A pesar de que este domingo había viento del norte, tenía ganas de ir tras los sargos, así que mi hermano y yo nos fuimos a ver si sacábamos alguno de estos espáridos.
Sin embargo, la pesca no es algo que se rija por normas matemáticas, así que tocaba armar los aparejos para comenzar a pescar.
A pie del agua, pude comprobar que sigue habiendo "pescadores" que se "olvidan" de dejar la zona de pesca, tal y como se la encontraron al llegar.
Lo que me fastidia de estas situaciones es que luego la gente cree que todos somos así, y claro está que esto no es cierto.
Tras unos minutos intentando dar con los sargos, mi hermano estrenó su cuenta con una boga.
Estas son tan abundantes en esta costa, que no tardó en hacerse con la segunda de la jornada.
Poco después, yo también iniciaba mi particular cuenta con otra boga.
En vista que los sargos no aparecían en la puesta inicial, fuimos tocando otras zonas próximas, en busca de los esquivos sargos.
El mar comenzó a poner distintas caras. Unas de calma casi total y otras muy violentas.
Las bogas fueron adueñándose de las zonas escogidas, así que probamos suerte un poco más, antes de cambiar de lugar.
Nos costaba creer que en esta zona no apareciese algún sargo, pero debíamos responder ante los resultados negativos que llevábamos hasta el momento.
En el nuevo lugar, la misma suerte que en el anterior: más bogas.
Después de un rato desanzuelando ejemplares de buen porte, mi hermano sacó sendos mújoles de bella librea.
Poco tienen que ver estos ejemplares con sus primos de los puertos, ya que estos últimos no gozan de buena reputación entre los pescadores de caña.
Probando con un cebo distinto, logré engañar a un verdel que se lució en la pelea, para luego arrancar de las aguas a otro mújol.
Por lo menos nos habíamos librado de las molestas bogas ... de momento.
En la última salida de pesca con boya, me había fijado que muchas bogas tenían un parásito en su garganta.
Y en este caso, también me percaté de este hecho al desanzuelarlas.
Lo increíble es que dicho parásito ocupa casi la totalidad del esófago, dificultando la alimentación del pez.
Las patas de dicho parásito, tienen forma de gancho, por lo que a la boga le resultará imposible deshacerse de tan desagradable inquilino.
A media tarde, las olas comenzaron a perder intensidad, por lo que desaparecían las clásicas zonas de aguas glaucas en las que buscar a los sargos.
Pero las picadas no cesaban y las punteras de las cañas seguían marcando la actividad de las bogas.
Mi hermano ya había plegado la caña, pero yo aún quise apurar el poco cebo que nos quedaba.
Los sargos no habían hecho acto de presencia, pero la jornada fue entretenida de todas formas.
Esperemos que la próxima vez tengamos a la meteorología de nuestra parte.
Lo que me fastidia de estas situaciones es que luego la gente cree que todos somos así, y claro está que esto no es cierto.
Estas son tan abundantes en esta costa, que no tardó en hacerse con la segunda de la jornada.
Poco después, yo también iniciaba mi particular cuenta con otra boga.
El mar comenzó a poner distintas caras. Unas de calma casi total y otras muy violentas.
Nos costaba creer que en esta zona no apareciese algún sargo, pero debíamos responder ante los resultados negativos que llevábamos hasta el momento.
Después de un rato desanzuelando ejemplares de buen porte, mi hermano sacó sendos mújoles de bella librea.
Poco tienen que ver estos ejemplares con sus primos de los puertos, ya que estos últimos no gozan de buena reputación entre los pescadores de caña.
Por lo menos nos habíamos librado de las molestas bogas ... de momento.
Y en este caso, también me percaté de este hecho al desanzuelarlas.
Lo increíble es que dicho parásito ocupa casi la totalidad del esófago, dificultando la alimentación del pez.
Las patas de dicho parásito, tienen forma de gancho, por lo que a la boga le resultará imposible deshacerse de tan desagradable inquilino.
Pero las picadas no cesaban y las punteras de las cañas seguían marcando la actividad de las bogas.
Los sargos no habían hecho acto de presencia, pero la jornada fue entretenida de todas formas.
Esperemos que la próxima vez tengamos a la meteorología de nuestra parte.