Ayer me fui con Jose Antonio a la búsqueda de las sepias o chocos, que es como se les suele llamar por esta zona, antes de que llegase el temporal. La idea inicial eran las lubinas, pero salió la conversación y cambié el plan. Tras un fugaz desayuno cerca del lugar elegido, nos dirigimos hacia el escenario elegido.
La jornada prometía mucho, dado que en el primer lance, mi compañero ya se hizo con su primera captura. Y en pocos lances más, ya salió su segunda pieza. A continuación me tocó a mí, con esta captura.
Nos movimos de las rocas hacia la arena, para ir buscando nuevos lances. Y las picadas se iban sucediendo, a base de probar en distintas zonas.
Algunos de los chocos que liberaba, se quedaban en las inmediaciones. Es una pasada ver como se camuflan con el entorno.
El método de defensa a base de tinta es una técnica de distracción fantástica. Y verlo en unas aguas tan someras, te da una idea de la evolución de esta táctica.
Los tonos arena de las sepias se perciben como más vistosos, frente a los que se capturan en zonas de fango. En todo caso, admiro la capacidad de los cromatóforos para dar a los cefalópodos la capacidad de un camuflaje espectacular. Y otro que se fue para el agua.
El tamaño de capturas disminuyó en otra zona, aunque pensé en que la insistencia me daría algún premio mayor. Aunque alguno se soltó después de la picada jejeje.
En el nuevo emplazamiento, se nos unió Paco, por lo que había que lidiar con más competencia jejeje.
¿Una pequeña roca en la arena? No. Una sepia pequeña recién liberada, que se va a posar sobre el fondo, para adoptar sus tonos.
Después de que otro choco pequeño expulsara su chorro de tinta, basta esperar un poco para que aparezca reposando en el fondo. Con la acción de las olas, la tinta se va moviendo por el agua, al contrario de lo que ocurre en zonas de aguas calmadas.
Con la captura número 12, damos por finalizada la jornada. Una mañana de pesca en buena compañía y con las sepias como protagonistas.
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