jueves, 29 de septiembre de 2016

Tiendas físicas vs Tiendas virtuales

 Hace unos días leí una entrada muy interesante en el blog de Ricardo (ENLACE), sobre el precio de los señuelos.
Está claro que cada uno tiene que ver por lo suyo, como bien apuntan en varios comentarios, sin embargo me gustaría ampliar un poco más mi punto de vista al respecto.
Para ello he confeccionado un cuadro orientativo, en el que muestro algunas diferencias entre las tiendas de pesca físicas (las de toda la vida) y las virtuales, basado en mi experiencia personal.

La primera diferencia que enumero es que en una tienda física puedes ver, tocar, valorar el producto. Cuando se trata de alguna novedad, es algo muy positivo, ya que podremos emitir un juicio favorable o contrario, en función de nuestro criterio.
Si se trata de un producto que ya hemos visto a través de un compañero, etc. la cosa es diferente, si bien la tienda virtual no da esta opción.

La segunda, he podido comprobar que es muy interesante si compras en una misma tienda física, en lugar de varias. Esa fidelidad suele ser recompensada con descuentos o algún presente, por parte del dueño de la tienda.
En la tienda virtual es más difícil que se produzca este caso, si bien hay alguna opción a veces, si es que existe la posibilidad de hablarlo con la otra parte, ya que hay tiendas en las que el sistema de compra es hermético y se ciñen al protocolo de la venta pura y dura.

La tercera diferencia, y una de las más importantes para mí, es la de tratar con el dependiente de la tienda. Lógicamente habla nuestro idioma, por lo que la comunicación es fluída.
En el caso de las tiendas virtuales, a veces podemos volvernos locos con traductores o tener alguna confusión a causa de la barrera lingüistica, si bien la mayoría tienen una versión en inglés.

La cuarta diferencia es la de los precios. Seguro que una gran mayoría sólo se fija en el ahorro, pero hay que entender que ya sean primeras marcas o imitaciones, hay puntos que hay que tener en consideración y que comentaré después.

El ahorro antes mencionado puede disminuir si tenemos en cuenta que a veces hay que pagar gastos de envío o incluso aranceles, si el producto llega de otros países más lejanos.
En la tienda física pagas el precio que marca el producto y sin esperas. Esto último hay que tenerlo en cuenta con algunos artículos que nos llegan de otros continentes.

La sexta diferencia es la que siempre me atrajo de la tienda física y es la posibilidad de hablar sobre el material que estamos adquiriendo. En algunos casos es posible que el dependiente ya lo haya probado, pudiendo ofrecernos una orientación.
Durante nuestra estancia en el local, también podemos interaccionar con otros pescadores, comentar trucos, obtener ayuda o incluso información sobre zonas de pesca, etc.
La tienda virtual suele ceñirse a la actividad de manera metódica, siendo inviable la opción de resolver dudas.

La séptima es un problema muy gordo con algunas marcas y es que a veces la garantía no es tan bonita como la pintan, y hay que moverse mucho si queremos hacer valer nuestros derechos como consumidores.
El dependiente de la tienda física suele estar acostumbrado a estos trámites, por lo que a veces basta dejarlo en sus manos. En la tienda virtual suele haber cierta problemática a la hora de demostrar que algo ha llegado roto o defectuoso.

La octava a veces nos pone de los nervios. Y es que alguna vez nos puede llegar un producto que no se corresponde con lo pedido, o lo recibimos en mal estado, etc. Algunas veces, el comprador tiene que correr con los gastos de reenviar el artículo, con el correspondiente ritual de ir a la oficina de mensajería, cumplimentar, embalar, etc.
Esto no ocurre en la tienda física, ya que lo que compramos, lo inspeccionamos en el momento.

La novena diferencia es en la que tendríamos que ponernos en la piel del dependiente. Y es que los gastos generados por los impuestos, son mayores. Y los gastos habituales ya lo son también. Luz, teléfono, local (en algunos casos), autónomos, etc. Y de todo esto, hay que sacar un sueldo para poder seguir con la actividad y poder vivir.
Las tiendas virtuales no suelen tener tantos gastos, en este aspecto.

El décimo punto influye en el precio del producto y es que hay tiendas virtuales que son distribuidoras de una marca concreta. Esto le permite obtener mejores precios, cuando el volumen de compra es grande.
Una tienda física que trabaja con muchas marcas, no puede comprar tanta cantidad de un mismo artículo como lo hace alguien que trabaja con una sola marca.


Y como yo soy aficionado a poner ejemplos, pues os pondré uno significativo, para que todo quede un poco más claro.
Para mí, el tema de las tiendas físicas y virtuales, es equiparable a tomarse una cerveza en casa o hacerlo en un bar.
Una cerveza de vidrio en el supermercado, está a 0,70 euros la unidad. Nosotros conducimos hasta la tienda (si vamos a pie, hay que cargar con la cerveza jejeje), cogemos el pack de cerveza en la estantería, pasamos por caja, la pagamos, nos la llevamos para casa, abrimos el pack, la colocamos en el frigorífico, cuando está a la temperatura adecuada, la abrimos, la vaciamos en una copa y nos la tomamos.
No vamos a tener en cuenta el gasto de combustible, dado que si vamos a un bar, es posible que vayamos en coche. Pero nos encontramos con que tenemos un pack vacío que habrá que reciclar o tirar a la basura. Unas botellas vacías que también habrá que depositar en el contenedor del vidrio. Y si no hemos bebido la cerveza a morro, habremos ensuciado una copa que luego habrá que lavar.
No voy a entrar en la calidad de la cerveza, dado que en algunos casos, la cerveza ha pasado por un proceso de almacenaje, donde puede echar un tiempo, sufrir variaciones de temperatura, etc.

Esa misma cerveza en un bar, cuesta 1,70 euros. Es posible que hayamos acudido al bar porque los pinchos son generosos, porque vamos a ver un partido de fútbol en un canal de pago o porque la camarera está muy bien jejeje.
Si pensamos en que hay un euro de diferencia, quizás optásemos por comprarla en el supermercado. Sin embargo, hay que pensar que hay posibilidad que con un par de cervezas, nos ahorremos la cena, dado que los pinchos son generosos. Es posible que veamos un partido de un canal de pago, de manera gratuita, o que tengamos una charla agradable con la camarera o con otros clientes.
El caso es que no tenemos que lavar copas, no tenemos pack de cartón vacío, la cerveza ya está a la temperatura ideal, etc. Además, es posible que el bar venda mucha cerveza, con lo cual quizás la cerveza nos sepa mejor.
Pero el bar tiene que pagar sueldos, impuestos, etc. que si los comparamos con una cadena de supermercados, seguramente no sean proporcionales.
Valorando más aspectos, alguno me puede decir que de regreso a casa, nos pueden someter a la prueba de alcoholemia, y que si es positiva, la cerveza nos sale aún más cara jejeje.

A fin de cuentas, tanto con los artículos de pesca, como con la cerveza, nos regimos por unas prioridades y eso es lo que nos hace actuar de una u otra manera.

Espero que os sirva de ayuda, así que ... !!Comprad y bebed con cabeza¡¡

miércoles, 21 de septiembre de 2016

A mí que me lo expliquen

Alguna vez habréis escuchado o leído "El sentido común es el menos común de los sentidos".
Y siguiendo con los dichos, alguno conocerá aquel que dice que "El Sil lleva el agua y el Miño la fama". Pues parece que hay gente que no debe conocerlo, sin embargo resulta paradójico, ya que en el lugar donde he visto lo que os expondré, ya ha ocurrido alguna catástrofe, con motivo de las crecidas del río Sil.
Como se explica en la placa de la fotografía, en 1959, una crecida del río derrumbó un puente, provocando la muerte de una persona.
El lugar donde estaba situado el puente, tiene una anchura considerable, por lo que la crecida tuvo que ser descomunal.
Me han comentado que el municipio de O Barco fue multado por colocar losas de pizarra y hormigón en el lecho de algún afluente del río Sil. Este es un arroyo que pasa por el pueblo de Viloira.
Desconozco si hay fauna ictiológica en este cauce, pero en el tramo que he visto, sin duda no mora pez alguno.
Lo que me parece raro, es que no se haya restablecido el lecho, retirando las losas y el hormigón.
Sin embargo, esta entrada va dirigida a denunciar la tala de varios árboles de tamaño considerable. Se trata de chopos negros, los cuales han sido cortados a escasos metros del río.
Por lo que pude apreciar, los troncos fueron retirados, sin embargo, las ramas las han apilado en la orilla.
Paradójicamente, hay árboles caídos, aunque vivos (como el caso de este sauce), que no han sido retirados y que presumiblemente pueden ser arrancados con la próxima crecida.
Eso sí, los chopos negros, cuyas raíces sostienen la orilla, han sido talados a conciencia.
Quedan los tocones para afianzar la tierra, hasta que otros árboles vayan alcanzando tallas similares.
Y aquí ya no se molestaron en triturar o apilar las ramas. Directamente en el suelo, para deleite de los paseantes que elijan la orilla que está situada al otro lado de O Barco.
En este tramo tuvieron la delicadeza de dejar algún ejemplar de aliso, para que parezca que no ha habido una intervención aniquiladora. Supongo que las acelgas de una huerta cercana tomarán el relevo a la hora de sujetar la tierra durante las crecidas.
Río abajo, queda algún árbol caído y seco, pero no han tenido la agudeza de retirarlo o al menos trocearlo, para que de esta manera, siga el curso de la naturaleza, en el propio río.
Siguiendo por la misma orilla, apreciamos hasta donde llegó la última crecida. Y el caso es que esta alambrada dista mucho del agua que discurre en estos momentos, lo cual nos da una idea del volumen de agua que por aquí puede llegar a pasar en invierno.
Por el medio de los árboles, se aprecian zonas de deposición de material vegetal y zonas en las que las raíces no han podido sujetar la tierra, creando socavones. Eso sí, en las zonas donde caminan los viandantes, han tenido la idea de echar algo de tierra, que quedará sin sustento para cuando llegue el invierno, con lo cual, vuelta a empezar.
Los vestigios de las crecidas siguen entre los árboles, ya que en esta orilla el bosque de ribera es bastante espeso. De tal manera, los cantos rodados y arenas se acumulan formando montículos, donde no arraigarán muchas plantas.
Sin embargo, estos montículos de arena y piedras, cuya granulometría es más fina, son aprovechadas por alguien, dado que se aprecian las roderas del vehículo utilizado para sacar parte de este material.
Incluso me encontré un punto en el que se hizo una hoguera para quemar unas ramas, al lado de una farola, y cuyo calor, se encargó de calcinar parcialmente a tres árboles lindantes.
Esta es la vista desde una pasarela que comunica ambas orillas. A simple vista se aprecia que el lado izquierdo está más cuidado. La razón es sencilla: es la más cercana al núcleo urbano.
En esta orilla el panorama pinta muy diferente, dado que el la hierba abunda en toda su extensión, los tocones han sido cortados a modo de asiento, hay árboles plantados para ir reemplazando los talados, etc., para felicidad de los paseantes, aún cuando en la otra orilla, también hay una senda.

Conclusión: Si no se va a hacer un trabajo, pensando a largo plazo ... ¿Por qué se permite este tipo de actuaciones?
Desconozco si se han tomado cartas en el asunto, sancionando a los autores de la tala de árboles. Lo que creo oportuno es restaurar los árboles lo antes posible, plantando árboles nuevos de las mismas especies. Esto ayudará a contener las crecidas, evitando la erosión de la orilla.

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Diversión bajo el sol

Tocaba salida de pesca y me fui con dos compañeros muy especiales, como son Luis y Bullma.
El objetivo era sacar algún bass y más tarde alguna carpa.
Nada más llegar, Luis clavó dos basses con un pez artificial.
Yo opté por utilizar un paseante, sin embargo no tardé en decantarme por los vinilos, ya que me tienen dado muchas alegrías. Y así fue cómo llegaron las primeras capturas.
Lo mejor desde mi punto de vista, era que podíamos pescar a pez visto, con lo que las clavadas eran más efectivas. El tamaño medio de las capturas animaba mucho la jornada, dado que yo estaba pescando con un equipo ligero.
Luis seguía clavando peces en la distancia y yo disfrutaba con mis capturas.
Los peces estaban por la labor, con lo cual la jornada iba viento en popa.
Desde lo alto de un muro, divisé un ejemplar excepcional. Monté una lombriz de unos 25 cm y el bass no dudó en atacar. Sin embargo, una vez clavado no sabía cómo podría hacer para bajar a por él. 
En una de las carreras, el pez logró cortar el hilo contra una roca y me quedé con la miel en los labios.
Poco después me hice con este otro ejemplar, que a pesar de ser más modesto, me brindó una bonita lucha.
A la vez que pescábamos basses, divisábamos muchas carpas en concentraciones importantes. Eso sí, estas huían por nuestra proximidad.
Tras las algas sumergidas, surgían las sorpresas. Algunos ejemplares se enredaban, pero otros llegaban hasta nuestra mano.
Los que presentan la librea muy marcada me encantan, ya que la coloración resalta tanto en el agua como fuera de ella.
La anécdota de la jornada la protagonizó un corzo, que se aventuró a cruzar a nado la masa de agua en la que nos encontrábamos.
Ese corzo hubiera sido una captura de excepción jejeje.
Por la tarde, después de comer, intentamos sacar alguna carpa. 
El calor se hacía insoportable y había que buscar una sombra desde la que aguardar la picada.
Improvisamos un refugio bajo las ramas de un sauce. La temperatura era más agradable y hasta Bullma se animó a acompañarnos en la zona escogida.
Aunque por veces no perdía detalle de las cañas y se acercaba para comprobar si había actividad en las punteras. Me llamó la atención este hecho, por eso no dudé en tomar una instantánea.
Después de una picada fallida,  Bullma se apostó entre la vegetación de la orilla, a escasos metros de las cañas. Aunque esta vez fue para tomarse un merecido descanso, después de una mañana muy movida, siguiéndonos allá donde íbamos.