jueves, 24 de enero de 2013

Jornada memorable con Walter (con vídeo)

Dado que Walter ha hecho un vídeo fantástico con el material recopilado en la última salida de pesca, hemos decidido publicar al mismo tiempo ambas entradas.

Hace unos días fui a hacerle una visita a mi amigo Walter, y aunque iba con la idea de pasar un fin de semana desconectado de la pesca, el destino me tenía reservada una grata sorpresa.
Tras hacerle una visita a Miguel (Solorobalizas) el sábado por la tarde, llegamos a casa. Una vez allí, preparamos todo el material para la jornada de pesca dominical.

Al día siguiente, nos levantamos para desayunar y acto seguido, metimos las cosas en el coche. Durante el camino comentamos la estrategia a seguir durante la jornada.

Una vez en la lancha, preparamos los equipos. Walter montó una Mitchell Avocet 242 Spin, con un carrete Abu García Sorön STX 40. Yo monté una caña Cinnetic Cautiva Caranx 2.20 m, junto con el Abu García Orra S40. Ambos carretes cargados con linea Nanofil del 0.17 y bajo de Berkley Trilene 100% fluorocarbon del 0.30 mm, más que suficiente para pescar desde embarcación.

Con los equipos montados pusimos rumbo a la zona de pesca y una vez allí, optamos por poner algunos vinilos de Berkley en nuestras grapas.

Empezamos con la primera deriva y comprobamos la evolución de nuestros señuelos. En vista de que el tiro de la corriente era bastante grande,tocó poner unas cabezas más pesadas.
El brazo sufría más, pero los vinilos evolucionaban correctamente en la columna de agua.
Estuvimos un buen rato, hasta que mi compañero optó por cambiar de señuelo, poniendo uno más liviano, dejándolo profundizar más.

De esta manera, la primera picada no tardó en producirse. Tras liberar la pieza, volvimos a hacer una nueva pasada. El vinilo de Walter fue atacado nuevamente por otra lubina, que en poco tiempo ya estaba a bordo, para contemplar su bella librea.

Tras un breve parón en la actividad, esta se retomó con otra captura por parte de mi anfitrión.
Decidí montar un vinilo del mismo modelo y con una cabeza del mismo gramaje e idéntico color.
¡¡ Ese era el motivo !! Tras el cambio, no tardé en hacerme con mi primera lubina, cuya visión me hizo intuir que tendríamos una buena tarde.

Las nubes iban avanzando sobre nuestras cabezas y por suerte, pocas fueron las veces en las que tuvimos que ponernos la capucha. Bajo tímidas gotas de agua que manaban de las alturas, otras lubinas quedaban prendidas de nuestros anzuelos.

Walter había predicho que con el repunte de la marea, la cosa mejoraria, Como si de un visionario se tratara, la profecía se cumplía tal cual me la había comentado. Las picadas eran ahora más numerosas y sólo una de las lubinas que habíamos clavado, se había liberado durante su recuperación.
Tras una buena racha por mi parte, mi compañero decidió cambiar de vinilo y montar uno mayor. Sabía que una lubina podría engullir aquella imitación, pero el tamaño medio de las capturas me hacían dudar por momentos. Sin embargo, la insistencia de Walter se tradujo en otra captura, y para más inri, esta había afianzado el señuelo completo, dentro de su boca.
La tarde ponía distintas caras, pero íbamos evitando la lluvia, por fortuna para nosotros. Y no debía haber queja, ya que las capturas seguían acompañando. Era una jornada que me recordaba a la de algún verano pasado, en la que uno casi podía intuír las capturas.

Tras un largo periodo de frenesi en la cubierta, liberando y soltando piezas, las nubes osaron ocultar al sol, para anunciar un falso final del día. Sin embargo, el viento nos echó una mano para mover esa nubosidad y así poder contemplar el verdadero ocaso.
Ya no quedaba mucho por hacer. Tan sólo probar suerte con un paseante, por si sonaba la flauta. Pero la flauta no emitió nota alguna, por lo que no tardamos en recoger y dar gracias por una jornada entrañable.
Por delante quedaba un ameno paseo en coche, que nos permitiría recordar cada uno de los lances, como si de nuevo lo estuviéramos viviendo. Este es sin duda, otro de los placeres de la pesca: rememorar una jornada, con sus anécdotas y capturas.

VIDEO

              

miércoles, 16 de enero de 2013

Partido con las lubinas

Este fin de semana me disponía a hacer una visita a Walter, sin pretensiones de ir a pescar, pero resulta que él me tenía preparada una grata sorpresa.
 El sábado por la tarde, nos fuimos hasta Caión para hacerle una visita a Miguel, editor del blog Solorobalizas. De camino, una granizada parecía querer frustrar la visita, pero no tardó demasiado en disiparse.
Llegando a este bello núcleo marinero, se tiene una vista espectacular del mismo desde la carretera.
Tras las presentaciones, nos fuimos a un bar con una espléndida decoración de lo que es el mundo del mar.
Con unas cervezas como acompañantes de la tertulia de pesca, como no podía ser de otra manera, fuimos comentando opiniones sobre material,especies o zonas de pesca.
En toda charla que se precie, hay que hacer hueco a las anécdotas, las cuales ponían la nota humorística a tan entrenenida velada.
Con la llegada de la noche, nos despedimos de Miguel, para poner rumbo a casa, ya que al día siguiente tocaba jornada de pesca.
 Como no me esperaba salir de pesca, la jornada me cogió sin mi inseparable material fotográfico, pero al final pude tomar algunas instantáneas.
Tras una buena anécdota, que daba el pistoletazo de salida a la jornada, comenzó el partido.
Walter se adelantó en el marcador con una lubina que atacó sin contemplaciones al vinilo Split Belly de Berkley.
Poco después, nuevo ataque y otra lubina que subía a bordo, para poco después ser liberada.
Sin mucho tiempo para reponerme del lance, ya estaba mi compañero luchando con otra pieza.
 Eché mano del mismo señuelo que Walter estaba utilizando y no tardé en clavar mi primera lubina.
Para esta jornada, Walter me dejó una caña Cinnetic Cautiva Caranx que me gustó mucho por su comportamiento y por la acción, pues lanzaba con facilidad los señuelos que había escogido..
El cambio de señuelo hizo que pudiera ir ascendiendo en el marcador, hasta llegar al empate..
Luego concatené tres lubinas más, que se fueron por donde vinieron. Un hat trick que me vino muy bien.
Tras una rato bromeando con mi compañero, por aquello de que iba por delante en el marcador, este se puso las pilas y logró equilibrarlo. Pero tras el empate, volvió a ponerse por delante.
El equipo local se alejaba en el marcador, pero eso no podía quedar así. Tras un gol fantasma por mi parte, ya que la lubina se soltó al lado de la embarcación, pedí ver la repetición. El gol no subiría al marcador, ya que no toqué escama alguna.
Pero cambiando de táctica, logré acercarme algo más en el computo de la primera mitad.
Walter cambió su delantero estrella de Berkley, por otro de la misma cantera: el Giant Ripple Shad.
Pensé que ninguna lubina osaría atacar a semejante señuelo, pero tras bastantes minutos intentándolo, uno de estos serránidos dio buena cuenta de él, hasta tal punto que lo engullió por completo.
Tras un buen rato sin actividad, las lubinas volvieron a atacar y retomé mi cuenta goleadora.
La delantera del equipo visitante logró acercarse y batir nuevamente al guardameta, subiendo otro tanto a mi marcador. Tenía la oportunidad de empatar el partido, así que ataqué con un esquema claramente ofensivo.
Llegó el momento de la verdad. Un robalo placó mi artificial y así se quedó el anzuelo cuando llegó a mi mano. Era un penalti clarísimo, pero el árbitro no lo señaló, por lo que me quedé con la miel en los labios.
Poco después fue Walter el que tuvo al alcance de su mano otro robalo, pero el árbitro aplicó el mismo criterio, por lo que no hubo penalti a su favor.
Las luces de la tarde se despedían y el partido tocaba a su fin.

Local 12 - 10 Visitante

Este fue el marcador final en un partido en el que la diversión estuvo asegurada en todo momento, por la calidad de las jugadas y la definición de los delanteros de ambos equipos.
Con todo decidido, tocó irse a los vestuarios y de ahí para casa.

Espero que en la próxima los robalos no nos cojan fuera de juego jejeje.

lunes, 7 de enero de 2013

Robalos de Reyes

Este fin de semana se podría decir que tuvimos un par de jornadas de Xtreme Fishing, ya que las condiciones que nos encontramos en ambas, fueron más movidas de lo habitual.
 El sábado quedamos Esteban, Carlos, Ricardo, José Ángel y yo. La mañana nos recibía con mucho frío, a pesar de encontrarnos en la costa, sin embargo, una vez junto al mar, su aliento salino nos brindó una temperatura más agradable.
Comenzamos a repartirnos por las rocas próximas y se efectuaron los primeros lances.
 Hasta donde alcanzaba la vista, el Atlántico estaba desbocado. Olas de más de 2 metros y con una frecuencia que nos mantenía alerta en todo momento.
La espuma se había adueñado de toda la franja de mar cercana a la costa y nuestros señuelos navegaban entre ella, con la intención de engañar alguna lubina.
-- Un dato muy curioso --
Caminando por la orilla, me encontré con un hombre mayor que se encontraba pescando a fondo. Hablando con él, me contó una historia muy interesante de un hecho acaecido en el año 1969.
Parece ser que aquel año, aparecieron por la costa de Oia, unos peces que destrozaban los chivos y que mostraban una voracidad nunca antes vista, hasta tal punto de que tuvieron que echar mano de bajos confeccionados con cable de acero, para hacerles frente. Estos peces eran conocidos en aquel momento por "los 69". Por los datos que me aportó, diría que los peces en cuestión eran anjovas, aunque evidentemente no lo podría asegurar. Sin duda fue una historia que me llamó mucho la atención, pues sólo aparecieron por aquel lugar en aquel año.
Mientras me encontraba hablando con el pescador, Carlos capturó la primera lubina de la jornada. A pesar de ser pequeña, animaba un poco al grupo. Por desgracia no hubo tiempo para tomar la instantánea, ya que esta tenía mucha prisa por volver a su medio.
A pesar de ser un hecho positivo, algo me decía que no lo tendríamos fácil a la hora de encontrarnos con nuestras amigas plateadas. 
 Tras un buen rato sin resultados, Esteban tuvo una picada que no se materializó en captura.
Aún así no tirábamos la toalla y seguíamos intentándolo.
 El mar tenía momentos en los que nos mostraba su cara más violenta. Llegados a este punto hubo que echar mano del chivo, ya que es uno de los pocos señuelos capaces de pescar en estas condiciones.
 La mañana transcurría y la única actividad que tuve por mi parte, fue la de recuperar un par de señuelos a dos compañeros.
En algunos momentos me detenía para maravillarme con el espectáculo que teníamos justo delante. Un mar bravo que rompía con fuerza contra las rocas y que dibujaba un sinfín de formas con el agua pulverizada.
 Como si de avalanchas de nieve se tratase, las olas de un blanco puro se abalanzaban sobre nuestra posición. Eran momentos de pausa obligada, ya que nuestros señuelos eran simples marionetas en su regazo.
 El sol comenzó a ganar altura, mientras el mar se calmaba un poco más.
Yo optaba por volver a utilizar los peces artificiales, mientras que otros compañeros eran fieles a los vinilos. Sin embargo los esfuerzos de ambos por engañar alguna pieza fueron estériles.
 Aún había tiempo de cambiar de zona y buscar un lugar más resguardado, así que dimos media vuelta para poner rumbo a un nuevo emplazamiento. De paso pararíamos a tomar algo, por lo que me apresuré en llegar al coche, ya que el desayuno hacía mucho tiempo que había sido metabolizado por mi cuerpo jejeje.
Tras la parada, probamos en otro punto pero la tónica fue la misma que la de la mañana.
Con el reloj marcando la hora de comer, ya sólo me quedaba despedirme de mis compañeros hasta otro día.

-- Día de Reyes --
En esta mañana tan especial, me iba a embarcar en una experiencia que ya tenía muchas ganas de afrontar, así que casi sin dormir, me levanté para reunirme con Rubén y Esteban.
Tras una hora de viaje, llegamos al puerto de Aguiño. Allí buscamos un bar en el que tomar un café, ya que la mañana también nos había recibido como el día anterior: con mucho frío.
A continuación tocaba cambiarse. Mientras preparábamos el material de pesca, llegó Juan Manuel (de la empresa Mar de Aguiño).
Si amigos, esta idea ya me rondaba la cabeza desde hacía mucho tiempo y por fin se iba a materializar. Y además en el Día de Reyes.
 En esta jornada íbamos a la búsqueda de "nuestro regalo". 
Por lo que me habían contado muchos pescadores que ya habían disfrutado de una jornada de pesca con los hermanos Oujo, la tranquilidad que transmiten con la embarcación es enorme, así que durante la travesía hacia el primer punto de pesca, me preocupé de disfrutar del entorno en el que nos movíamos.

Una vez en posición, los señuelos comenzaron a sobrevolar las olas para acto seguido introducirse en el agua.
La primer captura no tardó el llegar. El afortunado en inaugurar el marcador, fue Esteban. Poco después, mi Savage Gear Cannibal color perla, regalo de Walter, engañaba otra lubina.
Nuevamente Esteban repetía con otro pez, pero este anunciaba una dura lucha con una carrera sacando línea. Era un bello robalo que ponía a prueba tanto al material como al pescador.
Una nueva lubina se aferraba a mi vinilo, pero en este caso se soltaba en la maniobra de acercamiento.
La jornada se prometía tan movida como el mar en el que nos encontrábamos.
Cambiamos de zona tras el cese de la actividad y vuelta a la carga.
Las picadas no se hicieron esperar y nuevas piezas eran izadas a bordo. Una pequeña lubina había encontrado muy apetecible mi vinilo, así que la libré del anzuelo y de vuelta al mar.
Rubén también se estrenó en una zona de aguas muy batidas, lo cual me alegró porque todos habíamos tocado escama.
Juan Manuel nos llevó a un nuevo emplazamiento y vuelta a empezar. Los vinilos estaban siendo muy efectivos y las picadas se sucedían, si bien no todos los peces llegaban a bordo.
Otra lubina pequeña se prendió en mi señuelo, por lo que procedí de la misma manera que con la anterior.
La jornada ya me había entusiasmado, pero aún había tiempo para unos lances más.
En uno de estos lances, arrimado a una roca que afloraba tímidamente, algo detuvo bruscamente mi recogida.
Este era un pez mayor que los que había capturado a lo largo de la mañana. Tras un breve combate, fui acercándola, con el corazón a toda máquina, pues estaba temeroso de que se librase del anzuelo.
Justo cuando Juan Manuel metía la sacadera en el agua, el robalo ejecutaba una potente huida que le concedía unos metros de línea, sin embargo no pudo doblegarme y al final la logramos poner en seco.
Ya no había tiempo para más, así que hicimos la foto final de la jornada, para a continuación poner rumbo a puerto.
Había una palabra que resonaba en el interior de mi cabeza ... !!Fantastico¡¡
Este fue el resultado de la jornada. Una caja de lubinas que en un día como el de Reyes, alegra a cualquiera.
Una vez cambiados, nos hicimos unas fotos para el recuerdo. 
Sólo lamenté que Rubén no hubiera triunfado con una pieza de porte, pero estoy seguro que volverá a saborear el éxito, como hizo días atrás.
Con todo recogido, nos fuimos a un bar cercano a desayunar. Allí conocimos al hermano y al padre de Juan Manuel.
Mientras dábamos buena cuenta del café y la bollería, nuestro anfitrión subió la foto de la jornada a su página de Facebook (https://es-es.facebook.com/mardeaguino.pescaxtrema).
Poco después, nos informaron que Manel estaba cerca de dónde nos encontrábamos, por lo que aguardamos a que llegara. Este venía acompañado de Roberto. Tras despedirnos de Juan Manuel, nos fuimos al bar nuevamente a tomar unas cervezas.
Este fue el punto y final a una jornada muy entretenida, con charla de pesca para finalizar.
A buen seguro que volveré a repetir esta experiencia, ya que desde mi punto de vista, es algo digno de probar.