domingo, 27 de abril de 2008

La cara y la cruz

(Fotos ampliables)
Ayer sábado me desplacé hasta las altas cumbres de la sierra de O Suído, para pescar el río Xesta.
Un río que había pescado hace años y que me había proporcionado una jornada de pesca inolvidable.Estas cumbres están pobladas por gran cantidad de caballos y vacas. Es por eso que cuando se circula por las sinuosas carreteras hay que extremar las precauciones.Cuando llegué a la orilla del río, me lo encontré tal y como lo recordaba. Los robles y abedules son los amos del entorno, le siguen en porte los acebos. El suelo está tapizado por gran cantidad de arándanos que crecen entre el musgo y la base de los robles.Decidí ir río abajo para terminar la jornada junto al coche. Tras un buen rato me encontré a un pescador que venía de México D.F. y que estaba de vacaciones en Xesta, su pueblo natal. Me comentó que había mucha trucha pequeña, y que ya no era el río de algunos años atrás. Tras una larga conversación y con una temperatura más agradable, me despedí de él, deseándole un buen viaje de vuelta.Al poco de comenzar observé que el río bullía de vida. Culebras, mirlos acuáticos y anuros (ranas y sapos).La mayoría de las truchas que picaban eran de pequeño tamaño, como me había dicho el pescador, pero también visualizaba algunas mayores. En estas aguas las truchas se desarrollan lentamente y no por falta de alimentación, sino porque la mayor parte del año estas aguas son muy bravas pese a que esta zona está a poca distancia del nacimiento del río.Llegada la zona conocida como Los Prados, donde se celebra una importante fiesta, el río es una delicia. Las orillas están tapizadas por una hierba que los animales se encargan que no crezca más que un par de centímetros.Esta tabla, habilitada para el baño, fue uno de los lugares que recordaba con nostalgia. Truchas con una librea que parecía que fuesen pintadas por un virtuoso del lienzo, se situaban pegadas a las orillas. Y fue al final de esta tabla donde comenzaron a salir truchas de mayor porte que las anteriores. Seguramente la quietud de las aguas en esta planicie por la que discurre el río, hacen que las truchas alcancen una talla más interesante.En esta zona donde finalicé la jornada comencé a divisar cebadas de las truchas. Los tricópteros que predominaban en el aire con su vuelo nervioso, terminaban en el agua o en sus inmediaciones y las truchas aprovechaban para hacer acopio de energías.Las bellotas, uno de los manjares para el abundante jabalí, germinan incluso en la arena. Y es que en este ambiente hostil, en el que el calor se hace insoportable en el verano y el frío arrecia en el invierno, la competencia por el espacio invita a que la vida se las ingenie para seguir adelante.

Os anuncio que el jueves 1 de mayo arranca en Galicia la temporada de reo y del salmón, y con ella llega la desveda de muchos y buenísimos ríos.

viernes, 18 de abril de 2008

¿Rafting o Hidrospeed?

(Fotos ampliables)
Después de que vientos de hasta 150Km/h azotaran el municipio donde vivo, arrancando el tejado de un instituto, (noticia) y una intensa lluvia persistiera hasta la tarde, el tiempo dio un descanso para poder acercarme hasta el río.
¿Rafting o Hidrospeed?
Esto fue lo que me pregunté cuando llegué a la orilla del río Oitavén a la altura de Fornelos de Montes. El río bajaba perfecto para practicar cualquiera de estas modalidades. Como la pesca no está considerada deporte de riesgo, decidí andar un poco por la orilla.
Las aguas bajaban turbias y el blanco de la espuma predominaba en las corrientes.


No había nada que hacer, salvo pensar en que mientras no bajen de caudal los ríos más grandes, habrá que contentarse con las cabeceras y otros ríos de menor entidad.Aquí confluye el río Oitavén (por la izquierda) con el río Parada (frente). Si se amplía la foto, en el cauce de este último se observan los vestigios de un capturadero de grandes reproductores que subían del embalse de Eiras. Hoy en día sólo queda esa pasarela, puesto que la jaula fue arrancada por las grandes riadas. Una vez más la naturaleza reclama lo que en su momento fue invadido por el atrevimiento del hombre.

lunes, 14 de abril de 2008

"Llegar y besar el santo"

(Fotos ampliables)
Este domingo pasado me fui hasta el río Barragán, que discurre por un bien conservado bosque atlántico, para observar su caudal y de paso tentar a la suerte en este siempre difícil río. De pasada probaría suerte en una de las colas del embalse de Eiras, en el que desemboca dicho río.En la parte final del embalse entraron varias bogas de buen tamaño y alguna trucha persiguió el pez artificial, pero sin intención de atacarlo.
Justo cuando llegué al río, en la primera corriente y al primer lance salió una trucha que me alegró la tarde, pues parecía que estaban por la labor. Mientras la liberaba me di cuenta que el río bajaba algo tomado. Esta es la situación idónea para pescarlo a cebo.
En la siguiente corriente se produjo una fatalidad, pues una gran trucha atacó el artificial. Con gran violencia saltó fuera del agua una, dos, tres veces, y como suele pasar, a la tercera fue la vencida. Me quedé con una rabia tremenda de no poder inmortalizar el magnífico ejemplar, pero con la jornada todavía en su inicio, proseguí pues los peces estaban activos.Y digo estaban, porque algo ocurría poco después que no se movía nada. Escudriñando la orilla , observé unas pisadas frescas en el barro, que me indicaban que alguien iba delante. Esa circunstancia no me desanimó, pues cuanto más arriba fuese, más claras estarían las aguas y mejor podría localizar a las truchas.Mis sospechas se tornaron realidad, cuando localicé un coche junto al único camino que pasa sobre este curso fluvial. Un pescador había dejado el coche en la parte superior, para luego bajar y pescar río arriba, como hace mucha gente por estos lugares. Entonces decidí volver sobre mis pasos.






























Los hongos y los helechos proliferan en el entorno debido a las recientes lluvias en combinación con los días de sol.
(Si ampliáis la foto del helecho, en la parte inferior, se puede apreciar algo que parece ser la puntera de una bota chota del número 46. Ha sido un lapsus)

Finalmente comentar que, de regreso al coche, me encontré unas flores marchitas junto a la orilla del embalse. Poco después me contaron que el primer día de la temporada, un hombre falleció de un ataque al corazón mientras pescaba.
O sea, que no hay que andar jugándose el tipo para que a uno le llegue una desgracia.
Que en paz descanse.

domingo, 13 de abril de 2008

"Un pez no vale una vida"

(MERECE LA PENA LEERLO)
Como la anterior entrada desembocó en una temática un tanto peliaguda, he decidido abordar este tema: los peligros en la pesca.En los ríos y carreteras gallegas hay muchas cruces en recuerdo de las víctimas de accidentes ocurridos en el lugar.
El río, al igual que la carretera, es un elemento cambiante. Una piedra que era firme cuando tú la pisaste, puede ser ahora inestable. Una rama a la que te has agarrado antes, puede ser ahora más frágil. Un río aparentemente vadeable puede ser una trampa por causa de una minicentral.
Los malos momentos son cosas que no se olvidan y a poco esfuerzo mental que haga, me vienen varias situaciones a la mente.El río Mandeo, (Manus dei - Mano de Dios) se tiene cobrado muchas víctimas. Piedras resbaladizas, grandes pozos, fuertes corrientes, minicentrales, etc son cosas que se ven, pero hay otras que no.
Noticia 1 (una tragedia) y noticia 2 (una tragedia mayor)

En el verano del 2007, pescando en el río Masma, un compañero nuestro se enganchó un pié en un lazo para jabalí, con la consecuente caída. Pudo terminar inconsciente con la cabeza en el río o sobre una roca.
En una ocasión pescando en el río Oitavén con mi amigo Luis, nos encontramos un bello río con un entorno hostil.Tremendas alturas con pasos incómodos ...... y zonas en las que el equipo resultaba molesto, pues había que utilizar las dos manos.

He visto a gente que se adentra peligrosamente en un pozo para intentar desenganchar una mosca o un aparejo, recuperar una cucharilla o una rapala. Sin ir más lejos, yo también lo he hecho. Pero la naturaleza nos dotó de inteligencia, y se puede usar una rama para intentar alcanzar esos euros que penden del árbol. En muchos casos lo más inteligente es desistir, pues nos puede salir más caro el infructuoso "rescate" que lo que allí se queda.Y hay muchas otras situaciones que he vivido: Casi me quedo sin aire al tragarme unos mosquitos, por evitar a un ánade hembra con sus pollos, casi me quedo KO comprobando una rama que al final se partió y me golpeó fuertemente la cabeza, casi no saco el pie de entre dos rocas en las que había metido mi pie, perros sin correa, abejas, ...

A un compañero casi le cae encima el cubo de un helicóptero antiincendios mientras pescaba en un embalse, otro se fue río abajo por la fuerza de la corriente con las botas llenas de agua, ...

Seguro que cada uno de vosotros tiene otras muchas historias que contar, pero de todas ellas se extrae un mismo pensamiento:

NO HAY UN PEZ QUE VALGA UNA VIDA


lunes, 7 de abril de 2008

Odisea en el Oitavén

(Fotos ampliables)
El domingo conocí un tramo del río Oitavén que podría calificar de dificultad extrema.
Me desplacé hasta el pueblo de Liñares para pescar en una zona que había conocido de pasada en una ocasión.El pueblo de Liñares es conocido por la bellísima catarata que tiene en su entorno además de la ruta de senderismo PRG-24 que muestra al caminante los encantos de la zona. Ya que estaba allí yo también quise mirar la catarata y allá me fui con el vadeador puesto a caminar un trozo de la senda para poder admirarla. Aunque el calor era insoportable la buena señalización del lugar me decía que el lugar estaba cerca.Aunque aquí se aprecia la catarata, he de decir que todavía tiene unos metros más de caída y además, comentaros que la catarata dispone de una cantidad mínima de agua ya que se ha levantado en la parte superior, un canal de derivación para una de las dos minicentrales que se han construido en el Oitavén. Una vez observado el valle me di cuenta que esa zona no debía estar muy pescada pues la altura entre el camino en el que me encontraba y el río era de más de 100 metros con una pendiente descomunal. Entonces caminé por la senda hacia abajo para localizar un punto de entrada al río. Cuando por fin encontré un pequeño pasillo que debía ser utilizado por zorros o jabalíes comencé el descenso muy cauteloso. Al cabo de un rato me dí cuenta que la maleza era demasiado tupida para seguir avanzando. Entonces di media vuelta y comencé una ascensión no exenta de muchísimas dificultades. El corazón latía con fuerza por el calor y el esfuerzo, las piernas se resentían ante la pendiente y los clavos de las botas no hacían su cometido sobre las capas de helechos secos.Un último vistazo al valle, y volví sobre mis pasos para encontrar un punto en el que poder comenzar a pescar.
Al segundo lance que hice sentí una picada, y tras una breve lucha logré sacar esta pintona de dorada librea. Al siguiente lance no logré clavar un ejemplar algo mayor, pero todavía quedaba mucho río por delante.Las picadas se iban sucediendo, al igual que las tablas y chorreras, las cuales me hacían sacar la cámara a cada rato para inmortalizar esos momentos.En esta tabla y gracias al vadeador, logré recuperar un aparejo de moscas que estaba enredado en la rama de un roble, lo que me indicó que ya habían estado pescando por la zona.Llegado a este punto, al Oitavén se le incorpora el río Xesta (que espero pescar en breve), que es un río que discurre por un gran bosque de robles en el que se organiza la fiesta de los prados, cuyo nombre le viene dado por una capilla situada en ese lugar. A orillas del río Xesta hay otra ruta de senderismo. La PRG 25.
Finalmente me encontré a este pescador de cebo natural delante de mí. Me acerqué para hablar con él y tras una breve charla decidí que fuese el quién continuase río arriba pues yo ya estaba satisfecho.
Cuando estaba cambiándome junto al coche, un anciano me comentó que por debajo de la catarata se aventura algún pescador lugareño y que se sacan ejemplares muy grandes.
Como tengo ganas de aventurarme por esa zona, esperaré a que el caudal baje un poco para intentarlo de nuevo.

sábado, 5 de abril de 2008

Pescando en los dominios del lobo

(Fotos ampliables)
En vista de que el otro día encontré el río Parada un tanto alto, me decidí a pescarlo unos kilómetros más arriba, donde ya no recibe agua de otro afluente, el río de Couñago (como mi apellido). Aunque aquí discurría con algo menos de caudal, todavía era mucha agua la que bajaba, y la fuerza de esta me puso en más de un aprieto.Cuando comencé a pescar el sol de justicia invitaba a mojarse la gorra y a estar metido en el agua la mayor parte del tiempo. Aunque divisé algunos pescadores, no me desanimé y fui peinando tablas y corrientes.
El río Parada es un río en el que hace falta una buena forma física. El lecho y los márgenes son de granito, que ha sido pulimentado por las piedras que bajan con las riadas. No hace falta decir que hay que andar con mucho cuidado pues los márgenes son muy resbaladizos.
Los inmensos pozos junto con las orillas impracticables, hacen obligadas las salidas del río para bordearlo a través del monte, siguiendo las sendas de las vacas y los caballos que pastan por estas sierras.Hay lugares en los que las grandes piedras y las paredes de roca te obligan a caminar a lo "Matrix", pero es aquí donde hay que llegar si queremos tentar a las truchas menos resabiadas.Pero una vez aquí, comenzaron a surgir las truchas de los grandes pozos para tomar el engaño. Y en dos lances certeros salieron sendas truchas. Con una efectividad del 100%, me animé a seguir río arriba.

Cuando llegué a una cascada, tuve que subir por la pared de roca, para acceder a la parte superior. A partir de aquí todo fue un poco más fácil.La espectacularidad de esta zona unida a su tranquilidad hacen de este entorno una zona escogida por los bañistas en los meses de verano.Desde la última captura hasta que la jornada tocó a su fin, fueron muchas las picadas, pero la bravura de las truchas le aseguran el porvenir ya que con sus cabriolas y huidas suelen conseguir la libertad.
Un último vistazo antes de emprender el camino de vuelta que previamente había visto en una vista aérea a través de la página del SIGPAC, cuyo enlace está en el apartado de cartografía.
El título de esta entrada va referida a esta zona, por ser uno de los lugares por los que el lobo campa a sus anchas. Los esqueletos de vacas, caballos y ovejas son parte del paisaje. En invierno, si la comida escasea, este cánido puede visitar pueblos situados mucho más abajo como ocurrió el invierno pasado después de los incendios.

jueves, 3 de abril de 2008

Al segundo intento

Ayer decidí ir por fin en busca de las primeras truchas de la temporada. Sabía que me iba a encontrar con los ríos altos. Elegí la parte libre del río Parada, para tentar a las primeras pintonas.
Tras una difícil bajada hacia el río por fin pude observar que el caudal todavía era alto.La jornada me cogió desprevenido porque al segundo lance clavé la primera de la temporada.
Antes de proseguir por el Parada, probé en esta primera poza del río Ventín, cuya desembocadura en el primero marca el límite superior del coto de Eiras.
Tras la clavada fallida de un gran ejemplar, llegué a una poza donde saqué 4 seguidas.
Esta jornada me sirvió para estrenar este trípode que se agarra a todo, y al mismo tiempo, comprobar que mi móvil saca unas fotos bárbaras. (Ampliad la foto)