Estamos en marzo y esto significa que tenemos una cita ineludible con las truchas.
Aunque cada vez dudamos más sobre qué escenario escoger para el primer día, al final, Luis y yo nos decantamos por el de los últimos años, aún a sabiendas que la cosa no sería nada fácil.
Además se nos sumaría Jose, el cual me había confirmado su presencia en aguas del embalse.
Llegamos temprano, para tomarnos las cosas con calma.
Era 19 de marzo, San José y Día del Padre. Por ello no pudo evitar acordarme de la reciente pérdida de
Jose. Me gustaba felicitarlo por partida doble, cuando la apertura coincidía el 19.
D.E.P. compañero.
Nos cambiamos y preparamos para la acción, no sin antes tomar un café y unos chupitos de licorcafé, que Luis suele aportar en estas ocasiones.
Los primeros lances estábamos un tanto nerviosos, pero luego ya todo fluyó como el sedal por las anillas. Las truchas no hacen acto de presencia hasta bien entrada la mañana, en la que percibimos alguna picada.
La primera oportunidad de hacerse con un buen truchón, es para Jose. Sin embargo, el pez se liberó del vinilo, llevándose la mitad del señuelo.
Seguimos intentándolo hasta el mediodía, pero quizás no queríamos ver que esto ya no es lo que era.
En pocos años hemos pasado de un lugar privilegiado a todo lo contrario.
Ya hay algunas pintadas, que nos informan de este hecho y es que desde el año en el que emplearon herbicidas, la población truchera fue disminuyendo paulatinamente.
Un guarda nos informó que un pescador había capturado un ejemplar de unos 4 kilos de peso, el cual pasaba a engrosar la escasa lista de capturas.
Fue el peor arranque de temporada de mi vida, sin embargo, lo pasé muy bien en compañía de Luis y Jose.
Ayer volví al embalse, pues Jose y un compañero de trabajo estaban por allí.
El balance fue malo nuevamente, pues sólo su compañero y yo, logramos engañar a un par de truchas.
Nos encontramos con este black bass, encima de una mesa. Supongo que era un modo de protesta, respecto a que ahora, el embalse va aumentando su población de centrárquidos, en contra de la de salmónidos.
Por la tarde, Jose había quedado con otro compañero de trabajo, para pescar en un pequeño arroyo, bastante técnico.
Así que después de comer, Samuel, Jose y yo, nos fuimos para el río.
En la zona intermareal, Jose engañó a esta trucha. Una pequeña pintona que sucumbió a la cucharilla que mi compañero le ofreció.
Digamos que la cosa pintaba bien, aunque todavía era pronto para emitir un juicio objetivo.
Los tres fuimos avanzando con cautela y peinando todos los lugares susceptibles de albergar alguna trucha.
En la zona intermareal, pude ver una pequeña solla, que se asustó ante nuestra presencia.
A medida que subíamos, el arroyo ganaba en belleza. La única pega para el pescador, es que tuviera más pintonas de las que íbamos localizando.
Saqué esta tuchita en una pequeña poza, que se formaba por la acción de una corriente fuerte.
Momentos antes le había dicho a Samuel que lanzase donde yo lo hice, pero él no tuvo fortuna, quizás por el señuelo.
Jose aún tuvo opción de engañar otra pequeña trucha, antes de finalizar la jornada.
A pesar de que fue una salida exprés, esta me sirvió para ir cogiendo fondo para lo que viene más adelante.