Con la apertura de la pesca, por fin podemos volver a nuestra querida afición y ya fue casualidad, que cuando aún estaba decidiendo el lugar en el que iba a retomar la pesca, me llama mi amigo Luis para ir a pescar sábalos.
Una proposición así no se puede rechazar jejeje.
Una proposición así no se puede rechazar jejeje.
Ese día Luis había pescado varios sábalos, entre ellos este ejemplar de más de 4 kilos. Un auténtico récord, ya que los ejemplares así, son poco frecuentes.
También capturó otro de 2,5 kilos, y algunos más pequeños.
El sábalo (Alosa alosa) cuenta con muchos fanáticos, especialmente en Portugal, ya que además de ser todo un manjar, es un pez sumamente fuerte y luchador. En el país luso se le conoce como sável o sable.
Existe otra especie similar, llamada saboga, sabella, sabela o zamborca (Alosa fallax). Esta también sube del mar en esta época, en grandes cantidades, aunque no es tan apreciada como el sábalo.
Para llegar a los lugares de pesca, hay que adentrarse en la vegetación exuberante de estas latitudes, y casi se siente uno como que va a pescar en el Amazonas. El canto de las aves es una banda sonora muy agradable y hace más amena la travesía, ya que hay que darse una buena caminata.
En la recogida, la cucharilla se paró y pensé en un nuevo enganche, pero esta vez algo de mucha fuerza comenzó a tirar. El freno del carrete estaba bastante apretado, así que mi brazo sufrió todo el envite. No podía creer que un pez tirase de manera tan violenta, aunque aquí también habitan los salmones.
Tras un rato, pude ver una librea metalizada bajo el agua dando cabezadas sin parar. Cuando alcanzó la superficie el agua explotaba por momentos, con la defensa del pez.
Y al fin pude ponerlo en seco ... !!Qué manera de tirar¡¡
Era un sábalo en torno al kilo de peso. Entonces me imaginé a Luis con los peces que había capturado el día anterior. !!Eso sí es una batalla épica¡¡.
Los colores de este pez son una maravilla y sin duda llaman la atención.
De esta manera, borré otra especie de mi lista particular.
En otras ocasiones en las que había visitado el Tramo Internacional del río Miño, había visto a pescadores portugueses con equipos tan potentes como los que se utilizan para la pesca de la lubina y lo cierto es que ahora ya sé porqué.
Si vas con un equipo ligero, puedes pasar algún apuro.
Yo había llevado el Penn Slammer III 3500, con una caña Abu García Oceanfield Offshore Casting, acción 14-60. Un trenzado de 0.23 mm y bajo del 0,28 mm.
Creo que para enfrentarse a un salmón o un buen sábalo, es lo que hace falta.
A media tarde, el nivel del río comenzó a subir, a causa de la suelta de agua del embalse, por lo que había que estar atentos.
Bulma parecía pensar: "Hasta cuando van a pescar estos dos" jejeje
Cuando el caudal comenzó a estabilizarse, Luis clavó otro sábalo, que se fue cuando ya lo tenía cerca.
Poco después tuve una picada muy violenta que me dejó sin señuelo. Está claro que estos peces son auténticas locomotoras.
Bulma se echó una siesta de campeonato, hasta que tocaba irse. En la orilla opuesta se divisaba mucha actividad, por parte de los sábalos, pero no estaban a nuestro alcance, ya que la distancia era considerable. Por ello, ya solo quedaba irse para casa a cenar.
Cuando llegamos al coche, me encontré un buen número de latas, que paradójicamente se encontraban muy cerca de unos contenedores. Está claro que todavía queda mucho camino por recorrer, hasta que la gente alcance un nivel de civismo aceptable.
Yo las recogí, como hice con otras que me encontré durante el regreso.
Ya estoy deseando volver a batirme con estos peces, ya que son unos adversarios, dignos de admiración.
Para llegar a los lugares de pesca, hay que adentrarse en la vegetación exuberante de estas latitudes, y casi se siente uno como que va a pescar en el Amazonas. El canto de las aves es una banda sonora muy agradable y hace más amena la travesía, ya que hay que darse una buena caminata.
Tras muchos minutos de travesía, Luis, Bulma y yo, llegamos a una zona prometedora. Era hora de comenzar a lanzar nuestros señuelos.
Unas buenas aliadas para estos peces son las cucharillas Mapso de Lukris. Ya tengo hablado en otras ocasiones de estas cucharillas, ya que son perfectas para pescar, puesto que gozan de un gran lance, trabajan con una recogida mínima y vienen a la profundidad adecuada, hasta la misma orilla.
Al poco rato, Luis clavó el primer sábalo. Este fue cabeceando y dando saltos hasta que consiguió liberarse cerca de la orilla.
Luego tuvimos un momento en el que la actividad cesó, así que aprovechamos para comer un bocadillo y darle algún trozo a Bulma jejeje.
Cuando retomamos la pesca, Luis clavó otros dos sábalos, pero al no ser muy grandes, dejó que se soltasen ellos mismos.
La tarde iba pasando, y tras perder algunas cucharillas, llegó un lance como otro cualquiera.En la recogida, la cucharilla se paró y pensé en un nuevo enganche, pero esta vez algo de mucha fuerza comenzó a tirar. El freno del carrete estaba bastante apretado, así que mi brazo sufrió todo el envite. No podía creer que un pez tirase de manera tan violenta, aunque aquí también habitan los salmones.
Tras un rato, pude ver una librea metalizada bajo el agua dando cabezadas sin parar. Cuando alcanzó la superficie el agua explotaba por momentos, con la defensa del pez.
Y al fin pude ponerlo en seco ... !!Qué manera de tirar¡¡
Era un sábalo en torno al kilo de peso. Entonces me imaginé a Luis con los peces que había capturado el día anterior. !!Eso sí es una batalla épica¡¡.
Los colores de este pez son una maravilla y sin duda llaman la atención.
De esta manera, borré otra especie de mi lista particular.
En otras ocasiones en las que había visitado el Tramo Internacional del río Miño, había visto a pescadores portugueses con equipos tan potentes como los que se utilizan para la pesca de la lubina y lo cierto es que ahora ya sé porqué.
Si vas con un equipo ligero, puedes pasar algún apuro.
Yo había llevado el Penn Slammer III 3500, con una caña Abu García Oceanfield Offshore Casting, acción 14-60. Un trenzado de 0.23 mm y bajo del 0,28 mm.
Creo que para enfrentarse a un salmón o un buen sábalo, es lo que hace falta.
A media tarde, el nivel del río comenzó a subir, a causa de la suelta de agua del embalse, por lo que había que estar atentos.
Bulma parecía pensar: "Hasta cuando van a pescar estos dos" jejeje
Cuando el caudal comenzó a estabilizarse, Luis clavó otro sábalo, que se fue cuando ya lo tenía cerca.
Poco después tuve una picada muy violenta que me dejó sin señuelo. Está claro que estos peces son auténticas locomotoras.
Bulma se echó una siesta de campeonato, hasta que tocaba irse. En la orilla opuesta se divisaba mucha actividad, por parte de los sábalos, pero no estaban a nuestro alcance, ya que la distancia era considerable. Por ello, ya solo quedaba irse para casa a cenar.
Cuando llegamos al coche, me encontré un buen número de latas, que paradójicamente se encontraban muy cerca de unos contenedores. Está claro que todavía queda mucho camino por recorrer, hasta que la gente alcance un nivel de civismo aceptable.
Yo las recogí, como hice con otras que me encontré durante el regreso.
Ya estoy deseando volver a batirme con estos peces, ya que son unos adversarios, dignos de admiración.