El sábado tocaba ir de pesca a un río que Nino conoce muy bien, pues muchas horas le ha dedicado a pescar en sus aguas cobrizas y en sus riberas de exuberante vegetación.
Pero antes de comenzar a pescar en el río
Mandeo, teníamos que ir a sacar los cotos para pescar el río
Lambre al día siguiente. Hay una anécdota con este río y es que en una ocasión,
Nino escuchó a un pescador foráneo calificar a este curso fluvial como "Puto regato de mierda". Me parece algo ilógico describir a este río de esta manera, cuando se trata de un río bien conservado, con truchas, reos, algunos salmones, vegetación de ribera autóctona y un estuario poblado de zonas con juncos en la que habitan las especies propias de estos ambientes, tales como sollas,
mújoles y lubinas. (En fin, hay gente que sigue juzgando a las cosas y a las personas por la apariencia. Craso error).

Este es un pozo del río
Lambre a unos cientos de metros de su desembocadura, y que será el protagonista de la última jornada de pesca. Ya lo
veréis.

Zona
intermareal del
Lambre, por encima de
Ponte do
Porco. Los reos
recién entrados se aclimatan aquí al agua dulce para emprender el ascenso río arriba.

Vista del
Lambre en su llegada al mar desde a
Ponte do
Porco. Escenario de jornadas de pesca marinas, este es uno de los destinos
invernales para pescar lubinas.

Con los cotos del día siguiente en nuestras carteras, nos desplazamos hasta el río
Mandeo, para intentar engañar algún reo con los peces artificiales, antes de ir a comer. En la fotografía aparece el pozo de
Chelo. Pozo en el que suelen salir buenos ejemplares de reo y que cuenta con una escala salmonera. Además dispone de unas zonas habilitadas para la pesca de gente minusválida. Estas construcciones permiten que este grupo de gente también pueda disfrutar de la pesca en tan excepcional entorno.
Después de comer nos fuimos para una de esas zonas inaccesibles que conoce
Nino, para intentar engañar algún pez con la mosca seca. Aunque
Nino toca la bocina en alguna curva, creo que si
alguien se encuentra de frente con el "
Ninomóvil" se llevará un susto
soberbio. En estas zonas boscosas, son frecuentes los encuentros con jabalíes, tejones, zorros y otras criaturas.

El río discurría espléndido por estos valles. Aguas impolutas y bravos peces son un binomio constante por estos lugares.

Por estos fabulosos tramos fuimos sacando varias truchas de magnífica librea. Algún reo rechazó también nuestras imitaciones, pues con el río bajo, el reo tiene más
oportunidades de salir victorioso del juego del pescador.

Con la disminución de la luz fuimos apurando los últimos lances con nuestras moscas, ya que en esta ocasión también intentaríamos engañar a los reos con el "risco".

Estuvimos "
riscando" un buen rato sin ningún resultado.
Nino ya había desistido, pero yo aún apuraba los últimos lances en la oscuridad, antes de que se agotase la hora después del ocaso, que es la que nos marca el momento de abandonar el río.
Siempre que voy con Nino de pesca aprendo cosas nuevas sobre técnicas, costumbres de los peces, curiosidades, etc. Tendríais que ver con qué suavidad posa la mosca y en qué lugares. Hay presentaciones que parecen imposibles pero él acaba rizando el rizo.