Hace unos días leí una entrada muy interesante en el blog de Ricardo (ENLACE), sobre el precio de los señuelos.
Está claro que cada uno tiene que ver por lo suyo, como bien apuntan en varios comentarios, sin embargo me gustaría ampliar un poco más mi punto de vista al respecto.
Para ello he confeccionado un cuadro orientativo, en el que muestro algunas diferencias entre las tiendas de pesca físicas (las de toda la vida) y las virtuales, basado en mi experiencia personal.
La primera diferencia que enumero es que en una tienda física puedes ver, tocar, valorar el producto. Cuando se trata de alguna novedad, es algo muy positivo, ya que podremos emitir un juicio favorable o contrario, en función de nuestro criterio.
Si se trata de un producto que ya hemos visto a través de un compañero, etc. la cosa es diferente, si bien la tienda virtual no da esta opción.
La segunda, he podido comprobar que es muy interesante si compras en una misma tienda física, en lugar de varias. Esa fidelidad suele ser recompensada con descuentos o algún presente, por parte del dueño de la tienda.
En la tienda virtual es más difícil que se produzca este caso, si bien hay alguna opción a veces, si es que existe la posibilidad de hablarlo con la otra parte, ya que hay tiendas en las que el sistema de compra es hermético y se ciñen al protocolo de la venta pura y dura.
La tercera diferencia, y una de las más importantes para mí, es la de tratar con el dependiente de la tienda. Lógicamente habla nuestro idioma, por lo que la comunicación es fluída.
En el caso de las tiendas virtuales, a veces podemos volvernos locos con traductores o tener alguna confusión a causa de la barrera lingüistica, si bien la mayoría tienen una versión en inglés.
La cuarta diferencia es la de los precios. Seguro que una gran mayoría sólo se fija en el ahorro, pero hay que entender que ya sean primeras marcas o imitaciones, hay puntos que hay que tener en consideración y que comentaré después.
El ahorro antes mencionado puede disminuir si tenemos en cuenta que a veces hay que pagar gastos de envío o incluso aranceles, si el producto llega de otros países más lejanos.
En la tienda física pagas el precio que marca el producto y sin esperas. Esto último hay que tenerlo en cuenta con algunos artículos que nos llegan de otros continentes.
La sexta diferencia es la que siempre me atrajo de la tienda física y es la posibilidad de hablar sobre el material que estamos adquiriendo. En algunos casos es posible que el dependiente ya lo haya probado, pudiendo ofrecernos una orientación.
Durante nuestra estancia en el local, también podemos interaccionar con otros pescadores, comentar trucos, obtener ayuda o incluso información sobre zonas de pesca, etc.
La tienda virtual suele ceñirse a la actividad de manera metódica, siendo inviable la opción de resolver dudas.
La séptima es un problema muy gordo con algunas marcas y es que a veces la garantía no es tan bonita como la pintan, y hay que moverse mucho si queremos hacer valer nuestros derechos como consumidores.
El dependiente de la tienda física suele estar acostumbrado a estos trámites, por lo que a veces basta dejarlo en sus manos. En la tienda virtual suele haber cierta problemática a la hora de demostrar que algo ha llegado roto o defectuoso.
La octava a veces nos pone de los nervios. Y es que alguna vez nos puede llegar un producto que no se corresponde con lo pedido, o lo recibimos en mal estado, etc. Algunas veces, el comprador tiene que correr con los gastos de reenviar el artículo, con el correspondiente ritual de ir a la oficina de mensajería, cumplimentar, embalar, etc.
Esto no ocurre en la tienda física, ya que lo que compramos, lo inspeccionamos en el momento.
La novena diferencia es en la que tendríamos que ponernos en la piel del dependiente. Y es que los gastos generados por los impuestos, son mayores. Y los gastos habituales ya lo son también. Luz, teléfono, local (en algunos casos), autónomos, etc. Y de todo esto, hay que sacar un sueldo para poder seguir con la actividad y poder vivir.
Las tiendas virtuales no suelen tener tantos gastos, en este aspecto.
El décimo punto influye en el precio del producto y es que hay tiendas virtuales que son distribuidoras de una marca concreta. Esto le permite obtener mejores precios, cuando el volumen de compra es grande.
Una tienda física que trabaja con muchas marcas, no puede comprar tanta cantidad de un mismo artículo como lo hace alguien que trabaja con una sola marca.
Y como yo soy aficionado a poner ejemplos, pues os pondré uno significativo, para que todo quede un poco más claro.
Para mí, el tema de las tiendas físicas y virtuales, es equiparable a tomarse una cerveza en casa o hacerlo en un bar.
Una cerveza de vidrio en el supermercado, está a 0,70 euros la unidad. Nosotros conducimos hasta la tienda (si vamos a pie, hay que cargar con la cerveza jejeje), cogemos el pack de cerveza en la estantería, pasamos por caja, la pagamos, nos la llevamos para casa, abrimos el pack, la colocamos en el frigorífico, cuando está a la temperatura adecuada, la abrimos, la vaciamos en una copa y nos la tomamos.
No vamos a tener en cuenta el gasto de combustible, dado que si vamos a un bar, es posible que vayamos en coche. Pero nos encontramos con que tenemos un pack vacío que habrá que reciclar o tirar a la basura. Unas botellas vacías que también habrá que depositar en el contenedor del vidrio. Y si no hemos bebido la cerveza a morro, habremos ensuciado una copa que luego habrá que lavar.
No voy a entrar en la calidad de la cerveza, dado que en algunos casos, la cerveza ha pasado por un proceso de almacenaje, donde puede echar un tiempo, sufrir variaciones de temperatura, etc.
Esa misma cerveza en un bar, cuesta 1,70 euros. Es posible que hayamos acudido al bar porque los pinchos son generosos, porque vamos a ver un partido de fútbol en un canal de pago o porque la camarera está muy bien jejeje.
Si pensamos en que hay un euro de diferencia, quizás optásemos por comprarla en el supermercado. Sin embargo, hay que pensar que hay posibilidad que con un par de cervezas, nos ahorremos la cena, dado que los pinchos son generosos. Es posible que veamos un partido de un canal de pago, de manera gratuita, o que tengamos una charla agradable con la camarera o con otros clientes.
El caso es que no tenemos que lavar copas, no tenemos pack de cartón vacío, la cerveza ya está a la temperatura ideal, etc. Además, es posible que el bar venda mucha cerveza, con lo cual quizás la cerveza nos sepa mejor.
Pero el bar tiene que pagar sueldos, impuestos, etc. que si los comparamos con una cadena de supermercados, seguramente no sean proporcionales.
Valorando más aspectos, alguno me puede decir que de regreso a casa, nos pueden someter a la prueba de alcoholemia, y que si es positiva, la cerveza nos sale aún más cara jejeje.
A fin de cuentas, tanto con los artículos de pesca, como con la cerveza, nos regimos por unas prioridades y eso es lo que nos hace actuar de una u otra manera.
Espero que os sirva de ayuda, así que ... !!Comprad y bebed con cabeza¡¡
Está claro que cada uno tiene que ver por lo suyo, como bien apuntan en varios comentarios, sin embargo me gustaría ampliar un poco más mi punto de vista al respecto.
Para ello he confeccionado un cuadro orientativo, en el que muestro algunas diferencias entre las tiendas de pesca físicas (las de toda la vida) y las virtuales, basado en mi experiencia personal.
La primera diferencia que enumero es que en una tienda física puedes ver, tocar, valorar el producto. Cuando se trata de alguna novedad, es algo muy positivo, ya que podremos emitir un juicio favorable o contrario, en función de nuestro criterio.
Si se trata de un producto que ya hemos visto a través de un compañero, etc. la cosa es diferente, si bien la tienda virtual no da esta opción.
La segunda, he podido comprobar que es muy interesante si compras en una misma tienda física, en lugar de varias. Esa fidelidad suele ser recompensada con descuentos o algún presente, por parte del dueño de la tienda.
En la tienda virtual es más difícil que se produzca este caso, si bien hay alguna opción a veces, si es que existe la posibilidad de hablarlo con la otra parte, ya que hay tiendas en las que el sistema de compra es hermético y se ciñen al protocolo de la venta pura y dura.
La tercera diferencia, y una de las más importantes para mí, es la de tratar con el dependiente de la tienda. Lógicamente habla nuestro idioma, por lo que la comunicación es fluída.
En el caso de las tiendas virtuales, a veces podemos volvernos locos con traductores o tener alguna confusión a causa de la barrera lingüistica, si bien la mayoría tienen una versión en inglés.
La cuarta diferencia es la de los precios. Seguro que una gran mayoría sólo se fija en el ahorro, pero hay que entender que ya sean primeras marcas o imitaciones, hay puntos que hay que tener en consideración y que comentaré después.
El ahorro antes mencionado puede disminuir si tenemos en cuenta que a veces hay que pagar gastos de envío o incluso aranceles, si el producto llega de otros países más lejanos.
En la tienda física pagas el precio que marca el producto y sin esperas. Esto último hay que tenerlo en cuenta con algunos artículos que nos llegan de otros continentes.
La sexta diferencia es la que siempre me atrajo de la tienda física y es la posibilidad de hablar sobre el material que estamos adquiriendo. En algunos casos es posible que el dependiente ya lo haya probado, pudiendo ofrecernos una orientación.
Durante nuestra estancia en el local, también podemos interaccionar con otros pescadores, comentar trucos, obtener ayuda o incluso información sobre zonas de pesca, etc.
La tienda virtual suele ceñirse a la actividad de manera metódica, siendo inviable la opción de resolver dudas.
La séptima es un problema muy gordo con algunas marcas y es que a veces la garantía no es tan bonita como la pintan, y hay que moverse mucho si queremos hacer valer nuestros derechos como consumidores.
El dependiente de la tienda física suele estar acostumbrado a estos trámites, por lo que a veces basta dejarlo en sus manos. En la tienda virtual suele haber cierta problemática a la hora de demostrar que algo ha llegado roto o defectuoso.
La octava a veces nos pone de los nervios. Y es que alguna vez nos puede llegar un producto que no se corresponde con lo pedido, o lo recibimos en mal estado, etc. Algunas veces, el comprador tiene que correr con los gastos de reenviar el artículo, con el correspondiente ritual de ir a la oficina de mensajería, cumplimentar, embalar, etc.
Esto no ocurre en la tienda física, ya que lo que compramos, lo inspeccionamos en el momento.
La novena diferencia es en la que tendríamos que ponernos en la piel del dependiente. Y es que los gastos generados por los impuestos, son mayores. Y los gastos habituales ya lo son también. Luz, teléfono, local (en algunos casos), autónomos, etc. Y de todo esto, hay que sacar un sueldo para poder seguir con la actividad y poder vivir.
Las tiendas virtuales no suelen tener tantos gastos, en este aspecto.
El décimo punto influye en el precio del producto y es que hay tiendas virtuales que son distribuidoras de una marca concreta. Esto le permite obtener mejores precios, cuando el volumen de compra es grande.
Una tienda física que trabaja con muchas marcas, no puede comprar tanta cantidad de un mismo artículo como lo hace alguien que trabaja con una sola marca.
Y como yo soy aficionado a poner ejemplos, pues os pondré uno significativo, para que todo quede un poco más claro.
Para mí, el tema de las tiendas físicas y virtuales, es equiparable a tomarse una cerveza en casa o hacerlo en un bar.
Una cerveza de vidrio en el supermercado, está a 0,70 euros la unidad. Nosotros conducimos hasta la tienda (si vamos a pie, hay que cargar con la cerveza jejeje), cogemos el pack de cerveza en la estantería, pasamos por caja, la pagamos, nos la llevamos para casa, abrimos el pack, la colocamos en el frigorífico, cuando está a la temperatura adecuada, la abrimos, la vaciamos en una copa y nos la tomamos.
No vamos a tener en cuenta el gasto de combustible, dado que si vamos a un bar, es posible que vayamos en coche. Pero nos encontramos con que tenemos un pack vacío que habrá que reciclar o tirar a la basura. Unas botellas vacías que también habrá que depositar en el contenedor del vidrio. Y si no hemos bebido la cerveza a morro, habremos ensuciado una copa que luego habrá que lavar.
No voy a entrar en la calidad de la cerveza, dado que en algunos casos, la cerveza ha pasado por un proceso de almacenaje, donde puede echar un tiempo, sufrir variaciones de temperatura, etc.
Esa misma cerveza en un bar, cuesta 1,70 euros. Es posible que hayamos acudido al bar porque los pinchos son generosos, porque vamos a ver un partido de fútbol en un canal de pago o porque la camarera está muy bien jejeje.
Si pensamos en que hay un euro de diferencia, quizás optásemos por comprarla en el supermercado. Sin embargo, hay que pensar que hay posibilidad que con un par de cervezas, nos ahorremos la cena, dado que los pinchos son generosos. Es posible que veamos un partido de un canal de pago, de manera gratuita, o que tengamos una charla agradable con la camarera o con otros clientes.
El caso es que no tenemos que lavar copas, no tenemos pack de cartón vacío, la cerveza ya está a la temperatura ideal, etc. Además, es posible que el bar venda mucha cerveza, con lo cual quizás la cerveza nos sepa mejor.
Pero el bar tiene que pagar sueldos, impuestos, etc. que si los comparamos con una cadena de supermercados, seguramente no sean proporcionales.
Valorando más aspectos, alguno me puede decir que de regreso a casa, nos pueden someter a la prueba de alcoholemia, y que si es positiva, la cerveza nos sale aún más cara jejeje.
A fin de cuentas, tanto con los artículos de pesca, como con la cerveza, nos regimos por unas prioridades y eso es lo que nos hace actuar de una u otra manera.
Espero que os sirva de ayuda, así que ... !!Comprad y bebed con cabeza¡¡