!! Aquí hay tomate ¡¡

Tocaba probar fortuna en el agua dulce, concretamente con los basses. Así que a buscar un embalse en el que intentar engañar a estos centrárquidos.

 Los primeros en salir del agua, eran de pequeño porte, pero tras una prospección más minuciosa,ya salió uno un poquito más majo. 

Fui probando fortuna con varios tipos de señuelos: Popper, paseante y vinilo. Al final me decanté por este último.

 Con el nivel de las aguas más bajas que meses atrás, se pueden ver todos los escondites que los black bass tienen a su disposición, por lo que podemos ir memorizando zonas en las que ofrecer nuestros señuelos, cuando las aguas alcancen un nivel mayor.

 Mientras caminaba por la orilla, observé una mata de tomates cherry y no les presté más atención que la de una mera anécdota.

 Sin embargo, a su alrededor, había gran cantidad de tomatillos del diablo (Solanum nigrum).

 También unos tomates de forma oval ...

 Y los clásicos de toda la vida. 

Y si atendemos a la familia de las solanáceas, pues por allí también había alguna planta de estramonio (Datura stamonium).

En fin, que allí había tomate jejeje.

 Además de muchos cangrejos comidos por garzas y visones, pude ver algunos vivitos y con muy mal genio.

No los importuné demasiado, pues aún había tiempo de capturar alguna pieza más.

Con una lombriz de vinilo saqué otro bass guerrero que mostró todo su potencial durante un buen rato.

Tras la foto, a seguir creciendo.

Y en una ensenada un poco profunda, capturé otro más que me alegró la tarde, aunque se quedan lejos de los que tengo capturado otros años. A pesar de todo, me valió para reencontrarme con esta especie que me ha dado tantas alegrías.

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Y ayer me fui con Micael y Alfonso hasta la costa, para ver si capturábamos alguna lubina, si bien andan muy esquivas. En una zona portuaria, tuvimos varias picadas a paseantes y vinilos, pero no se materializaron. 

Todo lo contrario, cuando Alfonso "tocó pluma", capturando una gaviota inmadura, que se quedó enredada en el fluorocarbono de este. Tras liberarla del lío, la solté para que volase libre nuevamente.

 Cambiamos de zona y nos desplazamos hasta la Costa de la Vela. Allí observamos muchas embarcaciones fondeadas y algún kayak navegando cerca de la línea costera, ya que el mar lo permitía.

Alfonso tuvo una picada por parte de una lubina, pero esta no se quedó prendida, por lo que nos marchamos de vacío, sin embargo el paseo bien valió para coger fondo de cara a meses más duros.