observé algunos nidos de lampreas. Tenía la esperanza de ver alguno de estos anquilosados peces, pero esta vez no hubo fortuna.Ya casi era la hora de marcharme, pero quería probar suerte en este lugar. En una ocasión mi hermano había capturado pintos de salmón aquí, pero yo pensaba en que alguna buena trucha podría estar en la inmediaciones.
Mi intuición me decía que ya no picaría pez alguno en esos momentos, pero una potente picada me sacó de mi error. Como esta se produjo de forma súbita, no llegué a clavar por lo que el pez se libró antes de que pudiera hacerlo.
Con esta agradable tarde en un entorno único, me despedí hasta otro momento, en el que probaré suerte en el tramo medio del río.
Que pena esa picada, que no se esperaba y que era buena pieza. Bonita instantánea de esa rana, me gusto y la copie para una trabajo escolar de mi hijo, espero que no te importe.
ResponderEliminarUn saludo José y ánimos
paraje enmejorable y buena jornada, que mas se puede pedir. noraboa, s2
ResponderEliminarQue pena ese picadon, la proxima vez sera, el paraje es muy bonito y la jornada mejor.
ResponderEliminarSaludiños.
A veces ocurre. Igual que en el mar en el que la lubina pica antes de levantar el señuelo del agua.
ResponderEliminarSi necesitas fotos de bichos, que sepas que tengo algunas.
Saludos
Hombre Vitu, se puede pedir que saliera el ansiado reo jejeje
ResponderEliminarPero otra vez será.
Saludos
Estupenda jornada..con susto al final.jejeje!!
ResponderEliminarEse puente me ha recordado al de Cangas de Onis..con más agujeros pero de forma similar..
S2
Bonito paisaje...tiene muy buena pinta ese rio...lo peor son las crecidas.
ResponderEliminarTengo coto para el Tambre este domingo y creo que esta "chocolate"
Necesito sentir esos reos!!!
Saludos
Hola,lo de la rana esta super bien,aunque yo le tengo panico que lo pases muy bien.Saludos.
ResponderEliminarEsos lugares son preciosos,
ResponderEliminarllenos de vida, de luz, con todo
ese verde inundando la visión,
esas pequeñuelas ranillas saltarinas, que brican al previo paso del pescador, asustadizas, temerosas y ágiles. Las truchas con esas pintas de rojo intenso, también huidizas y resabiadas,en continua alerta.
Esos enclaves encienden el espiritu, apaciguan la tensión y enriquecen con dulzura.
Un saludo.
HOla JOse, nunca se sabe donde salta la libre eh...y en la pesca siempre es asi, cuando menos lo esperas, zas picada buena y si hay suerte sale y sino pues ahi se queda, asi me paso a mi en la jornada de la mañana, aunque logre fotografiar al bicho.
ResponderEliminarVaya paisaque mas bonito y que suerte poder perscarlo y si hay reo mejor que mejor.
Un saludo
Wenas Jose, como siempre preciosa entrada.
ResponderEliminarComo sabras de rio se bien poco, pero me encantan estas entradas que te marcas tan bien ilustrada con fotos preciosas como la de la rana,la librea y el puente por ejem,
asi que nada felicidades de nuevo y saludos.
Sí que fue un susto, ya que no me lo esperaba.
ResponderEliminarRespecto al puente, hay tanto similares por nuestra geografía...
Saludos
Espero que te haya ido bien en el Tambre Carlos.
ResponderEliminarYo también necesito tocar alguno jejeje
Saludos
Mari Ángeles, por norma general, si no se le hace nada a los animales, estos evitan el contacto con nosotros. Y estos anfibios son muy simpáticos.
ResponderEliminarSaludos
Tus palabars son poesía Julio, pero es así como siento las jornadas de pesca en ríos como esta. Es auténtica poesía.
ResponderEliminarSaludos
Tu ya estás muy curtido Pablo. Pasaré a mirar la pieza.
ResponderEliminarSaludos
Pues estoy seguro que en breve verás unas que te gustarán mucho, pues he pasado unos días en compañia de alguna gente de tu tierra.
ResponderEliminarSaludos
Hno. de los anzuelos, Jose:
ResponderEliminar¡¡Que bonito lugar!!.
La vegetación, el puente...maravillosos.
¡Felicitaciones por la aventura!.
Un abrazo gigante y,...
Un afectuoso sapukay.-
Muchas gracias Leo. Para mí es un lugar de esparcimiento y meditación.
ResponderEliminarSaludos