Desde hace años había oído hablar de las bondades de este río, pero nunca me había acercado a pescarlo.
El Tamuxe es el último río que aporta sus aguas al padre Miño, antes de que este muera en el mar. Y hace unos días tocó por fin acercarse hasta sus orillas. Lo único que jugaba en nuestra contra fue el hecho de que la temporada había comenzado mes y medio atrás, por lo que ya se le habían quitado muchas truchas. Sin embargo, nuestra intención era meramente exploradora.Y nada más llegar caminamos a lo largo de una orilla, escrutando con la vista cada corriente y pozo. Pudimos observar algunas bogas, pero también truchas de tamaño medio.
El tramo elegido estaba enclavado en la parte baja del río. Nos fuimos a la búsqueda de un lugar en el que comenzar a pescar y así fue como llegamos a este bello paraje.
Observé unas grandes siluetas e instantáneamente me di cuenta de que eran mújoles, pues el agua hacía el recorrido a la inversa por acción de la marea.
Ya que estábamos cerca de la desembocadura, nos fuimos un poco más arriba, y así llegamos a un buen lugar en el que comenzar.El caudal en invierno debe ser muy abundante, pues varios de sus meandros están reconstruidos con rocas y troncos. El concienzudo estaquillado a base de sauces, proporcionará una mayor solidez en el futuro.Bajando con cuidado por los troncos, nos metimos en el agua. En los primeros lances, Antonio enganchó su señuelo en una rama, por lo que me tocó probar suerte en el mismo lugar.
Y con un lance preciso salió la primera de la tarde. La librea era similar a la de otras truchas que habitan en la parte baja de otros ríos.A continuación había un pozo en el que se miraban bastantes truchas, pero eran muy reacias a picar, si bien alguna atacó nuestros señuelos.
Vadeando con cautela avanzamos río arriba y entre las ramas de un árbol caído tuve nuevas picadas.Algo que me llamó la atención del río, fue que se alternaban pozos profundos y zonas con corrientes de escasa profundidad. Nada fácil para pescar, pero esto no nos desanimó.En las zonas de grava fina observé algunos nidos de lamprea. Y es que este es el primer río que se encuentran las lampreas que remontan por el Miño. Sin duda, ya es un punto a favor del río, pues este es un bien cada vez más escaso.Otro enganche de mi compañero propició que sacase otra trucha, bajo las ramas de un aliso, al comienzo de un nuevo pozo. Este no se podía vadear, así que tocó salir del río para caminar un rato.
Desde las altas orillas, se veía con total nitidez la persecución que las truchas hacían tras nuestros señuelos, pero la clavada desde esta posición era otro cantar.En sus orillas me encontré con eucaliptos de gran diámetro y altura, por lo que deduje que aquí también deben de llevar tiempo plantados.
Las orillas eran bastante fáciles de andar, por lo pensé que será un destino privilegiado para los pescadores con ciertos problemas de movilidad o edad avanzada.Al final del pozo, Antonio pudo capturar una trucha que no paraba de mostrarnos su bravura. Supongo que este cauce no ha conocido nunca lo que es una repoblación, pues pude comprobar que las truchas eran muy astutas y bravas.Por fin volvimos a ver la luz del sol, después de un buen rato bajo la exuberante vegetación de las orillas.
Las cebadas eran constantes y a un ritmo contínuo, por lo que había que sopesar la opción de montar el aparejo de mosca ahogada.
Sin embargo Antonio logró hacerse con otra truchilla, que no dudó en atacar la cucharilla. (Me ha quedado un pareado jejeje)
Como queríamos explorar un tramo de río mayor, seguimos pescando con la cucharilla, pues con este señuelo se puede prospectar una masa de agua mayor en menos tiempo.
Ahora nos topamos con varios pozos de cierta entidad y alguno de ellos imposible de vadear.Desde las orillas íbamos realizando lances en las zonas más prometedoras, pero sin resultados.
Al final de la tabla se percibía nuevamente la luz solar, por lo que podíamos encontrarnos con otras truchas comiendo en superficie.Y así fue. Decidimos utilizar la mosca ahogada para cubrir el trecho final.
Le expliqué como realizar un buen aparejo de moscas, ya que la buena realización de los nudos escogidos nos proporcionarán fiabilidad y menos enredos.
Nos encontramos con truchas cebándose nuevamente, pero ninguna sucumbió al engaño.
Y así llegamos hasta un antiquísimo puente hecho con losas de piedra, en el que decidimos poner punto y final a la jornada.De camino al coche pasamos junto a los campos en los que se recolecta un auténtico manjar de esta zona (además del vino): Los mirabeles.
Para los que queráis saber un poco más de este exquisito producto: Mirabel, el sol de Rosal.
Es una pena que la producción en fresco esté limitada al entorno de esta zona, pues he de decir que consumirlo en fresco es una delicia para el paladar.
El tramo elegido estaba enclavado en la parte baja del río. Nos fuimos a la búsqueda de un lugar en el que comenzar a pescar y así fue como llegamos a este bello paraje.
Observé unas grandes siluetas e instantáneamente me di cuenta de que eran mújoles, pues el agua hacía el recorrido a la inversa por acción de la marea.
Ya que estábamos cerca de la desembocadura, nos fuimos un poco más arriba, y así llegamos a un buen lugar en el que comenzar.El caudal en invierno debe ser muy abundante, pues varios de sus meandros están reconstruidos con rocas y troncos. El concienzudo estaquillado a base de sauces, proporcionará una mayor solidez en el futuro.Bajando con cuidado por los troncos, nos metimos en el agua. En los primeros lances, Antonio enganchó su señuelo en una rama, por lo que me tocó probar suerte en el mismo lugar.
Y con un lance preciso salió la primera de la tarde. La librea era similar a la de otras truchas que habitan en la parte baja de otros ríos.A continuación había un pozo en el que se miraban bastantes truchas, pero eran muy reacias a picar, si bien alguna atacó nuestros señuelos.
Vadeando con cautela avanzamos río arriba y entre las ramas de un árbol caído tuve nuevas picadas.Algo que me llamó la atención del río, fue que se alternaban pozos profundos y zonas con corrientes de escasa profundidad. Nada fácil para pescar, pero esto no nos desanimó.En las zonas de grava fina observé algunos nidos de lamprea. Y es que este es el primer río que se encuentran las lampreas que remontan por el Miño. Sin duda, ya es un punto a favor del río, pues este es un bien cada vez más escaso.Otro enganche de mi compañero propició que sacase otra trucha, bajo las ramas de un aliso, al comienzo de un nuevo pozo. Este no se podía vadear, así que tocó salir del río para caminar un rato.
Desde las altas orillas, se veía con total nitidez la persecución que las truchas hacían tras nuestros señuelos, pero la clavada desde esta posición era otro cantar.En sus orillas me encontré con eucaliptos de gran diámetro y altura, por lo que deduje que aquí también deben de llevar tiempo plantados.
Las orillas eran bastante fáciles de andar, por lo pensé que será un destino privilegiado para los pescadores con ciertos problemas de movilidad o edad avanzada.Al final del pozo, Antonio pudo capturar una trucha que no paraba de mostrarnos su bravura. Supongo que este cauce no ha conocido nunca lo que es una repoblación, pues pude comprobar que las truchas eran muy astutas y bravas.Por fin volvimos a ver la luz del sol, después de un buen rato bajo la exuberante vegetación de las orillas.
Las cebadas eran constantes y a un ritmo contínuo, por lo que había que sopesar la opción de montar el aparejo de mosca ahogada.
Sin embargo Antonio logró hacerse con otra truchilla, que no dudó en atacar la cucharilla. (Me ha quedado un pareado jejeje)
Como queríamos explorar un tramo de río mayor, seguimos pescando con la cucharilla, pues con este señuelo se puede prospectar una masa de agua mayor en menos tiempo.
Ahora nos topamos con varios pozos de cierta entidad y alguno de ellos imposible de vadear.Desde las orillas íbamos realizando lances en las zonas más prometedoras, pero sin resultados.
Al final de la tabla se percibía nuevamente la luz solar, por lo que podíamos encontrarnos con otras truchas comiendo en superficie.Y así fue. Decidimos utilizar la mosca ahogada para cubrir el trecho final.
Le expliqué como realizar un buen aparejo de moscas, ya que la buena realización de los nudos escogidos nos proporcionarán fiabilidad y menos enredos.
Nos encontramos con truchas cebándose nuevamente, pero ninguna sucumbió al engaño.
Y así llegamos hasta un antiquísimo puente hecho con losas de piedra, en el que decidimos poner punto y final a la jornada.De camino al coche pasamos junto a los campos en los que se recolecta un auténtico manjar de esta zona (además del vino): Los mirabeles.
Para los que queráis saber un poco más de este exquisito producto: Mirabel, el sol de Rosal.
Es una pena que la producción en fresco esté limitada al entorno de esta zona, pues he de decir que consumirlo en fresco es una delicia para el paladar.
Un gran relato Jose como siempre y una entrada con bonitas capturas y grandes paisajes de los ríos gallego.
ResponderEliminarSaludos
Que zona más bonita y que relato..
ResponderEliminarNo anduve muy lejos hace un año,A Guarda pilla cerca,no?Vaya costa tiene esa bendita tierra..
S2
Guapo lugar de aguas calmosas, parece.
ResponderEliminarLa casa que está al lado del rio, ¿era un antiguo, muiño do trigo, restaurado?
Tengo un mirabel al lado de casa, me lo regalaron hace dos años y este año ya proporcionó algunos frutos , son pequeños, lo he bautizado con el nombre "amarelo carabuñeiro".
Saludos José.
Muchas gracias Álvaro.
ResponderEliminarCuando quieras puedes hacernos una visita y vamos de pesca.
Saludos
Recuerdo el día que bajaste, porque yo tenía que trabajar y no os pude acompañar.
ResponderEliminarOtra vez será.
La Guardia está cerca de donde pescaste con Juan y compañía.
Saludos
Pues sí Julio. Es un molino de los que se usaba en la molienda del maíz y otros cereales. Está reconvertido en chiringuito.
ResponderEliminarYo también tengo un mirabel, pero no sé su lugar de procedencia. Eso sí ... no lo bauticé jejeje
Saludos
Ese río con máis auga ten que estar guapísimo, aver se chovera e se animaran a subir os reos!
ResponderEliminarDos mirabeles non tiña nin idea, a ver se os podo probar algún día, pero cadra algo lonxe...
Saúdos
Se chove, que o faga pronto, que despois toca ir a outros ríos.
ResponderEliminarOs mirabeles pódelos consumir en conserva.
Saúdos
José; mirando un poco el historial de tus salidas de pesca, fue inevitable no leer el relato de “El último Miño” vos sabes lo importante que es ese nombre para mí.
ResponderEliminarHermosa nota como siempre.
Te mando un beso desde Argentina!
Fer...
Espero visitar el Miño antes de que finalice la temporada.
ResponderEliminarLa oferta es tan amplia, que no da tiempo a todo.
Un fuerte abrazo Fer.