domingo, 26 de diciembre de 2010

Truchas y reos vuelven por Navidad

Pues si amigos, como es costumbre por estas fechas, las truchas y reos gallegos acuden a su cita anual con la reproducción. Han recorrido largas distancias desde los ríos más grandes y el mar, para llevar a cabo la perpetuación de la especie.
Hace unos días, estando de caza, mi hermano divisó unas truchas enormes en un pequeño curso fluvial y aprovechando la soleada tarde de Navidad, allá nos fuimos para ver si todavía estaban allí o por el contrario ya habían remontado algo más con las últimas lluvias.Los ejemplares de trucha y reo de ahora, no son como los de antaño, pues antes se llegaban a ver ejemplares de 4 ó 5 kilos, con relativa facilidad. Ahora su aparición es más anecdótica, pero los ejemplares de 1 ó 2 kilos, son abundantes.Este excremento es la evidencia de que la garza real anduvo por aquí. Esta ceniza zancuda acude en busca de alimento a las zonas inundadas por las crecidas, los prados y las pozas poco profundas. Precisamente hace un año os contaba esta historia: Truchas, reos y becadas.
Hasta el momento hemos visto un par de garzas reales y un cormorán, lo que indica que el lugar ofrece alimento suficiente a estas especies.Las tablas de grava más fina son los lugares escogidos por los salmónidos, para hacer sus nidos y llevar a cabo la tarea reproductiva. En este pequeño curso fluvial son bastante comunes, por lo que nos será fácil localizar alguna trucha o reo merodeando estos lugares, si bien la luz ambiental es un factor en nuestra contra. Debemos cambiar de orilla a menudo para evitar proyectar nuestra sombra sobre el lecho del río. Esto nos delataría, dando al traste con la maniobra de aproximación.
Aunque ya hemos visto varios ejemplares de entre 500 g y 2 Kg, tan solo los he podido filmar, ya que las turbulencias en la superficie del agua no me ofrecen buena perspectiva para obtener instantáneas de calidad.
Algún que otro reo ha huído como un rayo al percatarse de nuestra presencia, pero aún nos queda un buen trecho por recorrer.El cuerpo inerte de un cormorán pende de la rama de un aliso, seguramente abatido por un disparo. Estoy seguro que los cazadores que a su vez pescan, no ven con buenos ojos que estas aves se instalen en zonas tan distantes a la costa. Se trata de un tema bastante peliagudo, pero desconozco la legislación en cuanto a especies cinegéticas se refiere.Si mal no recuerdo, en algunas comunidades del interior, se permite su caza, aunque realmente se trate de una medida para controlar su población, ya que no goza de interés culinario.Un escuálido cadáver de garza yace en el suelo delante nuestra. El frío lo conserva bastante intacto, ya que no permite la descomposición.
Seguramente su muerte se produjo por la misma causa que la del cormorán, ya que no le falta parte alguna, que implique a algún depredador.Este es el único salmónido que he podido fotografiar de una manera aceptable y aún así ha sido de manera parcial. Por suerte, el vídeo os revelará que la jornada fue bastante fructífera en cuanto a imágenes se refiere.
Hemos visto como una pareja de salmónidos ejecutaban la ceremonia de la puesta. El macho golpeando a la hembra, etc.

Siento que el vídeo pierda calidad al subirlo.

Música: Patrick Cassidy and Hans Zimmer - Vide Cor Meum

Desde este espacio os deseo Feliz Navidad y un 2011 cargado de buenos momentos.

martes, 21 de diciembre de 2010

¿Donde estáis?

Una vez en Bayona nos fuimos a tomar un café para calentar motores y acto seguido a buscar una zona propicia para comenzar la pesca.
Con poca luz todavía, nos detuvimos en varios puntos para observar el estado del mar y finalmente nos decantamos por una zona en la que teníamos diferentes configuraciones.
Comenzamos en una ensenada desde la que podíamos pescar con cierta comodidad, pero no hubo respuesta alguna por parte de los moradores marinos.
A continuación descartamos un lugar donde enormes olas rompían con fuerza devastadora y nos dirigimos a otra ensenada.
Por el camino divisamos algunos mújoles atrapados en las charcas que se forman con la bajamar. Estos son ideales para la pesca con cebo vivo, pero ahora tocaba spinning.Probamos suerte en la nueva ubicación, pero sin perder de vista a las incipientes olas que se perciben en la lejanía.
Una serie de olas nos hace salir a toda prisa del lugar y como máximos daños recibimos una leve mojadura.
Seguimos probando un poco más, insistiendo en las zonas más prometedoras.
Una nueva serie de olas se acerca, nos damos la vuelta para ponernos a resguardo, pero la espuma no nos deja ver donde pisamos y debemos aguardar un eterno segundo para ver la roca. Víctor se cae y raudo acudo a levantarlo. !!!Ahora ya es demasiado tarde¡¡¡ La ola me hace levitar sobre ella unas décimas de segundo, perdiendo todo contacto con algo firme, pero como una exhalación logro sujetarme a una roca con la mano libre. Giro la cabeza y contemplo con horror como mi compañero es arrastrado por una enorme masa de agua y yace flotando a merced de ella, pero al igual que yo logra tocar la roca del fondo y logra evitar que el mar lo lleve a una zona de mayor riesgo. Ambos nos ponemos a salvo a una distancia prudencial. Por suerte a Víctor no le entró agua en el vadeador. Se saca la chaqueta totalmente empapada y trata infructuosamente de encender un cigarrillo para tranquilizarse, pues el paquete se le había mojado también. Mi compañero está temblando, pero no de frío. Y yo respiro aliviado porque el desenlace no ha sido funesto.
Abandonamos el lugar con ritmo pausado y ponemos rumbo a una zona más calmada, desde la que poder afrontar el tiempo restante sin ningún sobresalto.Con las pulsaciones y la respiración normalizadas, retomamos la pesca.
El cielo sigue echándonos una mano, pues logra retener a la lluvia y no deja que el astro rey haga acto de presencia.Sin embargo comienza a soplar un viento muy frío, que obliga a taparnos algo más. Las manos comienzan a padecer por la humedad y la gélida corriente de aire.
Cambiamos una vez más de lugar y nos resguardamos del viento en una ensenada.
Contemplamos como una lubina sale de dicho lugar, donde presumiblemente ha dado caza a alguno de los alborotados mújoles que navegaban en las zonas más someras.
Pero no hubo fortuna y decidimos poner rumbo hacia los coches, haciendo algún que otro lance.
De vuelta nos encontramos a Antonio, que acababa de llegar a la zona. Esto hizo que me decantase por probar algún tiempo más, antes de irme a comer.
Después de despedirnos de Víctor, nos desplazamos hacia un lugar que ahora se encontraría con más agua y que con un poco de suerte nos podría proporcionar alguna captura.
Fue Antonio quién tuvo una buena picada a su chivo, pero por desgracia no se produjo el desenlace esperado.
De vuelta a los coches, le mostré a Antonio un pequeño mújol que capturé en una charca y le comenté las virtudes de este cebo, con respecto a otros utilizados para el mismo fin.Ya por la tarde, cambiamos de escenario y pusimos rumbo al norte. En esta ocasión, Antonio, Berto y yo, nos desplazamos hasta una zona de difícil acceso.
El objetivo era sacar alguna pieza, aunque últimamente no hay noticias alentadoras sobre las lubinas. Sin embargo los sargos parece ser que están saliendo en cantidad y calidad.
Después de una bajada sin ningún percance, fuimos tomando posiciones en las rocas.
Antonio optaba por el chivo, pues el mar estaba un poco pasado, mientras yo probaba un minnow que trabaja en una capa de agua más profunda.El mar aquí nos mostraba diferentes caras. Unas muy halagüeñas y otras que invitaban a dejar de lanzar para poner los cinco sentidos en lo que ocurría a nuestro alrededor.Estaba yo lanzando en un canal, mientras Berto hacía lo propio desde una atalaya un tanto expuesta a las olas.
De repente, percibo una expresión que viaja por el aire hasta mí. Es mi compañero que exclama: -!!Me cago en D...¡¡
Súbitamente una ola golpea con violencia, provocando un gran estruendo. Mientras Berto se agazapa, una enorme cantidad de líquido lechoso pulverizado se precipita sobre su espalda.
A continuación el exceso de agua se retira hacia el mar, momento que aprovechó él para ponerse en una zona más elevada.El arcoiris anunciaba la llegada de la lluvia, aunque esta se mostró tímida y cesó al cabo de un rato.
Buscamos con ahínco una captura, pero seguía sin aparecer.
En el canal en el que me encontraba pescando, percibí una silueta de lo que podría ser un sargo persiguiendo mi artificial, pues vino y desapareció de manera fugaz.El sol nos comunicaba que ya no quedaba mucho tiempo de luz, por lo que apuramos los últimos lances.
De todas formas habíamos sido precavidos y portábamos con nosotros unas linternas, ya que una subida a ciegas por aquí, es una temeridad.Con la derrota más que asumida, comenzamos el dificultoso ascenso.
La luna marcaba la dirección a seguir, pero era la luz artificial de nuestras linternas, la que guiaba nuestros pasos.
Bastó una pausa para hacer el recorrido completo y una vez junto a los coches, pudimos dar por concluida la jornada. Por suerte para nosotros, sin ningún percance, pues el susto matinal ya fue más que suficiente.

viernes, 10 de diciembre de 2010

Robalo en el último suspiro

Después de varias semanas con temporales de viento, lluvia y nieve, por fin pude salir de pesca con unos compañeros.
Después de que Víctor hiciera las presentaciones (pues a Berto y a Antonio no los conocía), pusimos rumbo a la zona de pesca elegida.Una vez en la zona de Ribeira y tras tomar el café mañanero, nos desplazamos a la zona escogida.
Allí nos encontramos con un mar un tanto desapacible, pero pueden más las ganas de pescar que las caras que pueda poner el tiempo.
Antonio comenzó en una zona de rocas donde tuvo una picada con el chivo, pero la lubina consiguió soltarse del plomizo engaño.
Víctor y Berto comenzaron a prospectar la zona de la playa, mientras yo ultimaba mis lances en la zona de rocas.
La sucesión de olas era un disfrute para los ojos y mientras caminaba por la orilla, me detenía para tomar algunas instantáneas.
La playa en cuestión está enclavada en el parque Natural "Dunas de Corrubedo" y por eso un solo vistazo bastaba para pescar sosegadamente, en tan magnífico entorno.
Tras muchos lances infructuosos, decidí alcanzar a los dos compañeros que divisaba en la lejanía.
Una caminata de 15 minutos por la playa de fina arena, bastó para alcanzarlos.
Ambos compañeros se encontraban sobre unas rocas tapizadas por colonias de mejillones y de gusanos tubícolas.
No habían sentido la presencia de las lubinas, a pesar de que habían probado con diferentes señuelos.
Al cabo de un rato, Berto estaba peleando con una pequeña lubina, que había sido engañada con un pez artificial de buen tamaño.
La lubina siguió su camino después de que nuestro compañero la hubiera liberado del anzuelo.
Con dificultad, atravesamos una corriente de agua dulce y así logramos alcanzar un promontorio de rocas desde el que seguir pescando.
El mar aquí estaba un poco pasado, pero la lubina puede sorprendernos en las zonas menos esperadas.
Las sucesiones de olas cobraron mayor violencia con el inicio de la pleamar, pero a pesar de todo fuimos probando con distintos señuelos.
Ni chivos, ni minnows dieron resultado alguno, por lo que decidimos hacer algunos lances más, antes de volver a la zona inicial donde Antonio se encontraba.
Víctor no desistía en su afán por hacerse con una lubina en esta zona ...
... mientras Berto hacía lo propio cerca de allí.
Este es el curso de agua dulce cuya travesía fue dificultosa debido a la corriente y a que la arena estaba blanda, lo que provocaba el hundimiento de nuestras extremidades inferiores.
Tanto en la ida como en la vuelta, fue necesario hacer un pequeño descanso en medio de la corriente.
Dejamos atrás la masa pétrea, para ir vareando por la orilla, de camino al punto de partida.
No teníamos noticias de Antonio y queríamos saber si había tenido más suerte que nosotros.
Al fondo, donde termina la ondulante superficie arenosa, se divisa la duna móvil de Corrubedo, que es uno de los atractivos del lugar, junto con dos lagunas.
El sol que comenzó a asomar tímidamente entre las nubes, desplegaba ahora todo su fulgor y nos transmitía una sensación de cálido bienestar. Algo de agradecer, pues la previsión era que el viento soplaría del norte por la tarde.
Una vez nos reunimos con Antonio y tras unos lances más, decidimos ir a mirar unos lugares en los que pescar por la tarde y acto seguido irnos a comer.
Junto al faro, el mar estaba bastante bueno. Quizás válido para pescar sargos con boya, pero en ese momento tocaba irse a comer para reponer fuerzas y afrontar con garantías la tarde.
Por la tarde y tras una larga búsqueda, comenzamos a pescar en una zona de grandes rocas. El mar golpeaba con fuerza y había que andar con cuidado.
Probamos con los chivos en las zonas que aparentemente podía dar algún pez, pero no hubo suerte.
El estruendo de algunas olas rompiendo era ensordecedor y el viento fuerte nos animaba a caminar con cautela.
Víctor y yo nos dirigimos a una ensenada mientras Antonio y Berto se quedaban en la misma zona.
Tras una picada fallida por parte de Víctor y otra mía, mi compañero se percató de que en la ensenada había un gran número de mújoles.
!!Quién me diera un equipo de mosca en ese momento¡¡
Le comenté a Víctor que con un pequeño grub de vinilo podíamos capturar alguno. Y efectivamente pude capturar sendas lisas doradas y un mújol común, que me brindaron una bonita lucha.
Por su parte, Berto capturó una bonita lubina.
Cambiamos una vez más de lugar y nos dirigimos nuevamente al arenal.
El sol comenzaba su "descenso" y nosotros aprovecharíamos el cambio de luces para hacer los últimos lances de la jornada.
Descendimos por la pendiente, poniendo rumbo hacia la orilla y en mi cabeza se repetía la idea de que había que capturar una buena pieza en un lugar tan fantástico.
Una breve caminata y ya estábamos listos para el último asalto.
En esta zona, la pendiente de la playa era más pronunciada y la resaca de las olas era algo a tener en cuenta si queríamos evitar un susto.
Víctor divisó a Berto con su caña arqueada y la curvatura de esta indicó que el ejemplar que había al otro lado de la línea, era de buen porte.
Tras un duro combate, la fortuna se decantó del lado del pescador y nuestro compañero puso en seco al serránido.
La tensión del momento comenzaba a digerirse y el pescador posaba satisfecho ahora con el codiciado robalo.
Este momento culminada toda una jornada de búsqueda en este paradisiaco entorno.
Como disponíamos de unos minutos antes de que la oscuridad hiciera acto de presencia, apuramos los últimos lances sobre un mar muy desapacible.
No hubo respuesta alguna por parte de los hijos de Neptuno, por lo que ya sólo quedaba desmontar los equipos y poner rumbo al coche.


viernes, 26 de noviembre de 2010

Fichajes para la próxima temporada

Pues aquí os presento los que serán mis aliados a la hora de buscar las lubinas en próximas temporadas.
El mundo de los vinilos comienza a hacerse un hueco en nuestras cajas de señuelos y particularmente, estos modelos de la casa Savage Gear, parece que están dando grandes satisfacciones.La casa Finlandesa Rapala, se ha puesto al día con la incorporación de los modelos de 15 y 17 cm del Max Rap, que tan buenos resultados me ha dado este año.
Y espero que con los metros extra que se le pueden sacar a los hermanos mayores del Max Rap 13 cm, pueda conseguir grandes satisfacciones.Daiwa, Skagit, Tiemco, Heddon, Evergreen, F-Tec, etc tienen unos modelos que he incorporado a algunos que ya tenía de estas marcas.
El objetivo de algunos de ellos es el de comprobar sus virtudes o defectos, ya que parte de estos modelos son algo desconocidos.En el apartado de señuelos de superficie y a base de mucho buscar en el reino de las ventas por internet (Ebay), he conseguido hacerme con lo que para mí serán "Las joyas de la corona".
Recuerdo como hace tiempo escuchaba hablar de las virtudes de estos señuelos de la casa Whiplash, para poco después contemplar su buen hacer.
Pues finalmente tocó contratar sus servicios y he adquirido algunos de los señuelos de las tres líneas: Live Wire, Spittin´Wire y Drivin´Wire.
La pesca en superficie es demasiado espectacular como para no tener unas buenas cartas a la hora de jugar en esta disciplina.

Solo espero que depositando confianza en ellos, me deparen muchas alegrías.

martes, 16 de noviembre de 2010

De visita

En vista de que los temporales y el frío no dejan muchas oportunidades para pescar, es un buen momento para visitar los ríos que serán protagonistas de las jornadas de pesca del año que viene.
Con poco tiempo y la lluvia amenazando, hice un largo recorrido por varios ríos.
El Oitavén discurre con un buen nivel y sus márgenes están limpios gracias a las riadas.Las grandes rocas sobre las que se camina en verano, están ahora cubiertas por las aguas y bajo ellas se encuentran las codiciadas pintonas, que aquí crecen muy despacio.
Las aguas frías y rápidas, hacen que el metabolismo de los peces se ralentice y que se quemen gran parte de las energías que estos obtienen de los alimentos que ingieren.Los colores turquesa abundan ahora que los lodos han desaparecido de los fondos. Con paciencia y unas gafas polarizadas, podremos ver a alguno de los moradores del río.Las gravas y la arena se depositan en las zonas más remansadas, donde posteriormente abundarán los efemerópteros.
Dichos lugares serán aptos para la pesca con mosca, en cuanto se produzcan las primeras eclosiones de la temporada.Con este panorama, es difícil contener las ganas de hacer unos lances, pero las vedas hay que respetarlas.Los pequeños afluentes también aportan una buena cantidad de agua a los ríos principales y en estos suele haber sorpresas cuando se inicia la temporada, pues algunas truchas eligen estos cauces para la reproducción.El afluente más importante del Oitavén es el río Parada y ahora mismo, su pétreo cauce es testigo del paso de grandes cantidades de agua que discurren desde la sierra.Los puentes son lugares privilegiados desde los que se puede contemplar el espectáculo del maravilloso ciclo del agua.A escasos kilómetros de la cumbre de la sierra, podemos admirar el estado juvenil de un río, el cual no porta excesivo caudal, pero ya muestra lo dificultosa que puede ser una visita a sus aguas.

Ahora ya sólo queda esperar la llegada de la nueva temporada y que estos cauces puedan traernos gratas sorpresas.