viernes, 18 de mayo de 2018

Moby Dick

El 17 de mayo es el "Día das Letras Galegas" y este año ha sido festivo. Por ello, me dispuse a hacer una salida de pesca de mucha duración.
La mañana no fue nada buena, ya que pasó sin pena ni gloria, así que al mediodía me centré en los black bass.
El cielo ponía muchas caras, pero sabría adecuarme a las condiciones.
Cuando estaba preparando el equipo, llegó otro pescador, que lo intentaría con la carpa y el black bass.
Lo cierto es que los peces estaban muy duros. No hacían caso de los señuelos que les ofrecía.
Entonces me centré en los que estaban orillados. Lo cierto es que me dieron mucha guerra, pero al final salió el primero. Un bonito ejemplar que me brindó una lucha muy buena, con sus típicos saltos.
Y un poco después salió el segundo. Otro ejemplar que me hizo disfrutar mucho con el equipo que llevaba. Con un equipo ligerito, la pesca se agradece mucho, ya que a veces te pueden poner contra las cuerdas jejeje.
Ya por la tarde, había quedado con Luis. Aunque de paso que iba hacia su casa, hice una "breve" parada. 
Aquí pude encontrarme con un buen número de peces, así que monté el equipo y a darles caña.
En las zonas donde estaban muy juntos, los pequeños se anticipaban, si bien después le lanzaba a los más grandes, que se encontraban en el perímetro del grupo.
Tras sacar unos cuantos de tamaño variado, me centré en buscar alguno gordo.
Y probando con varios señuelos, los basses iban llegando a la mano. Es un disfrute ver cómo se curva la caña con uno de estos peces al otro lado de la línea.
Este me llamó la atención por la forma de su aleta caudal. Además saltaba un montón, antes de llegar a mi mano. Fue un auténtico luchador.
Por momentos, el sol desaparecía tras las nubes, lo cual dificultaba la localización de los peces. Sin embargo, con un poco de paciencia, las condiciones volvían a ponerse de mi lado.
Este black bass me dio una lucha memorable, pues me arqueó la caña, de manera bestial.
Cambiando de zona y de señuelos, volví al punto inicial. Aquí volví a engañar al más grande del grupo, tras sacarle el señuelo de la boca a los más pequeños.
Los vinilos estaban siendo los grandes triunfadores de la jornada. Lo cierto es que aquí la pesca era más fácil que en la anterior. Lo cual agradecí, ya que había un buen número de peces.
En la distancia, percibí unas ondulaciones en la superficie del agua. Algo ocurría, así que envié el señuelo con un lance preciso hacia la zona en cuestión.
Algo se llevaba el engaño, así que clavé ... el freno comenzó a sonar. Cuando lo vi saltar, me dí cuenta de que tenía al más grande de la jornada. Trató de guarecerse bajo ramas, piedras y todo lo que le separaba de mí. Al final lo fui acercando sin perder la tensión ... y al final !!en la mano¡¡. Un ejemplar muy bueno y gordo.

Era un broche magnífico para el momento, sin embargo, quise aguantar un poco más.
Desde un punto elevado, divisé un grupo de basses, junto a una ¿carpa? ...
Cuando le lancé el señuelo, el gran pez se movió ... entonces me dí cuenta de que se trataba de un black bass de unos 3 kgs.
Los ojos se me salían de las órbitas al ver aquel ejemplar. En aquel momento me sentí como el Capitán Achab, de la novela Moby Dick. Una obsesión me llevó a intentar pescarlo.
Desde un punto elevado, lo localizaba con cierta facilidad, aunque si me picaba, no habría opción de agarrarlo. Lo tuve unas cuantas veces a tiro, si bien nunca tuvo el más mínimo interés por mis señuelos. Tocaba abandonar la zona e ir a casa de Luis.

Cuando llegué a casa de Luis, este me dijo que el río estaba impracticable, así que estuvimos de tertulia, hasta que nos fuimos a un bar, para reponer fuerzas.
Desde luego, me hubiera gustado terminar la jornada, intentando sacar alguna pintona, pero eso quedará para otra ocasión.

viernes, 4 de mayo de 2018

Tres para dos

El 1 de mayo es una fecha señalada en el calendario. Especialmente en el del pescador.
Es el comienzo de la temporada del reo y el salmón, es decir, una cita ineludible. A pesar de acostarme a las 2 de la madrugada, a las 4.30 am, ya estaba en pie.
En esta ocasión, Luis, Jose y un servidor, nos disponíamos a darle caña a reos y truchas. 
En el río Tea también hay salmones, si bien hay que devolverlos a su hábitat, por estar vedados en estas aguas.
 Con todo preparado, nos fuimos al lugar escogido. La mala suerte hizo que perdiera varios señuelos durante la amanecida.
Por el contrario, Luis se hacía con la primera trucha de la jornada. Tras la foto, de vuelta para el agua.
 El día comenzaba a despejar la niebla matinal, con la que habíamos iniciado la pesca.
Ahora ya se podían ver claramente, la cantidad de cables que había sobre el río. Y es que este problema lo tenemos todos los años.
Las estacadas de la lamprea todavía están montadas, cuando comienza la apertura del reo, con lo que tenemos una buena cantidad de obstáculos para sortear.
 La mañana discurría con pocas capturas, así que nos fuimos a otra zona más baja. En el nuevo emplazamiento, nos encontramos con un gran número de aficionados.
Esto no me desanimaba, así que en una zona que parecía prometedora, efectué un lance aguas abajo.
Así engañé a mi primera pintona, que se fue al agua tras la foto.
 Este puente es testigo del remonte de gran cantidad de peces migradores, tales como los reos, salmones o lampreas, desde tiempos pasados.
 Jose encontró esta señal, que seguramente la tiraron al río, desde un puente cercano.
No dudó en llevarla hasta la orilla, para devolverla al lugar donde debería estar.
Por la tarde, Jose nos abandonaría, para volver a casa.
Le sugerí a Luis un cambio de escenario, para echar un vistazo.
 La idea no era mala, si bien no había caído en la cuenta de que no llevábamos señuelos específicos para el black bass. A pesar de todo pude engañar a uno.
Entonces nos fuimos al país vecino, para ver si conseguíamos unos vinilos. La primera tienda estaba cerrada, así que nos desplazamos hasta ValenÇa. Lo malo es que aquí tampoco conseguimos señuelos específicos, si bien compramos algún material, para intentarlo.
 Uno de los cangrejos de vinilo que había comprado, me proporcionó este otro bass, antes de abandonar el lugar.
 Ya que teníamos el Miño a un tiro de piedra, nos acercamos a sus aguas para intentarlo.
La corriente era bestial, por lo que no estuvimos demasiado rato.
 Volvimos al río Tea, para hacer unos últimos lances. Lo cierto es que las estacadas nos quitaban las ganas de pescar, ya que con la maraña de cables que había, no era difícil perder algunos señuelos.
En los últimos lances del día, Luis consiguió sacar un reo, que alegró el final de la jornada.
Como todas las capturas del día, volvió al agua.
No fue un día muy prolífico en cuanto a capturas, pero valió para dar la bienvenida a esta nueva temporada.