miércoles, 31 de enero de 2024

Dulce/salado

El año comenzó con días de frío que no invitaban a madrugar y ciertas situaciones personales condicionaban las opciones de ir de pesca. Sin embargo no hay mal que 100 años dure y tocó hacer una salida en compañía de mi amigo Jose. Tenía que ser una jornada tranquila así que nos fuimos al embalse para probar unos señuelos.

Paseo fácil por un entorno de musgo, líquenes y hojarasca. Los olores evocaban jornadas pretéritas, para las que ya ha comenzado la cuenta atrás. 

Y ahí estaban las aguas quietas que íbamos a importunar con la caída de nuestros señuelos. Comenzamos a lanzar donde se percibía algo de movimiento. Tal vez bogas o truchas, aunque en la mente estaban los primeros basses.

Y el primer pez de la jornada fue una trucha peleona que no tardó en volver al agua tras la extracción del anzuelo. Fue toda una sorpresa, porque la picada fue inesperada.

Después me estrené yo, con una trucha saltarina, que parecía estar poseída o descontenta con la temperatura externa. La liberé con rapidez y a seguir con la jornada.
Más tarde, Jose sacó su segunda trucha para proseguir un rato más. El tiempo se nos había echado encima, así que optamos por comer de paso que volvíamos a casa.
Durante la comida, tocó tertulia de pesca y acordamos ir a pescar al mar un rato, ya que el tiempo lo permitía.

En la ría, las lubinas estaban de caza y así comenzamos a sacar algunos ejemplares jóvenes. La diversión está asegurada, porque los equipos ligeros hacen que sus carreras se disfruten más.

Además de las lubinas, algún reo picó también, aunque no hubo opción de que posara para la foto, pues se liberó en las primeras sacudidas. Sin embargo no pasaba mucho tiempo hasta que otra lubina picaba.

Al final, con más de una docena de capturas, la luz comenzó a dar paso a la oscuridad, así que había que dar por concluida la jornada. Una jornada estupenda para comenzar a rodar y prepararse para lo que nos aguarda.