Juan y yo habíamos quedado para pescar a las 8:00 am a pesar de que había un fuerte temporal rondando la costa.
Al llegar, Juan me comunicó una mala noticia de un pescador al que el mar lo había arrastrado y que estaba grave. (noticia).
Esta tarde me he enterado de que ha fallecido. Mi más profundo pésame para su familia y allegados.
Volviendo a la jornada, en el horizonte se apreciaban unas olas de unos 4 ó 5 metros que rompían con fuerza. Sin embargo las que nos llegaban a la orilla no alcanzaban los dos metros.
Las lluvia nos quitaba el sabor salado del agua que nos salpicaba en alguna ocasión.
El mar imponía con cada minuto que la marea seguía subiendo. En las zonas de arena las olas nos hacían flotar por momentos, ya que se llevaba la arena de debajo de nuestros pies.
Nos desplazamos entonces hacia unas rocas, ya que en la playa se nos estaba complicando la pesca. Lo intentamos este saliente durante un rato, para después proseguir hacia el sur, hasta donde el mar nos lo permitiera.
La isla de Toralla era testigo mudo, como en otras ocasiones, de como un mar enfurecido puede complicar una jornada de pesca en un lugar "abrigado" del temporal reinante.
Con la pleamar el mar se tornó violento y esto nos hizo reconsiderar la jornada.
Con la pleamar, el atlántico nos mostró su peor cara. Otros pescadores desistieron en sus intentos por obtener la ansiada picada. Nosotros no íbamos a ser imprudentes, así que decidimos volver sobre nuestros pasos, lanzando siempre que el mar nos diese una tregua.
Y en uno de estos lances noté un leve toque y clavé con decisión debido a la considerable distancia a la que se hallaba el artificial.
La sorpresa fue mayúscula al acercar el pez y comprobar que era un precioso mújol.
Y digo precioso porque este no es uno de esos mújoles que frecuentan los puertos y que tan mala fama tienen.
La lucha duró un buen rato y nos permitió grabar parte de ella. La potente defensa que mostró el pez en todo momento, le hizo justo merecedor de volver a su hábitat.
Esta tarde me he enterado de que ha fallecido. Mi más profundo pésame para su familia y allegados.
Volviendo a la jornada, en el horizonte se apreciaban unas olas de unos 4 ó 5 metros que rompían con fuerza. Sin embargo las que nos llegaban a la orilla no alcanzaban los dos metros.
El mar imponía con cada minuto que la marea seguía subiendo. En las zonas de arena las olas nos hacían flotar por momentos, ya que se llevaba la arena de debajo de nuestros pies.
Con la pleamar el mar se tornó violento y esto nos hizo reconsiderar la jornada.
La sorpresa fue mayúscula al acercar el pez y comprobar que era un precioso mújol.
Y digo precioso porque este no es uno de esos mújoles que frecuentan los puertos y que tan mala fama tienen.
La lucha duró un buen rato y nos permitió grabar parte de ella. La potente defensa que mostró el pez en todo momento, le hizo justo merecedor de volver a su hábitat.