Marzo es una fecha ineludible para el pescador de truchas, ya que es cuando comienza la apertura de la temporada de este salmónido. Como ya es tradición, asistimos Luis y Xiao, Jose, David y Fabián, junto con un servidor.
El día se presentaba muy frío, así que al terminar de cambiarnos, Jose hizo una fogata en una churrasquera del parking. Mientras nos calentábamos, llegaron Juan y su compadre Gil. Ambos también se acercaron al calor del fuego, mientras tomábamos el chupito de aguardiente tostada de rigor jejeje.
Cuando ya se disponía de buena luz, la helada se divisaba en todas las orillas, y el hielo se formaba en nuetras anillas a cada lance. Fueron momentos duros, ya que el frío impedía sentir las manos y coordinar los movimientos. Hasta que el sol no comenzó a asomar en el horizonte, se pasó francamente mal.
Las primeras capturas llegaron en forma de truchas y de algún bass. El sol generaba una sensación reconfortante a medida que ganaba altura, aunque no provocaba que la actividad de los peces aumentase.
Hubo alguna picada tímida a lo largo de la jornada y perdí un buen ejemplar a causa del alto nivel de las aguas, pero la insistencia hizo que al menos librase el bolo, tras decidir no marchar a comer. Una bonita pintona, que me dio una buena pelea y que volvió al agua para seguir brindando grandes momentos a otros aficionados. Fueron 12 horas tras la trucha, en una jornada con esos amigos que hacen que la pesca sea un ritual de reencuentro y diversión, donde disfrutar de este bello deporte, un año más.
De camino al coche, fui recogiendo alguna basura que los "cerdo bípedos" dejan olvidada en el entorno, por no cargar con ella hasta un contenedor.
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Y claro, días después ya estábamos con el gusanillo de volver tras las pintonas, así que Jose y yo nos fuimos a un nuevo escenario. El frío también nos recibió en esta ocasión, pero no había prisa por comenzar, ya que se trataba de una zona libre sin muerte, que no suele estar tan castigadas por la presión de pesca.
Aquí clavamos algunas arcoiris jóvenes, junto con truchas comunes. Alguna de buen porte no quiso posar para la foto, así que habrá que volver jejeje.
Lo pasamos en grande y sacamos nuestras conclusiones para abordar nuevas jornadas. Porque a veces hay que pensar y repensar lo que ocurre en acción de pesca.
A media mañana, paramos para degustar unas conservas que el amigo #curuxafishing nos había regalado para probar. Salvo la Savella, que no fue nada destacable, las demás se revelaron como sorpresas, ya que como suelo decir, la preparación también hace mucho. Y con todo en el estómago, volvimos para hacer los últimos lances de la jornada, ya que había que ir a trabajar.
Y por la tarde, en el trabajo, tuve una sorpresa mayúscula, por parte de un gran pescador. Hasta la próxima entrada, mantendré la incógnita jejeje.