La pandemia nos dejó con la miel en los labios, pues a una semana de viajar a Madagascar, se cerraron los aeropuertos. Tocó esperar bastante, sin embargo, llegó mayo del 2024 y por fin nos pusimos en marcha, rumbo al destino soñado. Sin embargo, comenzamos con mal pie, ya que antes de coger el tren de alta velocidad, los escáneres mostraban decenas de jigs apilados, que parecían "cosas peligrosas". Por suerte fue una demora corta y Xoan, Jose Manuel y yo pudimos subir al tren, rumbo a la capital.
En Ourense se unió César a la expedición y estando los cuatro juntos, ya sólo quedaba ir restando etapas. En Madrid hubo que recoger el tubo de las cañas, que habíamos enviado por otro lado.
Después a esperar para facturar y aguardar a la salida del vuelo, rumbo a Roma. Mientras esperábamos, nos encontramos con otra expedición de pescadores, lo cual fue curioso jejeje.
Una vez en la ciudad eterna, tocó facturar y esperar a que saliera el vuelo en dirección a Etiopía. El vuelo hasta el cuerno de África era el más largo, así que había que intentar dormir algo. Yo no fui capaz así que a ver películas para pasar el tiempo.
Al llegar al aeropuerto más grande de África, César no lo dudó. Buscó "cama" improvisada e hizo lo que los españoles sabemos hacer muy bien ... tomarse una siesta jejeje.
A continuación nos íbamos para Madagascar. Concretamente la isla de Nosy Be.
Al ver esta bella estampa, sonreí, pues ya quedaba poco para comenzar la aventura. Las indicaciones del capitán antes de aterrizar, eran música para nuestros oídos.
!!Al fin tierra¡¡ El calor nos recibió a pie de pista. Así que caminamos hacia el edificio muy contentos porque ya habíamos dejado atrás el desplazamiento aéreo.
Aquí tocó lidiar con gente que te aborda para llevar las maletas. Después, la policía que no se corta demasiado en pedirte una "propina". Y si no quieres que te mareen, puede ser una opción cómoda.
Al salir por la puerta, ya nos estaban esperando. Subimos a la furgoneta, aseguramos las maletas y las cañas y a circular por las carreteras de la isla, hasta el puerto desde el que íbamos a salir.
De camino, Alain nos llamó y le comenté que ya estábamos cerca.
Después de apurar la cerveza, salimos con Samir, Sadam y Alain hacia Nosy Mitsio.
Durante la travesía de 2 horas y media, ya íbamos haciendo planes para las jornadas de pesca. Los primeros peces que pudimos observar, fueron los peces voladores, que a veces surgían de la estela de la embarcación y planeaban durante varios metros.
Y por fin, llegamos al destino, después de decenas de horas a la espalda. Alain nos comentó que otro grupo tuvo que abortar su viaje, por causa de fuerza mayor, por lo que cada uno de nosotros tendríamos una cabaña, lo que nos alegró muchísimo, dado que los ronquidos eran uno de los miedos que teníamos jejeje.
Tras la ducha nos fuimos a cenar y yo ya estaba ansioso por comenzar a degustar los manjares de los que aquí hacen gala.
Xoan y Jose posando para la foto, contentos por estar a pocas horas de iniciar un sueño.
César y un servidor, también estábamos preparados para lo que se nos venía encima, así que ya solo quedaba cenar con tranquilidad, charlando de pesca, que es lo que nos prestaba en ese momento.
Tras la cena, la partida de petanca que es costumbre en la isla. En el anterior viaje habíamos hecho grupos mixtos, pero en esta ocasión jugaba España contra Francia y un combinado malgache.
Lo cierto es que mis compañeros no tenían ni idea y la paliza recibida fue grande, pero nos valió para entablar conversación con los que serían nuestros anfitriones, especialmente con Juliano, que se conocía todo sobre el deporte español y nos sorprendió gratamente.
Continuará ...