Hacía algún tiempo que quería hacer una visita a las costas coruñesas. En primer lugar por cambiar de escenarios y en segundo lugar por si tenía más suerte que en las rías bajas.
Rubén y yo madrugamos bastante y pusimos rumbo a una zona que conocía un poco.
La niebla fue una mala acompañante durante el trayecto, por lo que nos demoramos un poco en llegar al lugar.
Una vez allí sólo existe el inconveniente de bajar a las zonas de pesca, pues el desnivel es considerable. Hay que extremar las precauciones, pues un traspié se puede traducir en una desgracia.El mar estaba bastante bueno, salvo por algunas algas que flotaban junto a la orilla.
Tratamos de librarlas, pero estas recorrían un buen tramo de costa.En los primeros intentos, mi compañero tuvo una picada, pero esta no se aferró. Este hecho prometía una buena jornada, pero en esto de la pesca no hay nada dicho hasta que se recogen los bártulos.Había rompiente, había espuma y ganas de capturar la primera pieza.
Insistimos bastante en el lugar, pues cambiar de zona requiere bastante esfuerzo.Probé con paseantes, poppers y minnows. El resultado fue el mismo con todos, salvo por la picada de una aguja, que logró soltarse con un salto espectacular.
Rubén depositaba sus esperanzas en el Max Rap, pero tampoco tuvo la fortuna de cara.Eché un vistazo a nuestro alrededor y sugerí cambiar de zona en cuanto subiera un poco más la marea.
Quedarse aislados en una roca no entraba en nuestros planes, lo que hacía que tuviéramos que estar atentos a las evoluciones del mar.La prospección de toda la zona no tuvo resultados, así que tocaba cambiar de lugar.
Apuramos los últimos lances y nos preparamos para el ascenso.
Calculábamos cada paso que debíamos dar, pues estas rocas nada tienen que ver con las que estamos acostumbrados a pisar.Nos dirigimos hacia otro punto, por una senda de pequeño recorrido (PR-G87). Moviéndonos por los pasillos creados entre los helechos, llegamos hasta este bonito lugar, desde el que continuamos hacia nuestro destino.Una vez en acción de pesca, tuvimos la oportunidad de ver nadar a unos cuantos delfines mulares. Cuando estos andan cerca, los pescadores solemos decir que la jornada ya está abocada al fracaso, pero nosotros no estábamos para dar excusas por la falta de picadas.
Sin embargo estuvimos probando suerte en un lugar en el que intuí una figura. Me di cuenta que se trataba de un pescasub, que pasó inadvertido para nuestros ojos hasta que se aventuró en la espuma. De hecho estuve a punto de engancharlo con mi señuelo jejeje.
Pudimos comprobar que no portaba boya alguna (cosa que creo es obligatoria). Tan solo llevaba el fusil y una bolsa hecha con red, lo que nos extraño bastante.El cambio de lugar en esta costa, se hace bastante agotador, pero las ganas pueden más que lo que te dicta el cuerpo.
La senda pasaba tan cerca de los acantilados, que un despiste puede ocasionar un grave accidente. Y sin embargo, los senderistas y ciclistas pasan muy confiados. Nosotros preferíamos pecar de precavidos y nos asomábamos con cautela.
Aquí nos era factible la bajada, pero la subida ya sería otra cosa, por lo que descartamos aventuranos por el lugar.Después encontramos una bajada de mucha pendiente, en la que habían hecho unos escalones.
La comodidad de estos nos permitió bajar a inspeccionar el lugar y decidimos hacer unos lances.
Nos encontramos con dos pescadores que probaban suerte desde una embarcación, pero mientras estuvimos allí, no capturaron pieza alguna.
El ascenso por la pendiente también se hizo cómodo, a pesar de los 50 cm de cada escalón.Antes de marcharnos a comer, decidimos localizar algún otro punto, pero sin los equipos de pesca.
Pusimos rumbo hacia O Seixo Branco, pues nunca había estado allí. Sería una pena estar tan cerca y no visitar este lugar, pues tiene su encanto.Aquí pudimos apreciar la veta de cuarzo blanco (seixo branco) que da nombre al lugar.
Algún suceso antediluviano dejó esta marca tan original en una costa ya de por sí, fantástica.
Las vistas del mar y de la ciudad de A Coruña son magníficas, pero este lugar esconde un atractivo en las rocas por las que nos movíamos.Se trata de las Furnas. Estas cavidades en la roca son producto de la lucha entre el mar y la roca.
Siglos y siglos de incesante batir de las olas, han creado unos orificios, por los que el agua de mar entra y golpea en su interior. El sonido y el agua pulverizada resultante sale por la parte superior, como si de una ballena se tratase.
En este enlace podíes ver un vídeo de una furna asturiana.Las furnas están valladas para evitar accidentes, pues la profundidad de estas es bastante grande.
Su interior está tapizado por diversas especies botánicas, si bien los helechos son las más vistosas.----- Precaución -----
En uno de los acantilados miramos a dos pescadores. Se trataba de un hombre y un niño. Cuando nos acercamos, nos dimos cuenta de que ambos estaban sobre una pequeña porción de tierra y que sólo unos centímetros los separaban de una caída de decenas de metros, sobre afiladas rocas. Estaban pescando a fondo desde aquella altura y ambos pensamos en qué ocurriría si el niño capturase una buena pieza o enganchase el plomo en la recogida. Las posibilidades de caer desde aquel lugar eran bastante altas y más si tenemos en cuenta de que se movían en un espacio reducido con demasiada confianza. Como yo digo que un pez no vale una vida, no creo que sea recomendable pescar en un lugar así, pues el mar ya se cobra demasiadas vidas cada año.Nos acercamos a un par de sitios más para ver las posibilidades de pescar en otra ocasión.
Creo que la zona es muy adecuada para la pesca del sargo, pues hay muchos puntos donde el agua tiene un color muy bueno para la pesca de este espárido.
No nos demoramos más en nuestra partida, así que pusimos rumbo a Ribeira.Después de una buena comida en uno de los muchos restaurantes del lugar, nos fuimos a la búsqueda de una zona en la que poder pescar.
Tuvimos que buscar una zona con algo de rompiente, pues aquí el mar parecía algo más sosegado que en la costa en la que habíamos estado por la mañana.En una ensenada se me escapó una aguja en un lance muy largo. Ante esta situación coloqué el Spittin´Wire en la grapa y comencé a animarlo en la superficie.
Este señuelo alcanza grandes distancias y al poco tiempo de tocar el agua, una aguja se abalanzaba sobre él. En poco tiempo tuve ocho picadas. No sé si fue por la distancia o porque tomaban el engaño con recelo, que no fui capaz de sacar ejemplar alguno.
Y sin embargo Rubén capturó una con su Max Rap.Volvimos a cambiar de lugar y esta vez dimos con una buena rompiente.
Tan buena que Rubén y yo tuvimos sendas picadas de dos buenos peces. Ninguno de ellos llegó a nosotros, pero pocos lances después, mi compañero capturaba esta lubina.
Con ayuda de los alicates, la liberé de los anzuelos y después la solté en el agua.
Aprovechamos el mometo y tuve dos picadas más de agujas. Estas no se aferraban a los anzuelos y no conseguí traerlas hasta mi mano.Cabizbajo por tan mala fortuna, probé suerte a engañar algún mújol con un pequeño vinilo, pero estos no estaban por la labor.
Fue una jornada agridulce, pues los lugares que visitamos son excelentes, pero la fortuna no nos acompaño. Esperemos tener más suerte en otra ocasión.
Por otra parte, quisiera que echáseis un vistazo a este enlace, pues es muy interesante para todos los pescadores:
"El bolo"
La niebla fue una mala acompañante durante el trayecto, por lo que nos demoramos un poco en llegar al lugar.
Una vez allí sólo existe el inconveniente de bajar a las zonas de pesca, pues el desnivel es considerable. Hay que extremar las precauciones, pues un traspié se puede traducir en una desgracia.El mar estaba bastante bueno, salvo por algunas algas que flotaban junto a la orilla.
Tratamos de librarlas, pero estas recorrían un buen tramo de costa.En los primeros intentos, mi compañero tuvo una picada, pero esta no se aferró. Este hecho prometía una buena jornada, pero en esto de la pesca no hay nada dicho hasta que se recogen los bártulos.Había rompiente, había espuma y ganas de capturar la primera pieza.
Insistimos bastante en el lugar, pues cambiar de zona requiere bastante esfuerzo.Probé con paseantes, poppers y minnows. El resultado fue el mismo con todos, salvo por la picada de una aguja, que logró soltarse con un salto espectacular.
Rubén depositaba sus esperanzas en el Max Rap, pero tampoco tuvo la fortuna de cara.Eché un vistazo a nuestro alrededor y sugerí cambiar de zona en cuanto subiera un poco más la marea.
Quedarse aislados en una roca no entraba en nuestros planes, lo que hacía que tuviéramos que estar atentos a las evoluciones del mar.La prospección de toda la zona no tuvo resultados, así que tocaba cambiar de lugar.
Apuramos los últimos lances y nos preparamos para el ascenso.
Calculábamos cada paso que debíamos dar, pues estas rocas nada tienen que ver con las que estamos acostumbrados a pisar.Nos dirigimos hacia otro punto, por una senda de pequeño recorrido (PR-G87). Moviéndonos por los pasillos creados entre los helechos, llegamos hasta este bonito lugar, desde el que continuamos hacia nuestro destino.Una vez en acción de pesca, tuvimos la oportunidad de ver nadar a unos cuantos delfines mulares. Cuando estos andan cerca, los pescadores solemos decir que la jornada ya está abocada al fracaso, pero nosotros no estábamos para dar excusas por la falta de picadas.
Sin embargo estuvimos probando suerte en un lugar en el que intuí una figura. Me di cuenta que se trataba de un pescasub, que pasó inadvertido para nuestros ojos hasta que se aventuró en la espuma. De hecho estuve a punto de engancharlo con mi señuelo jejeje.
Pudimos comprobar que no portaba boya alguna (cosa que creo es obligatoria). Tan solo llevaba el fusil y una bolsa hecha con red, lo que nos extraño bastante.El cambio de lugar en esta costa, se hace bastante agotador, pero las ganas pueden más que lo que te dicta el cuerpo.
La senda pasaba tan cerca de los acantilados, que un despiste puede ocasionar un grave accidente. Y sin embargo, los senderistas y ciclistas pasan muy confiados. Nosotros preferíamos pecar de precavidos y nos asomábamos con cautela.
Aquí nos era factible la bajada, pero la subida ya sería otra cosa, por lo que descartamos aventuranos por el lugar.Después encontramos una bajada de mucha pendiente, en la que habían hecho unos escalones.
La comodidad de estos nos permitió bajar a inspeccionar el lugar y decidimos hacer unos lances.
Nos encontramos con dos pescadores que probaban suerte desde una embarcación, pero mientras estuvimos allí, no capturaron pieza alguna.
El ascenso por la pendiente también se hizo cómodo, a pesar de los 50 cm de cada escalón.Antes de marcharnos a comer, decidimos localizar algún otro punto, pero sin los equipos de pesca.
Pusimos rumbo hacia O Seixo Branco, pues nunca había estado allí. Sería una pena estar tan cerca y no visitar este lugar, pues tiene su encanto.Aquí pudimos apreciar la veta de cuarzo blanco (seixo branco) que da nombre al lugar.
Algún suceso antediluviano dejó esta marca tan original en una costa ya de por sí, fantástica.
Las vistas del mar y de la ciudad de A Coruña son magníficas, pero este lugar esconde un atractivo en las rocas por las que nos movíamos.Se trata de las Furnas. Estas cavidades en la roca son producto de la lucha entre el mar y la roca.
Siglos y siglos de incesante batir de las olas, han creado unos orificios, por los que el agua de mar entra y golpea en su interior. El sonido y el agua pulverizada resultante sale por la parte superior, como si de una ballena se tratase.
En este enlace podíes ver un vídeo de una furna asturiana.Las furnas están valladas para evitar accidentes, pues la profundidad de estas es bastante grande.
Su interior está tapizado por diversas especies botánicas, si bien los helechos son las más vistosas.----- Precaución -----
En uno de los acantilados miramos a dos pescadores. Se trataba de un hombre y un niño. Cuando nos acercamos, nos dimos cuenta de que ambos estaban sobre una pequeña porción de tierra y que sólo unos centímetros los separaban de una caída de decenas de metros, sobre afiladas rocas. Estaban pescando a fondo desde aquella altura y ambos pensamos en qué ocurriría si el niño capturase una buena pieza o enganchase el plomo en la recogida. Las posibilidades de caer desde aquel lugar eran bastante altas y más si tenemos en cuenta de que se movían en un espacio reducido con demasiada confianza. Como yo digo que un pez no vale una vida, no creo que sea recomendable pescar en un lugar así, pues el mar ya se cobra demasiadas vidas cada año.Nos acercamos a un par de sitios más para ver las posibilidades de pescar en otra ocasión.
Creo que la zona es muy adecuada para la pesca del sargo, pues hay muchos puntos donde el agua tiene un color muy bueno para la pesca de este espárido.
No nos demoramos más en nuestra partida, así que pusimos rumbo a Ribeira.Después de una buena comida en uno de los muchos restaurantes del lugar, nos fuimos a la búsqueda de una zona en la que poder pescar.
Tuvimos que buscar una zona con algo de rompiente, pues aquí el mar parecía algo más sosegado que en la costa en la que habíamos estado por la mañana.En una ensenada se me escapó una aguja en un lance muy largo. Ante esta situación coloqué el Spittin´Wire en la grapa y comencé a animarlo en la superficie.
Este señuelo alcanza grandes distancias y al poco tiempo de tocar el agua, una aguja se abalanzaba sobre él. En poco tiempo tuve ocho picadas. No sé si fue por la distancia o porque tomaban el engaño con recelo, que no fui capaz de sacar ejemplar alguno.
Y sin embargo Rubén capturó una con su Max Rap.Volvimos a cambiar de lugar y esta vez dimos con una buena rompiente.
Tan buena que Rubén y yo tuvimos sendas picadas de dos buenos peces. Ninguno de ellos llegó a nosotros, pero pocos lances después, mi compañero capturaba esta lubina.
Con ayuda de los alicates, la liberé de los anzuelos y después la solté en el agua.
Aprovechamos el mometo y tuve dos picadas más de agujas. Estas no se aferraban a los anzuelos y no conseguí traerlas hasta mi mano.Cabizbajo por tan mala fortuna, probé suerte a engañar algún mújol con un pequeño vinilo, pero estos no estaban por la labor.
Fue una jornada agridulce, pues los lugares que visitamos son excelentes, pero la fortuna no nos acompaño. Esperemos tener más suerte en otra ocasión.
Por otra parte, quisiera que echáseis un vistazo a este enlace, pues es muy interesante para todos los pescadores:
"El bolo"
Siempre pienso...aquí, aquí, aquí tiene que entrar algo...la puesta es ideal, como remueve y que espumero xeitoso crea...peeero, perito, parece que las caprichosas no tienen apetito.
ResponderEliminarBolo por aquí, bolo por allá...
Sempre nos quedará un cacho de queixo con membrillo e un bolo de pan.
Un saludo José, hay que ser sufridos, e non mancarse.
Bonita excursión..
ResponderEliminarLo de algunos no tiene límites,arriesgar así la vida de un niño..y la suya propia,que inconsciente..
No ha sido una jornada fructífera en cuanto a pescado pero el paseo a merecido la pena..
S2
Con semejante jornada de pesca y con cambios de grandes escenarios y el resultado no es muy buenos, eso es síntoma de las pocas lubinas que no dan acercado a la costa y se encuentran desaparecidas. En estas costas de bajamar es muy difícil pescar por la presencia de algas.
ResponderEliminarBuen reportaje y no te desanimes José y Ruben que esos mismos sitios en otra situación seguro que da más resultados.
Un saludo José y Ruben
Si Julio. Eso también me pasa a mí. Lugares que son de libro y se quedan en eso.
ResponderEliminarLa pesca a menudo nos pone los pies en la tierra. Por muy superiores que nos creamos a otros seres, estos no dejan de darnos curas de humildad.
Saludos
Fermintxo, lo de esa gente no me parece lógico pero ahora entiendo el grado de mortandad en el ámbito de la pesca. Creo que a veces nos arriesgamos innecesariamente.
ResponderEliminarSaludos
Doy fe de que no se han acercado Migeul, porque en el agua seguro que están.
ResponderEliminarAhora tocará esperar tiempos mejores para volver a la carga.
Saludos
Me alegra que la pasaran bien Jose, pena que no pude acompañarlos,...otra sera,..
ResponderEliminarPD: Como hiciste para q madrugara Ruben? jeje...
Pues la cosa fue fácil Diego ... L e dije que pescaríamos como mínimo un par de robalos de 5Kg jejeje
ResponderEliminarSaludos
Estupendo reportaje otografico como siempre Jose, y vaya pinta que tienen esos tajitos que muestras en tus fotos.
ResponderEliminarSaludos Fito.
Lo que admiro de ti es una de las cualidades mas importantes en la pesca, la perseverancia. No dejas una jornada por nada y insistes hasta que consigues el objetivo y sino te vas a casa y al proximo dia estas el primero en el lugar elegido. Eres un crack Josiño. Un saludo
ResponderEliminaracabo de ver as tuas fotos e gustaronme moyto eres moy bo non coma algun que coñezo van de listos e nin saben pescar enhouraboa eres autentico.Saudos.
ResponderEliminarMuchas gracias Fito. Lo cierto es que el lugar tiene tela.
ResponderEliminarSaludos
Pablo. la perseverancia tiene que ser una cualidad importante, por una sencilla razón: Uno no puede pretender ir a pescar y besar el santo con una captura memorable.
ResponderEliminarHay que insistir en zonas prometedoras y en algún momento saldrá esa captura.
Saludos
Moitas grazas anónimo. Un ten que intentar poñer en práctica o que sabe e deixarse asesorar por outros que levan máis tempo neste mundo.
ResponderEliminarSaúdos e alegrome de que che gusten as fotos.