jueves, 16 de mayo de 2024

Reos, Salmones y más

 1 de mayo, "Día del Trabajo" y día de la apertura del reo y salmón. Es el momento de quedar con los amigos y madrugar jejeje. Pensé que llegaba el primero, pero ya estaba Jose en el punto de encuentro. Jorge tuvo un fallo técnico y llegó algo más tarde. Luis y Xiao que venían de lejos, fueron los que llegaron de últimos, pero con el licor café preparado para "calentar" motores.

Las condiciones de agua eran muy buenas y ya pude observar que había pescadores que portaban buenos ejemplares de reo y de trucha. Yo me limité a la captura y suelta, ya que todo resulta más fácil. Una foto y al agua.

Las truchas y los reos iban saliendo y ya teníamos noticias de que un compañero había capturado un salmón, que tuvo que soltar por no estar pescando en un coto salmonero.

A media mañana, le comenté a Xiao si quería lanzar en un pozo. Dado que tenía unas botas altas, le propuse ganar más distancia, llevándolo sobre mis hombros. El padre me dijo que los 60 kilos de la actualidad, ya distaban bastante del Xiao jovencito del 2021. Aún así, y con paso firme, pudo estar pescando un rato. Sólo le faltó la captura jejeje.

Llegó la hora de tomar algo en un "furancho" a la espera de la hora de comer. Cuando nos sentamos a la mesa, había cierto cansancio, sin embargo, las ganas de comer nos animaron a estar bien despiertos. Viandas variadas fueron pasando por la mesa, y yo me "ventilé" lo que alguno no era capaz de comer, dejando hueco para un par de postres, que me llamaban la atención.

Tras la comida, el sueño se apoderó de más de uno y es que el madrugón fue haciendo mella. Yo me conformé con un chupito de crema de orujo y un café para seguir activo jejeje.

Por la tarde éramos menos y yo me fui a un tramo libre sin muerte, junto con otros dos compañeros, que no tardaron en marcharse. Así que afronté el último tramo de la tarde en soledad y con tranquilidad.
Pude sacar algunos reos, si bien la cosa se complicaba con el anzuelo sin muerte, ya que les brindaba alguna opción más para soltarse.

A algún reo lo había que meter en la sacadera, porque estaba eléctrico. Y tras la foto, otra vez al agua, para seguir su camino, remontando el río.
Proseguí un rato más y llegué a un gran pozo. Lancé una cucharilla, tratando de prospectar toda la masa de agua. Y en una de las recogidas, un pez de talla formidable persiguió el señuelo sin muchas ganas. Cuando lo divisé de cerca, me di cuenta de que se trataba de un gran reo o de un salmón pequeño. Me quedé con la miel en los labios, porque hubiera sido un broche de oro para una jornada tan entretenida. Supongo que quedará para otro momento en el que me decida por el mismo escenario.

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