miércoles, 31 de marzo de 2021

Un "pedacito" de Chano

 Ya hace unos años desde que un trágico suceso se llevó a Chano. Aquella fecha fue muy dura para mí, pues también nos dejaban dos personas a las que tuve la suerte de conocer, por lo que a todos ellos les dediqué una entrada (enlace).

Al cabo de un tiempo, me enteré por las redes sociales, que el material de Chano se ponía a la venta, por parte de su familia. Y algo en mi interior me decía que me gustaría tener algo que él usó en vida. Pasaron los días y escribí al contacto que figuraba en el anuncio. La mayor parte del material ya había sido vendido, pero me llamó la atención una caña. Se trataba de una Geologic Lure Team de 240, que tenía un tramo más corto que otro, pues según me explicaron, Chano la había roto en una de sus salidas de pesca. El caso es que yo tenía esa misma caña en 270 cm, aunque con el tubo de la 240, ya que cuando me la consiguieron, se habían equivocado a la hora de vender el tubo. Por ello,  me decidí a comprar la caña, así que contacté con Manel para que la pagara y ya me acercaría por Asturias para recogerla. Al cabo de unos meses, hice una visita relámpago al Principado, para recoger la caña. Entonces Manel me comentó que esa caña era una de las preferidas de Chano. Supongo que cuando se le rompió y se quedó sin los 15 cms de la puntera, la caña pasó a un segundo plano.

Hace unos días me pidieron que reparase una caña y fue entonces cuando recordé que la caña de Chano estaba pendiente de su reparación. Probé a hacer un injerto con fibra de carbono y otro con fibra de vidrio. El que más me convenció fue el segundo, así que coloqué dos nuevas anillas, junto con la de la puntera, y la caña volvió a lucir como antaño.
Hoy la segunda capa de epoxy ya estaba seca así que tocaba probarla. La marea no coincidía muy bien para testarla en el mar, así que me fui a un embalse cercano para hacer unos cuantos lances. Con todo listo, hice un primer lance cercano, para ver que todo iba bien. El segundo fue más lejano y al poco de comenzar a mover el paseante, un pequeño bass se abalanzó sobre el. Se lo dediqué a Chano, porque algo me decía que tenía que ser así. La captura no fue un reto para la caña, así que me fui a la búsqueda de uno más gordo, aunque sabía que no era el mejor momento para dar con los grandes.
Seguí intentándolo unos minutos más, pero la actividad era nula. Quizás el premio de la jornada era el haber comprobado que la caña ya estaba operativa, tras un prolongado letargo.
Esta caña pasa a formar parte de mi material de pesca y ocupará un lugar muy especial. Seguro que me brindará grandes momentos.
Ahora, el siguiente reto, será llevarla al mar y pasar una jornada "Pescando en la espuma", que es como Chano pasaba las suyas.
Allá donde estés ... Descansa en paz, Chano.


viernes, 26 de marzo de 2021

"Apretura" que no apertura

 Como todos los marzos desde que me inicié como pescador de río, los nervios se apoderan de uno. Son momentos de reencuentros con los compañeros de pesca y en este caso con el valor añadido de que se trata de mi mejor amigo y mi ahijado. A las 6 de la mañana ya estaba en pie y en otro punto de la provincia, Luis y Xiao hacían lo mismo. ¡¡Eso es afición!! Después de desayunar, puse rumbo al punto de encuentro. Al llegar pude ver que los techos de los coches aparcados, tenían un manto blanco de escarcha. El frío nos recibía con todas sus galas jejeje. Aguardé por mis compañeros en el interior del coche y una vez llegaron, tocó salir a lidiar con el frío.  Mientras esperaba, en el techo de mi coche se había formado escarcha ¡¡Íbamos a pasar frío de verdad!! La previsión vaticinaba viento del norte y temperaturas bajas.

Después de unos cafés para los adultos y un cacao para Xiao, nos fuimos a la aventura.

En cuanto nos pusimos en movimiento, nos percatamos de que el frío era muy intenso. Tanto, que a los pocos lances, nos dimos cuenta de que se formaba hielo en las anillas de nuestras cañas. Fue entonces cuando tratamos de hacer algo de tiempo, charlando con otros pescadores, aunque yo no aguanté demasiado y opté por pescar con la mayor parte de la caña, metida en el agua. Esto era una solución parcial, ya que me permitía hacer unos cuantos lances, antes de que la anilla más cercana al carrete, también se congelase. Xiao también tenía tanto frío, que tuve que dejarle unos guantes para poder calmar los efectos de las bajas temperaturas. Yo tenía los pies helados y no había manera de hacer que entrasen en calor.
"Amor de padre" Aquí Luis no dudó en apartar momentáneamente una rama para que Xiao lanzase con cierta comodidad en una zona muy prometedora. Y efectivamente era prometedora, porque tuve un buen ataque a mi cucharilla, si bien la trucha logró librarse del anzuelo simple, con cierta facilidad.
Luis y yo le íbamos comentando a Xiao dónde lanzar y donde no. Este se empeñó en lanzar en una zona en la que había muchas ramas por delante, aún cuando su padre le dijo que no lo hiciera. El sedal pasó por un buen número de ramas, con lo que ya dábamos el señuelo por perdido. Pero con la mayor de las suertes del mundo, Xiao logró recuperó la cucharilla, lo que provocó que el padre se llevase las manos a la cabeza y que el hijo se riese.
El sol ya empezaba a asomar y podíamos sentir su calor. Fue el momento de acudir a un tributario de los que vierten sus agua al pantano, por si se podía divisar alguna trucha. La claridad de las aguas era formidable, pero no llegamos a percatarnos de la presencia de  pintonas en el lugar. Por ello volvimos sobre nuestros pasos.
Atravesando el bosque, llegamos a un punto donde retomar la pesca. Luis y yo le explicábamos a Xiao la diferencias más notables entre un bosque bien conservado y otro que no lo está. Y es que son las futuras generaciones, las que tendrán que velar por el patrimonio natural.

Xiao jugándose una mojadura de pies jejeje. La verdad es que apuntaba maneras para hacerse con alguna trucha, pero estas no dieron la cara. Cada año este escenario se vuelve más difícil, aunque nosotros acudimos más por la nostalgia de tiempos pretéritos.
Después de reponer fuerzas con unos bocadillos calientes, llegó el momento de la cata de licorcafé. Este año Luis traía uno que era una delicia. Esta bebida espirituosa nos ayudó a vencer el sueño que teníamos, manteniéndonos bien espabilados jejeje.
 El primer pez que se dejó fotografiar fue este bass, que acechaba cerca de una zona de juncos, supongo que tratando de alcanzar las zonas más expuestas al sol. Poco después, padre e hijo volvían para casa, mientras que yo me quedé un poco más. Pude acertar a localizar otro bass en la orilla, pero salió disparado hacia aguas más produndas, en cuanto me divisó.

La jornada no fue nada fácil, pero valió para reencontrarnos un año más, con la ilusión de siempre.