4:30 am
Suena el despertador y toca levantarse, desayunar e ir al punto de encuentro.
5:00 am
Asimilando el madrugón, me reuno con Marcos y emprendemos el viaje hacia la península de O Barbanza.
6:40 am
Llegamos al lugar escogido, pero la visibilidad es muy baja por lo que esperamos a que haya algo más de claridad.
Al cabo de un rato podemos prepararnos para iniciar la pesca y con todo listo nos acercamos a las rocas.
Las olas se precipitan contra la costa y se genera un manto espumoso en el que pueden encontrarse de caza las lobas .
Nos dirigimos hacia un puntal y comento que el lugar es muy propicio para dar un pez.
!!Dicho y hecho¡¡.
Una lubina toma el Rapala Max Rap sin contemplaciones.
La jornada comienza bien.
Con ayuda de los alicates libero la pieza de los anzuelos y la devuelvo a su medio en un canal a nuestras espaldas, ya que la zona se prestaba a dar algún pez más.
Insistimos en el lugar sin resultados y luego comenzamos a avanzar hacia nuevos emplazamientos.
Aquí todavía persisten algunos restos de algas, pero no se hacen excesivamente molestos.
Sin embargo el mar estaba más bravo que al comienzo, por lo que había que andar con cuidado.
En una pequeña ensenada vimos como unos pescadores trataban de pescar mújoles con la modalidad de boya, y uno de ellos obtuvo una buena pieza.
Lanzando en la misma ensenada, comprobamos como nuestros señuelos "acariciaban" los lomos de estos peces, ya que había una numerosa cantidad de ejemplares.
Llegamos a un lugar con más profundidad y Marcos echó mano de un vinilo montado con una cabeza plomada, mientras que yo opté por utilizar un minnow de profundidad.
Mi compañero sintió una picada, pero el pez no tomó el engaño.
Aquí estábamos en una zona un tanto peligrosa ya que las olas trepaban por los grandes bloques de piedra, alcanzándonos sin problema.
Sugerí acercarnos hasta una playa cercana y mi compañero asintió.
Unas gaviotas sombrías aguardaban pacientes el momento de hacerse a la mar, pero nuestra proximidad las animó a alejarse a otra atalaya.
Antes de encaminarnos hacia la playa, probamos fortuna en una zona de roca.
También utilizamos un rato los paseantes, sin resultados positivos.
La playa cercana podía darnos el premio que andábamos buscando y que hasta ahora se nos había resistido.
Una vez sobrepasado un montículo de arena, ya encarábamos el inicio de esta.
Pudimos comprobar que también aquí había restos de algas.
Nuestros pies fueron marcando la inmaculada superficie arenosa, mientras las gaviotas alzaban el vuelo.
Una vez en el agua, comprobamos que la superficie del fondo era irregular, lo que nos obligó a vadear con cautela. Había pequeños hoyos de formación inexplicable, ya que el agua barría por igual la superficie de la playa.
Los minnows long cast y los vinilos fueron los encargados de moverse por estas aguas.
La rompiente estaba lejana pero los señuelos alcanzaban los mejores puntos.
Conforme avanzamos por la playa, nos dimos cuenta de que la cantidad de algas era mayor.
Intentar pescar en esos puntos sería perder el tiempo, así que insistimos en la zona más limpia.
Quizás la playa mostraba mejores condiciones para ser pescada con la técnica del surfcasting, pero ahora tocaba spinning.
Los esfuerzos en esta zona fueron en balde, así que no prolongamos mucho más nuestra estancia.
Pusimos rumbo al coche e hicimos la promesa de volver a esta playa, armados con los equipos de surfcasting, ya que presumiblemente se podrá tener un resultado mejor que el de hoy.
5:00 am
Asimilando el madrugón, me reuno con Marcos y emprendemos el viaje hacia la península de O Barbanza.
6:40 am
Llegamos al lugar escogido, pero la visibilidad es muy baja por lo que esperamos a que haya algo más de claridad.
Al cabo de un rato podemos prepararnos para iniciar la pesca y con todo listo nos acercamos a las rocas.
Nos dirigimos hacia un puntal y comento que el lugar es muy propicio para dar un pez.
Una lubina toma el Rapala Max Rap sin contemplaciones.
La jornada comienza bien.
Con ayuda de los alicates libero la pieza de los anzuelos y la devuelvo a su medio en un canal a nuestras espaldas, ya que la zona se prestaba a dar algún pez más.
Insistimos en el lugar sin resultados y luego comenzamos a avanzar hacia nuevos emplazamientos.
Sin embargo el mar estaba más bravo que al comienzo, por lo que había que andar con cuidado.
En una pequeña ensenada vimos como unos pescadores trataban de pescar mújoles con la modalidad de boya, y uno de ellos obtuvo una buena pieza.
Lanzando en la misma ensenada, comprobamos como nuestros señuelos "acariciaban" los lomos de estos peces, ya que había una numerosa cantidad de ejemplares.
Mi compañero sintió una picada, pero el pez no tomó el engaño.
Aquí estábamos en una zona un tanto peligrosa ya que las olas trepaban por los grandes bloques de piedra, alcanzándonos sin problema.
Unas gaviotas sombrías aguardaban pacientes el momento de hacerse a la mar, pero nuestra proximidad las animó a alejarse a otra atalaya.
También utilizamos un rato los paseantes, sin resultados positivos.
Una vez sobrepasado un montículo de arena, ya encarábamos el inicio de esta.
Pudimos comprobar que también aquí había restos de algas.
Una vez en el agua, comprobamos que la superficie del fondo era irregular, lo que nos obligó a vadear con cautela. Había pequeños hoyos de formación inexplicable, ya que el agua barría por igual la superficie de la playa.
La rompiente estaba lejana pero los señuelos alcanzaban los mejores puntos.
Intentar pescar en esos puntos sería perder el tiempo, así que insistimos en la zona más limpia.
Los esfuerzos en esta zona fueron en balde, así que no prolongamos mucho más nuestra estancia.
Pusimos rumbo al coche e hicimos la promesa de volver a esta playa, armados con los equipos de surfcasting, ya que presumiblemente se podrá tener un resultado mejor que el de hoy.