domingo, 26 de octubre de 2008

Tras los basses en Julio

Ordenando las fotografías de la temporada, me he encontrado con que no había publicado ninguna instantánea de esta jornada.
Había quedado con Antonio, para que probase la modalidad de pesca del bass con vinilos. Aún no había descubierto este fabuloso pez, así que nos desplazamos hasta el embalse más cercano para intentar sacar algunos.Los cangrejos no solo son víctimas de los basses y los humanos, sino de las garzas y los visones.En uno de los muchos entrantes del embalse Antonio capturó su primer ejemplar. No fue un ejemplar de mucho porte pero fue el primero, y como tal es algo especial.Fuimos escudriñando cada rincón en busca del verdoso bocazas. Las zonas de juncos son muy propicias en esas épocas.Los ejemplares más grandes no estaban por la labor, pero los pequeños iban entrando, y como se suele decir, mejor esto que nada.Junto a unas ramas hundidas, un lance preciso me dio un ejemplar algo mayor que los anteriores. Su liberación después de una férrea resistencia fue bien merecida.Vista del campus de la Universidad de Vigo, desde el embalse.Para rodear por completo el embalse, uno se aprovecha de un antiguo acueducto que llevaba el agua hasta unos molinos.

martes, 7 de octubre de 2008

Encuentro marino de Vigospinning

El mes pasado, algunos de los miembros del foro Vigospinning habíamos quedado para hacer una salida al mar. Un belga, dos argentinos y dos gallegos habíamos quedado en la playa de Melide, frente a las Islas Cíes, para intentar sacar alguna lubina o algún espárido.El día no parecía muy propicio para la modalidad. Es lo malo de quedar con tanta antelación. El mar tenía un oleaje aceptable, pero la marea no nos convencía.Después nos fuimos hasta un pequeño espigón, pues pescando con boya podría picar algún serránido. Como yo no había llevado el equipo necesario para esta modalidad, me limité a observar.La playa en la que habíamos estado anteriormente comenzó a llenarse de bañistas, pero el oleaje fue creciendo.Incluso los omnipresentes cormoranes parecían esperar el momento idóneo para zambullirse en el océano.Al cabo de un rato, le sugerí a Diego que fuésemos a una zona de espuma que había a nuestra derecha, pues veía muchas más probabilidades de éxito.No hubo que esperar mucho tiempo para que picase el primer pez. Maragotas y pintos fueron dando buena cuenta de los gusanos que habíamos llevado. Como no era de un tamaño aceptable, fueron volviendo al mar, con la esperanza que alcancen un tamaño mayor.Con la pleamar me despedí de los compañeros pues yo iba a pescar a una zona muy prometedora. La única pega es que debía esperar a que el mar bajase un poco más para disponer de espacio suficiente. Hasta entonces, me fui a dar un paseo fugaz de unos 7 kilómetros hasta el monte del Facho, desde el que se puede divisar la Costa de la Vela junto con las Islas Cíes. Además este monte cuenta con un castro celta, que se está excavando en la actualidad, y con un asentamiento romano. Las vistas desde este lugar son magníficas. Rápidamente volví al coche para cargar el equipo y comenzar el descenso a la zona de pesca.El mar rompía con fuerza y no era muy tranquilizador. Aquí abajo, sin cobertura de teléfono, es mejor no tener un traspiés. En cuanto tuve oportunidad, puse la carnada en los anzuelos y lancé a la rompiente, para después esperar la ansiada picada. Al cabo de un rato, observé a un chaval con una mochila que se movía de forma nerviosa. Cada poco miraba hacia mí y entonces me dí cuenta de que debía estar a mariscar. Seguramente no contaba que estuviera alguien allí abajo.
Observé a mi alrededor y entonces dije: -Es posible que sean ... Sí, sí que son ... Y qué grandes.
¡¡¡PERCEBES!!!
Piñas y piñas de percebes, de esos que para comprar un kilo hay que dejarse el sueldo del mes. Qué pena de no bajar una cacerola y un camping gaz. Las rocas circundantes rebosaban mejillones (las partes oscuras) y percebes (las partes claras).Volviendo a la pesca, hice unos lances en otras zonas que con la bajada de la marea me parecieron más prometedoras. Quedaban pocas oportunidades antes de emprender el ascenso.Con las gaviotas de regreso a sus zonas de reposo nocturno, puse fin a la jornada. Espero que la próxima vez que vuelva por la zona, lo haga con unas condiciones un poco más favorables.De vuelta a casa paré un momento para inmortalizar una escena que siempre quise tener en mi colección. No es otra cosa que la vista del puente de Rande por la noche. En este lugar tuvo lugar una importante guerra hace poco más de 300 años y en el fondo de la ría descansan los restos de varios galeones, esperando a ser rescatados. Para los que quieran saber más de este suceso.


Vídeo Chill Out.

miércoles, 1 de octubre de 2008

Ultimo día en el Lambre: día 5

(Atentos a los vídeos)
El último día de mi andadura por tierras coruñesas, lo pasaría junto a Nino en el río Lambre.
El día anterior habíamos divisado algún reo de entrada (reo fresco) en la zona intermareal y por eso nos dirigimos hasta ese mismo lugar para comenzar la pesca por la mañana.
Si ampliáis la fotografía, podréis observar en el centro a un reo. Se puede deducir que está en un tramo intermareal, por las algas pardas que colonizan el fondo y el lateral.Vadeando por el Lambre, nos podemos encontrar con lugares en los que parece que se haya detenido el tiempo. Este puente de aspecto desvencijado es testigo mudo de la migración de los salmónidos en este curso fluvial.Después de un rato sin observar ningún reo, Nino decidió ir más arriba, pues una semana antes, había localizado a un grupo de reos, que presumiblemente se encontrarían algo más arriba.

Y al fin fueron llegando las capturas. Primero una trucha y luego un reo que saltó más de un metro, fuera del agua. Fue una pena no captar el momento.En torno a las 2:30 de la tarde, abandonamos el río para ir a comer. A esa hora no podríamos imaginar los momentos que nos proporcionarían la tarde y la noche.Ya por la tarde, enfundados en nuestros vadeadores, afrontábamos las últimas horas de pesca en este río. Fuimos escrutando las posturas de los reos junto a los helechos, para intentar sacar algún reo más.

En esta ocasión, el enorme reo tenía un as escondido "bajo la aleta".Esta trucha fue engañada poco antes de que una cuadrilla de cazadores comenzaran a rastrear con los perros junto al río, lo que precipitó nuestra salida del mismo.
Emprendimos el camino de vuelta para afrontar los escasos 20 minutos de oscuridad, "riscando" en un pozo que habíamos visitado el día anterior.

Esto fue lo que sucedió: Después de unos 2-3 minutos luchando con el pez, le dije a Nino que comenzase a grabar ...

... después nos fuimos para el pozo que precedía a este, con la esperanza de clavar otro pez, y allí ocurriría "El Momento" de la jornada.
En uno de los lances río abajo, y con la imposibilidad de mirar pez alguno, debido a la ausencia de luz, algo interrumpió mi recogida. Clavé con decisión pues el freno del carrete estaba bien regulado, y la bobina comenzó a "cantar" la salida del hilo. Lo que había clavado, estaba a gran distancia y podía intuir que la caña estaba muy flexionada bajo la enorme tensión. Otros 3 ó 4 agónicos minutos, pero esta vez el pez no salía a la superficie. El brazo me dolía una barbaridad y el hilo que recuperaba con esfuerzo, rápidamente era sacado de la bobina. No daba crédito a lo que estaba viviendo. Nino seguía con la caña en la mano junto a mí. Le pedí que me lanzase la sacadera para estar preparado. El pez no daba salido y el bíceps me pedía una tregua, pero de repente se escucha una voz que proviene de la orilla opuesta. Este es el diálogo que se produjo desde aquél instante:
Pescador: - Oye.
Yo: -Dime.
Pescador: - ¿Tú no tendrás enganchado mi sedal?
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA
La reacción no podía ser otra. Le dije al pescador que recuperase su artificial y que liberase el mío. Mientras hacía esto, el pescador me comentaba, que por un momento pensó que había enganchado a un caballo. Yo le comenté que estando en silencio absoluto, era difícil imaginar aquella situación. Nino se reía a carcajadas y con esta anécdota dimos por concluida la jornada.
Ya de camino a casa, montados en el Patrol, recordábamos la anécdota y nos reíamos aún más.

En fin, esto ha sido lo que ha dado de sí una semana en compañía de Nino al que agradezco su hospitalidad y su amistad, al igual que a Gonzalo, con quién compartí los dos primeros días de pesca.
Espero que para el año pueda estar nuevamente con vosotros.

En el Mandeo ( Manus Dei): día 4

El sábado tocaba ir de pesca a un río que Nino conoce muy bien, pues muchas horas le ha dedicado a pescar en sus aguas cobrizas y en sus riberas de exuberante vegetación.
Pero antes de comenzar a pescar en el río Mandeo, teníamos que ir a sacar los cotos para pescar el río Lambre al día siguiente. Hay una anécdota con este río y es que en una ocasión, Nino escuchó a un pescador foráneo calificar a este curso fluvial como "Puto regato de mierda". Me parece algo ilógico describir a este río de esta manera, cuando se trata de un río bien conservado, con truchas, reos, algunos salmones, vegetación de ribera autóctona y un estuario poblado de zonas con juncos en la que habitan las especies propias de estos ambientes, tales como sollas, mújoles y lubinas. (En fin, hay gente que sigue juzgando a las cosas y a las personas por la apariencia. Craso error).Este es un pozo del río Lambre a unos cientos de metros de su desembocadura, y que será el protagonista de la última jornada de pesca. Ya lo veréis.Zona intermareal del Lambre, por encima de Ponte do Porco. Los reos recién entrados se aclimatan aquí al agua dulce para emprender el ascenso río arriba.Vista del Lambre en su llegada al mar desde a Ponte do Porco. Escenario de jornadas de pesca marinas, este es uno de los destinos invernales para pescar lubinas.Con los cotos del día siguiente en nuestras carteras, nos desplazamos hasta el río Mandeo, para intentar engañar algún reo con los peces artificiales, antes de ir a comer. En la fotografía aparece el pozo de Chelo. Pozo en el que suelen salir buenos ejemplares de reo y que cuenta con una escala salmonera. Además dispone de unas zonas habilitadas para la pesca de gente minusválida. Estas construcciones permiten que este grupo de gente también pueda disfrutar de la pesca en tan excepcional entorno.

Después de comer nos fuimos para una de esas zonas inaccesibles que conoce Nino, para intentar engañar algún pez con la mosca seca. Aunque Nino toca la bocina en alguna curva, creo que si alguien se encuentra de frente con el "Ninomóvil" se llevará un susto soberbio. En estas zonas boscosas, son frecuentes los encuentros con jabalíes, tejones, zorros y otras criaturas.El río discurría espléndido por estos valles. Aguas impolutas y bravos peces son un binomio constante por estos lugares.Por estos fabulosos tramos fuimos sacando varias truchas de magnífica librea. Algún reo rechazó también nuestras imitaciones, pues con el río bajo, el reo tiene más oportunidades de salir victorioso del juego del pescador.Con la disminución de la luz fuimos apurando los últimos lances con nuestras moscas, ya que en esta ocasión también intentaríamos engañar a los reos con el "risco".Estuvimos "riscando" un buen rato sin ningún resultado. Nino ya había desistido, pero yo aún apuraba los últimos lances en la oscuridad, antes de que se agotase la hora después del ocaso, que es la que nos marca el momento de abandonar el río.

Siempre que voy con Nino de pesca aprendo cosas nuevas sobre técnicas, costumbres de los peces, curiosidades, etc. Tendríais que ver con qué suavidad posa la mosca y en qué lugares. Hay presentaciones que parecen imposibles pero él acaba rizando el rizo.