sábado, 6 de agosto de 2011

La ley de Murphy

El pasado sábado me fui con mi amigo Adrián hasta la costa, a probar suerte con la lubinas.
Las condiciones eran buenas y había muchas posibilidades de triunfar, por lo que buscamos un lugar apropiado y comenzamos a lanzar en la rompiente.Además el ocaso estaba cerca, por lo que el descenso de la intensidad lumínica jugaba a nuestro favor.
Estuvimos un buen rato sin sentir nada, por lo que nos fuimos desplazando a nuevas zonas.Aquí, las laminarias nos hicieron pasar malos momentos con repetidos enganches. Pero el mar rompía a buen ritmo y no cejamos en el empeño de engañar alguna lubina.Cuando el sol se disponía para acariciar la superficie del agua, nos preparamos para el momento mágico.
Los cambios de luces suelen ser portadores de grandes instantes y este podía agraciarnos con el ansiado robalo. Pero en lugar de eso, el mar se tornó bravo, peligroso. Y con este panorama ya poco podíamos hacer.El único trofeo que nos llevamos de esta jornada, fue este bello atardecer grabado en nuestras retinas.
Las buenas condiciones no nos fueron favorables, así que volvimos para casa un tanto cabizbajos.

Al día siguiente ...

Con 4 horas de sueño, me levanté para poner nuevamente rumbo a la costa. En esta ocasión acompañaría a Diego y a Rubén.
Cuando llegué al punto de encuentro, ellos ya se encontraban allí.
Poco después partimos rumbo a una zona en la que el mar moviera un poco, ya que las condiciones de ese día eran bastante malas.Diego sugirió una zona y para allá nos fuimos. La zona era válida aunque las condiciones eran más bien malas.
Pero sonó la flauta y capturé la primera lubina. El pez era de escaso porte y esto le otorgaba la libertad inmediata, por lo que una breve pose en mi mano, bastó para restituirla a su medio yodado.
Me seguía lamentando de las malas condiciones, cuando tuvo lugar la segunda picada. Otra lubineta engañada con un Tide Minnow entre la poca espuma que se dejó ver por el lugar.Como el oleaje era escaso, me dispuse a probar suerte con un paseante. Cuando llega este momento, mi mano se dirige hacia el receptáculo de la riñonera en el que está ubicado el Spittin´Wire. Es el paseante que mejores resultados me ha dado y lo mejor es que auna buen movimiento y gran capacidad de lance, incluso en contra del viento.
Y poco tardó en hacer de las suyas, pues capturé esta magnífica aguja, que tardó en sosegarse, después de que un inerte trozo de plástico osara engañarla en su terreno.
Sus constantes golpes contra las rocas hicieron que se rompiera la mandíbula, por lo que se la ofrecí a uno de mis compañeros. No me gusta liberar a un pez con algún tipo de tara grave, y menos si se trata de una captura de talla legal, por lo que esta se destinó al consumo.¿Era posible que unas condiciones malas dieran mejores resultados que unas buenas?
Era el mundo al revés, hasta que el gran océano decidió poner su maquinaria a trabajar.
El mar sembró su superficie con pequeñas olas, que en poco tiempo crecían y se agudizaban, para romper con fuerza contra las rocas.Ahora podía ser que este cambio propiciase alguna captura mayor. Tocaba esmerarse en lanzar a las zonas más prometedoras.
En ese momento sólo me inquietaba la salida del sol, pues en las últimas salidas no había sido un buen compañero de pesca.Las estrellas de mar, que este año son una plaga, añadían una nota de color a las rocas por las que nos movíamos.
Estas son auténticas devoradoras de los mejillones y las lapas que tapizan las rocas de la costa. De hecho me detuve a contemplar el lento avance de estas hacia sus presas.En las zonas donde había más de una, estas parecían pugnar por alcanzar sus presas, pero los mejillones y lapas están firmemente sujetos a la roca, por lo que sólo es cuestión de tiempo que el parsimonioso depredador alcance su meta.
Decidí voltear una estrella y esta sostenía un par de mejillones, mientras deglutía una lapa.
!! Ciertamente voraces ¡¡.Y llegó el momento que casi con total seguridad, propiciaría nuestra salida del pedrero.
El sol se desperezaba sobre la mullida cama de pináceas que servía de cobertura a las montañas circundantes.
Ya se dejaba sentir su calor en nuestras espaldas, cuando decidimos quedar un poco más.Con la marea bastante baja, apareció un pequeño grupo de gente, armados con largas varas.
Estos buscaban al más fabuloso de los cefalópodos del lugar: El pulpo.
Después de un buen rato probando fortuna en una ensenada bastante castigada por las olas, me acerqué a Rubén y este tenía un pulpo de buen tamaño ensartado en su gancho portapeces.
Fue entonces cuando le presté unas tijeras, para que terminase con la agonía del magnífico octópodo, pues no me gusta contemplar un sufrimiento innecesario.

Ya no nos demoramos mucho más antes de partir hacia un bar cercano, para charlar un rato y tomar unas cervezas, ya que el madrugón bien las merecía.

Y así finalizó una jornada que me recordó la simpática ley de Murphy, que dice: "Si algo puede salir mal, saldrá mal".

15 comentarios:

  1. Bueno Jose,al menos has logrado unas cuantas fotos y alguna captura,que aunque no sean de porte te hacen pasar buenos ratos,felicidads por ellas y aseguir intentandolo y esperar que llegue septiembre con mas movimiento,pues unos dias salen muchas peques y otros una o ninguna,es lo que hay en esta epoca.
    Un saludo

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  2. AUPA JOSE

    No te quejes que por lo menos tocas pescado jeje.

    A mi Murphy,me es muy util por que siempre tengo dudas de ¿por qué lado se unta la rebanada de pan tostado?? así que la dejo caer al suelo y salgo de dudas jajaja.

    A seguir disfrutando socio

    SALUDOS CRACK

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  3. Pues si esa es la ley de murphy que me pase muchas veces..
    Pescaste 3 piezas y disfrutaste de una estupenda mañana...también de un ocaso,junto a buenos amigos y un paraje que cuantos quisieran..
    Bolos así son menos bolos..
    S2

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  4. jornada entretenida, sin duda- s2

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  5. Poco tiempo de recuperación entre esas jornadas de pesca, pero la afición puede más el sueño.
    No hubo los resultados que se esperaban y no me extraña, porque el mar estaba especial para el spinning, pero ya se sabe otras veces con el mar el calma se hacen mejores logros.
    que pena de esa aguja que se rompiese la mandebula, aunque hay gente que las pesca y están encantados por les gusta de sabor, pero al que no es mejor devolverlas al agua.
    Un reportaje muy elaborado como en todas tus salidas

    Un saludo Jose y Adrián

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  6. Hola Jose;

    Para los tiempos que corren buenas son esa lubinetas que mantienen la esperanza durante la jornada.

    Enhorabuena y un saludo.

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  7. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  8. Hola Jose. Impresionantes las fotos de la puesta de sol. Para un pescador "terrestre" la pesca desde costa me parece toda una experiencia... eso si, cuando intente pescar una lubina lo haré con la caña de mosca... y la línea del 8... un saludo

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  9. El año pasado fue similar, pero más fructífero Manel.
    Como tú dices, habrá que aguardar por septiembre.
    Saludos

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  10. Si Ander, yo toco pescado y tú triplicas lo que yo toco. Pero claro ... yo no les doy de comer bogavante jejeje.
    Saludos

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  11. La ley de Murphy es muy amiga de la pesca, pues a menudo se cumple.
    Pero claro, nosotros solemos ir cuando las condiciones parecen las mejores y claro ... luego nos venimos bolos.
    Saludos

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  12. Mucho Vitu. Sólo faltaron algunas más grandes jejeje.
    Saludos

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  13. Miguel, cuando el mar es el propicio y luego no tocas escama, la cosa no se lleva muy bien.
    Pero al contrario, la alegría es mayor.
    Saludos

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  14. Pues si pescadicto. Para bolos ya tenemos peces más inteligentes o escasos.
    Saludos

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  15. Pues vente para acá Carlos y verás porqué me demoro tanto en esa disciplina jejeje.
    Saludos

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