Este domingo llegaba la tan esperada fecha de apertura de la temporada truchera.
El madrugón no era necesario, pero ya es costumbre hacerlo de todos modos.
Llegué el primero al lugar elegido y aguardé por Luis que tardó un poco más.
Tras prepararnos, tomar un café y un chupito de aguardiente tostada, aguardamos la hora de comenzar.
Con las primeras luces, mi compañero inauguraba su marcador personal. Una trucha que disfrutó de lo lindo con un equipo muy ligero.
Un poco más adelante, volvió a tener la suerte de cara y se hizo con su segunda pintona.
A partir de ahí llegaron varias picadas a mi cucharilla, pero no fui capaz de clavar alguna, por lo que me quedé con la miel en los labios.
Prosiguiendo con la jornada, tuve una potente picada que no se materializó. Eso hizo que me mosquease un poco, ya que no era normal lo que ocurría.
Sin embargo me alegré porque Luis ya había sacado su tercera trucha.
Nos aproximamos hasta una zona del embalse que en tiempos pretéritos era de lo mejor.
Hubo alguna picada más, pero fallida. Luis me ofreció entonces una cucharilla, con un anzuelo de menor tamaño.
Agradecí el detalle, ya que no disponía de ese modelo, que tantas alegrías nos había dado en otras ocasiones.
Y así comenzaron a materializarse las picadas. Esta fue la primera trucha de la temporada, que se fue de vuelta a su medio, tras una breve contemplación de su librea.
Poco después salía esta otra, que manipulé con mimo antes de liberarla.
Esta trucha me hacía rememorar otros años en los que era normal capturar ejemplares mayores.
No transcurrieron ni un par de minutos, y ya estaba disfrutando de otra pintona al otro lado de la línea.
Lo cierto es que es una gozada verlas marchar hacia sus guaridas, con el deseo de toparse con ellas en otra ocasión.
A la fiesta también se sumó un pequeño reo (de ciclo cerrado), de los que utilizan el embalse como si del mar se tratase. De esta manera cumplen su ciclo vital, lejos del ambiente marino.
Son capturas atípicas, pero a veces toca deleitarse con sus saltos fuera del agua.
Por la tarde me fui con mi amigo José Antonio, hasta un pequeño curso fluvial.
Él ejercería de acompañante desde la orilla, mientras yo trataría de clavar alguna trucha.
En los primeros compases pude ver pequeñas truchitas persiguiendo mis señuelos, pero no se contemplaban ejemplares de cierto interés.
Por ello, me aventuré por un arroyo, afluente del río inicial.
Y aquí pude capturar esta bella pintona, que se encontraba bajo la seguridad de un puente.
No estiré más la jornada, porque quedaba pendiente el ritual de las cervezas tras la pesca, así que di por concluida la jornada.
El madrugón no era necesario, pero ya es costumbre hacerlo de todos modos.
Llegué el primero al lugar elegido y aguardé por Luis que tardó un poco más.
Tras prepararnos, tomar un café y un chupito de aguardiente tostada, aguardamos la hora de comenzar.
Con las primeras luces, mi compañero inauguraba su marcador personal. Una trucha que disfrutó de lo lindo con un equipo muy ligero.
Un poco más adelante, volvió a tener la suerte de cara y se hizo con su segunda pintona.
A partir de ahí llegaron varias picadas a mi cucharilla, pero no fui capaz de clavar alguna, por lo que me quedé con la miel en los labios.
Prosiguiendo con la jornada, tuve una potente picada que no se materializó. Eso hizo que me mosquease un poco, ya que no era normal lo que ocurría.
Sin embargo me alegré porque Luis ya había sacado su tercera trucha.
Nos aproximamos hasta una zona del embalse que en tiempos pretéritos era de lo mejor.
Hubo alguna picada más, pero fallida. Luis me ofreció entonces una cucharilla, con un anzuelo de menor tamaño.
Agradecí el detalle, ya que no disponía de ese modelo, que tantas alegrías nos había dado en otras ocasiones.
Y así comenzaron a materializarse las picadas. Esta fue la primera trucha de la temporada, que se fue de vuelta a su medio, tras una breve contemplación de su librea.
Poco después salía esta otra, que manipulé con mimo antes de liberarla.
Esta trucha me hacía rememorar otros años en los que era normal capturar ejemplares mayores.
No transcurrieron ni un par de minutos, y ya estaba disfrutando de otra pintona al otro lado de la línea.
Lo cierto es que es una gozada verlas marchar hacia sus guaridas, con el deseo de toparse con ellas en otra ocasión.
A la fiesta también se sumó un pequeño reo (de ciclo cerrado), de los que utilizan el embalse como si del mar se tratase. De esta manera cumplen su ciclo vital, lejos del ambiente marino.
Son capturas atípicas, pero a veces toca deleitarse con sus saltos fuera del agua.
Por la tarde me fui con mi amigo José Antonio, hasta un pequeño curso fluvial.
Él ejercería de acompañante desde la orilla, mientras yo trataría de clavar alguna trucha.
En los primeros compases pude ver pequeñas truchitas persiguiendo mis señuelos, pero no se contemplaban ejemplares de cierto interés.
Por ello, me aventuré por un arroyo, afluente del río inicial.
Y aquí pude capturar esta bella pintona, que se encontraba bajo la seguridad de un puente.
No estiré más la jornada, porque quedaba pendiente el ritual de las cervezas tras la pesca, así que di por concluida la jornada.
Menudo comienzo de temporada Josiño, las truchas preciosas y parece que bien dispuestas a comer, me alegro.
ResponderEliminarun saludo!
No hubo queja con respecto a otros años, pero a ver cómo viene de ahora en adelante.
EliminarSaludos
Buenas truchas Josiño!!! si señor que preciosas!!! A ver q tal nos va la temporada!!
ResponderEliminarSi la temporada va la mitad de bien que la apertura, ya no me quejo jejeje.
EliminarSaludos
Preciosas truchas ¡¡
ResponderEliminarEs el privilegio de los que las pescamos. Poder contemplar un pez tan bonito.
EliminarSaludos
noraboa jose, preciosos ejemplares y parajes
ResponderEliminarMuchas gracias. En Galicia tenemos para dar y tomar jejeje.
EliminarSaludos
Enhorabuena Jose, como dice David, son tan bonitas las capturas como el entorno. Que fotos tan bonitas!
ResponderEliminarEspero que te vaya así de bien en las próximas jornadas.
Es la pesca que más años llevo practicando. Las pintonas y nuestros ríos son excepcionales.
EliminarSaludos
Que bonitas son las truchas comunes!! Oye te iba a preguntar sobre el embalse de Ricobayo (Zamora), que he visto una entrada que hiciste.. Alguna zona buena para pescar? Hay bastantes ejemplares de muchas especies?? Este finde semana voy con un amigo :) Que ganas!! Un saludo desde Burgos!!
ResponderEliminarPues nosotros habíamos pescado por la zona de Muelas de Pan, Santa Eulalia, etc.
EliminarDe zonas buenas no te puedo aconsejar, pues no soy ribereño.
Eso si, especies diferentes hay muchas: alburno, lucio, bass, barbo, etc
Saludos
enhorabuena fenomeno,llego el momento del rio a darle duro y a por las grandes,un abrazo josiño
ResponderEliminarPoco a poco. Primero a coger fondo y luego a por todas jejeje.
EliminarSaludos
Buen estreno el primer día truchero Jose,acaba de empezar así que dale fuerte a esta pesca que tanto te gusta saludos
ResponderEliminarNo he tenido queja. Ahora a seguir la senda y buscar nuevos escenarios.
EliminarSaludos