miércoles, 11 de noviembre de 2020

!! Brillante final de jornada ¡¡

  Antes del anuncio de este confinamiento perimetral, mi hermano y yo habíamos quedado con Jose para ir tras los chocos (sepias). La jornada tenía que ser corta, ya que no se disponía de demasiado tiempo. En esta ocasión, la climatología no iba a ser tan adversa como en la jornada anterior, pero eso no quería decir que nos ayudase a triunfar.

El trayecto hasta la zona de pesca fue mínimo, pero el agua dulce que bajaba por los ríos, nos hacía pensar que los chocos podían estar más hacia afuera de la ría, donde la salinidad es mayor.
El azar quiso obsequiarme nuevamente con la pieza más grande de la jornada. Un ejemplar que me hizo templar los nervios, para no perderlo durante la recuperación.
El cielo comenzó a oscurecerse, anunciando una lluvia inminente. Lo bueno fue que llovió de manera ténue y no duró demasiado, ya que en la jornada anterior la lluvia había sido muy molesta.
Los chocos iban saliendo a cuentagotas, y por el medio de estos, mi hermano se hizo con este calamar.
Una pena que no hubiera más jejeje.
En otras zonas fuimos sacando más chocos, y esta vez a buen ritmo, lo cual nos animó para aguantar un poco más.
Las últimas luces del día nos brindaban una estampa muy bella, que desde el mar, se aprecia de otra manera.
Y mientras disfrutaba con la puesta de sol, un pez se quedaba prendido de mi potera, dando unos tirones cortos y rápidos, que le ayudaron a librarse rápidamente. Seguramente se trataba de un rubio, ya que esto tiene ocurrido más veces.
Lo que ya es más atípico, es que una zamburiña te agarre el plomo con sus valvas jejeje.
No fue fácil convencerla de su error, pero finalmente pude devolverla al agua.
Y pusimos punto y final a la salida de pesca, con un número aceptable de capturas. Ya solo quedaba limpiar los chocos, para degustarlos en días futuros.

De camino a puerto pudimos apreciar un fenómeno muy especial, como es el "mar de ardora". Este fenómeno de bioluminiscencia es producido por una microalga llamada Noctiluca scintillans.
He encontrado un vídeo que muestra precisamente lo que nosotros pudimos observar.

"Saludos, y que la pesca os acompañe"

viernes, 6 de noviembre de 2020

Día duro de pesca

 Estamos ya metidos de lleno en el otoño, y este nos obsequia con bellos paisajes, además de castañas, setas, madroños, etc. En el ámbito de la pesca, es un momento especial para aquellos que vamos tras la pista de los cefalópodos, ya sean calamares o chocos (sepias). Por ello, Jose y yo nos dispusimos a afrontar una jornada de pesca de estas delicias del mar, un día después de que levantaran la veda en las rías. 

El plan era sencillo: ir bien abrigados, para no padecer con las inclemencias meteorológicas y buscar las zonas que nos falicitasen la pesca. Bien temprano, salimos de puerto remando con tranquilidad, ya que no nos teníamos que desplazar demasiado. Una vez en la zona, desplegamos los pajaritos o poteras y nos pusimos a pescar. Jose me decía que en medio de la ría, con poca luz, no suelen picar bien. Y así fue, solo sacamos dos cada uno, haciendo uso de la linterna UV para dar un poco de brillo a nuestros señuelos.

La luz empezó a ganar protagonismo y las picadas comenzaron, aunque el viento también se presentó, tal y como la previsión había anunciado. Esto complicaba las cosas, ya que las derivas se hacían a demasiada velocidad. Aún así, fuimos materializando casi todas las picadas que teníamos.

Cuando se van a meter en la embarcación los chocos (sepias), hay que estar atentos a los chorros de tinta que expulsan, ya que pueden alcanzar nuestra cara, provocando las risas inmediatas jejeje. De hecho Jose recibió uno de estos chorros y tuvo que lavarse la cara.

En un punto de la marea, Jose me dijo que había notado una picada que parecía de calamar, y así fue. De hecho sacó tres de estos cefalópodos en un espacio corto de tiempo. Mientras, yo seguía con los chocos, haciendo varias capturas seguidas.

Más tarde, el viento y la lluvia se combinaron para hacernos un poco más dura nuestra estancia en el mar, si bien esto no iba a ser un motivo para abandonar. Algunas embarcaciones si pusieron rumbo a puerto, ante la falta de picadas y la complicación de la jornada.

En una de las derivas, enganché mi señuelo en la cadena de una batea y por desgracia se quedó abajo. Fue un palo grande, ya que la mayor parte de las capturas habían sido con ese señuelo.

Luego, Jose tuvo un festival de picadas, donde muchos chocos (sepias) se soltaban o desgarraban, ya que con el agua dulce, estos se vuelven más blandos.

En los últimos compases de la jornada, volví a la senda de las capturas con otra jibionera. En una de las picadas, no aflojé lo suficiente para que la sepia no desgarrase y así se me fue. Sin embargo, inmediatamente Jose se hizo con un choco, que presentaba un desgarro, lo cual nos hizo pensar que se trataba del ejemplar que yo había perdido.

La jornada tocó a su fin con un buen puñado de chocos (sepias), que costaron lo suyo, a causa de la meteorología, ya que las últimas picadas casi no las percibíamos. Jose se alzó con la victoria en cuanto a número de piezas y yo me quedé en segundo lugar con la pieza mayor jejeje.
 
Fue una jornada un poco triste para nosotros, ya que en esta ocasión Luis no pudo acudir a la cita, por ello esta entrada va dedicada a él.
 
Os dejo un reportaje muy interesante sobre el choco, en este escenario tan singular.

"Saludos, y que la pesca os acompañe"