Ayer tocó acercarse hasta el río Tea, a probar suerte en uno de sus cotos.
Antonio y yo llegamos al río bastante temprano, con un frío bastante atípico para estas fechas, pero coincidió que era el 10 de junio o el dichoso 40 de mayo del dicho.
"Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo"
¡¡¡Vaya si había acertado!!!El agua estaba arropada por una etérea capa de niebla y su visión ya provocaba un escalofrío.
No lo íbamos a pasar muy bien mientras Helios no se elevara en el horizonte.
La zona no permitía el vadeo por lo que tuvimos que salir del cauce y aventurarnos por la orilla.
Fuera del agua el frío era aún mayor, por lo que buscamos apresuradamente una entrada al río.Vadeando por el río nos encontramos a menudo con zonas blandas, en las que materia en descomposición, provocaba la liberación de gases. Le comenté a mi compañero si tenía un mechero para realizar un experimento, pero no se pudo llevar a cabo.
Supusimos que el gas desprendido sería metano, pero no sé yo si fue mejor que no hubiéramos llevado ese mechero jejeje Tuvimos que ir saliendo y entrando en el río intermitentemente, pues no todas las zonas eran vadeables.
Cada salida se convertía en un suplicio para mí, pues el frío combinado con la humedad, hacían un tándem muy molesto.Esta zona me había dado buenos resultados hace años, pero en esta ocasión los peces no estaban por la labor.
Tuve que avanzar un buen trecho, antes de volver al río, mientras Antonio pescaba metros más abajo.Encontré esta boga muerta entre la vegetación del río. Al principio pensé que algo grave debió ocurrirle, pues los ciprínidos son peces bastante resistentes. Con en el pez en la mano pude comprobar que los hábitos vampíricos de la antiquísima lamprea, habían dado muerte al pez, después de despojarlo de buena parte de su sangre.
Salimos del río nuevamente y nos encontramos con la guardería. Estos nos pidieron los pertinentes cotos y las licencias de pesca.
Les pregunté por la situación del salmón en el río y uno de ellos me dijo que la colmatación de algunos pozos a causa de la arena, le está poniendo las cosas difíciles al salmón. Sin embargo están haciendo sueltas en diferentes partes del río, para ayudar al salmón en estos momentos difíciles.
Nos despedimos de ellos a la vez que los primeros rayos de sol comenzaban a a abrirse paso entre el ramaje de los árboles.En una rasera salió la primera trucha de la jornada y poco después la segunda.
A pesar del tamaño eran muy vigorosas, pues aquí reciben una alimentación rica en macroinvertebrados e insectos terrestres.
De hecho, durante un breve momento, las truchas se cebaron en superficie con gran frenesí.Fuimos avanzando río arriba, sin mucha fortuna en cuanto a capturas.
Era una situación un tanto extraña, pero había que aguardar a llegar a una zona más despejada.Mientras vadeaba por el río, observé un nido de lamprea en el lecho del río. Aquí todavía se encuentra uno de los últimos reductos, en el que la lamprea se perpetúa año tras año.Tenía muchas esperanzas puestas en este pozo, pero lo único que conseguí sacar fue un aparejo de moscas ahogadas de la rama de un aliso.
Sólo pude aprovechar la boya, pues las moscas estaban muy deterioradas.La sorpresa me llegó en esta tabla, en la que realicé un lance bajo las ramas.
Tras mi señuelo se acercó un reo, pero no dispuse de oportunidad alguna para clavarlo, pues no persiguió el engaño con ganas de atacarlo.Salvando una pequeña presa, dotada de escala salmonera, accedimos a una parte que no había pescado nunca.
Las truchas aquí mostraban más interés por los señuelos y Antonio engañó a un ejemplar jóven.
La única pega es que no disponíamos de espacio suficiente para hacer trabajar los engaños con garantías, si bien los peces atacaban de todas maneras.Con afán de exploradores llegamos a un lugar muy especial. La visión de este era un gozo para los sentidos. Parecía que la naturaleza se había tomado mucho tiempo para crear algo así.
Las aguas estaban calmas y algunas truchas saltaban totalmente fuera del agua para comer.
Alisos, fresnos, sauces y robles crecían sin orden pero en armonía, mientras en una de las orillas medraban las espadañas.
Observé a una tórtola común que se posaba en una rama junto al agua y acto seguido apareció una corneja perseguida por una oropéndola. Quizás el ave de dorados colores no quisiera tener cerca a la corneja de funesta vestimenta.
Antonio y yo coincidíamos en que pescar con mosca seca aquí nos daría más posibilidades de éxito, aunque pescar en ese sitio ya sería todo un lujo. Como la jornada ya tenía que ir acabando, aproveché para mostrarle a mi compañero algunos señuelos que llevaba en mis cajas.
Estos mancillaban la quietud de las aguas, pero con ello le enseñaba a Antonio el potencial de alguno de ellos.Durante el trayecto hacia el coche, caminamos en paralelo a un canal. En él se contaban bastantes truchas y estas parecían muy tranquilas, pues la pesca está prohibida en estos canales.
El canal conducía el agua a unas instalaciones en las que se mantienen a los salmones antes de su transporte.Con el sol en lo alto pudimos ver a las truchas y a las bogas coexistiendo en las misma aguas y disfrutando de este entorno espectacular.
La jornada no fue nada afortunada, pero el descubrimiento de nuevas zonas hará que volvamos a intentarlo en este coto.
"Hasta el cuarenta de mayo, no te quites el sayo"
¡¡¡Vaya si había acertado!!!El agua estaba arropada por una etérea capa de niebla y su visión ya provocaba un escalofrío.
No lo íbamos a pasar muy bien mientras Helios no se elevara en el horizonte.
La zona no permitía el vadeo por lo que tuvimos que salir del cauce y aventurarnos por la orilla.
Fuera del agua el frío era aún mayor, por lo que buscamos apresuradamente una entrada al río.Vadeando por el río nos encontramos a menudo con zonas blandas, en las que materia en descomposición, provocaba la liberación de gases. Le comenté a mi compañero si tenía un mechero para realizar un experimento, pero no se pudo llevar a cabo.
Supusimos que el gas desprendido sería metano, pero no sé yo si fue mejor que no hubiéramos llevado ese mechero jejeje Tuvimos que ir saliendo y entrando en el río intermitentemente, pues no todas las zonas eran vadeables.
Cada salida se convertía en un suplicio para mí, pues el frío combinado con la humedad, hacían un tándem muy molesto.Esta zona me había dado buenos resultados hace años, pero en esta ocasión los peces no estaban por la labor.
Tuve que avanzar un buen trecho, antes de volver al río, mientras Antonio pescaba metros más abajo.Encontré esta boga muerta entre la vegetación del río. Al principio pensé que algo grave debió ocurrirle, pues los ciprínidos son peces bastante resistentes. Con en el pez en la mano pude comprobar que los hábitos vampíricos de la antiquísima lamprea, habían dado muerte al pez, después de despojarlo de buena parte de su sangre.
Salimos del río nuevamente y nos encontramos con la guardería. Estos nos pidieron los pertinentes cotos y las licencias de pesca.
Les pregunté por la situación del salmón en el río y uno de ellos me dijo que la colmatación de algunos pozos a causa de la arena, le está poniendo las cosas difíciles al salmón. Sin embargo están haciendo sueltas en diferentes partes del río, para ayudar al salmón en estos momentos difíciles.
Nos despedimos de ellos a la vez que los primeros rayos de sol comenzaban a a abrirse paso entre el ramaje de los árboles.En una rasera salió la primera trucha de la jornada y poco después la segunda.
A pesar del tamaño eran muy vigorosas, pues aquí reciben una alimentación rica en macroinvertebrados e insectos terrestres.
De hecho, durante un breve momento, las truchas se cebaron en superficie con gran frenesí.Fuimos avanzando río arriba, sin mucha fortuna en cuanto a capturas.
Era una situación un tanto extraña, pero había que aguardar a llegar a una zona más despejada.Mientras vadeaba por el río, observé un nido de lamprea en el lecho del río. Aquí todavía se encuentra uno de los últimos reductos, en el que la lamprea se perpetúa año tras año.Tenía muchas esperanzas puestas en este pozo, pero lo único que conseguí sacar fue un aparejo de moscas ahogadas de la rama de un aliso.
Sólo pude aprovechar la boya, pues las moscas estaban muy deterioradas.La sorpresa me llegó en esta tabla, en la que realicé un lance bajo las ramas.
Tras mi señuelo se acercó un reo, pero no dispuse de oportunidad alguna para clavarlo, pues no persiguió el engaño con ganas de atacarlo.Salvando una pequeña presa, dotada de escala salmonera, accedimos a una parte que no había pescado nunca.
Las truchas aquí mostraban más interés por los señuelos y Antonio engañó a un ejemplar jóven.
La única pega es que no disponíamos de espacio suficiente para hacer trabajar los engaños con garantías, si bien los peces atacaban de todas maneras.Con afán de exploradores llegamos a un lugar muy especial. La visión de este era un gozo para los sentidos. Parecía que la naturaleza se había tomado mucho tiempo para crear algo así.
Las aguas estaban calmas y algunas truchas saltaban totalmente fuera del agua para comer.
Alisos, fresnos, sauces y robles crecían sin orden pero en armonía, mientras en una de las orillas medraban las espadañas.
Observé a una tórtola común que se posaba en una rama junto al agua y acto seguido apareció una corneja perseguida por una oropéndola. Quizás el ave de dorados colores no quisiera tener cerca a la corneja de funesta vestimenta.
Antonio y yo coincidíamos en que pescar con mosca seca aquí nos daría más posibilidades de éxito, aunque pescar en ese sitio ya sería todo un lujo. Como la jornada ya tenía que ir acabando, aproveché para mostrarle a mi compañero algunos señuelos que llevaba en mis cajas.
Estos mancillaban la quietud de las aguas, pero con ello le enseñaba a Antonio el potencial de alguno de ellos.Durante el trayecto hacia el coche, caminamos en paralelo a un canal. En él se contaban bastantes truchas y estas parecían muy tranquilas, pues la pesca está prohibida en estos canales.
El canal conducía el agua a unas instalaciones en las que se mantienen a los salmones antes de su transporte.Con el sol en lo alto pudimos ver a las truchas y a las bogas coexistiendo en las misma aguas y disfrutando de este entorno espectacular.
La jornada no fue nada afortunada, pero el descubrimiento de nuevas zonas hará que volvamos a intentarlo en este coto.
Que buena pinta tiene el Río, aunque no debe ser facil pescarlo con tanto parado, pero seguro que alberga unos buenos reos y peces. Al ver el anterior reportaje que posteaste tengo ganas de ir por un arroyo pequeño en busca de truchillas, a ver si este finde puedo acercarme. Saludos Jose.
ResponderEliminarUna vez más nos deleitas con uno de los paraisos que tenéis por aquellas tierras. Parece un río de bastante entidad, al menos ese tramo, en el que los vadeos deben de ser complicados. Lástima que no llevaras la mosca para esa tabla en la que se cebaban...
ResponderEliminarPor cierto, estando la lamprea tan amenazada, ¿no vedan las zonas de freza para evitar pisar sus nidos?
Saludos y gracias por mostrarnos estos lugares
Has dado en el clavo Pablo. El río tiene buenos peces, pero muchoas tablas profundase interminables en su curso. Ese es su gran inconveniente.
ResponderEliminarLos ribereños hacen buenas pescatas con cebo natural a floreo, pero esta modalidad no me permite conocer tanto río. Pescándolo a spinning puedo conocer algo más.
Saludos Pablo.
Este río tiene tramos para todas las modalidades y sin duda que este es muy bueno para la mosca seca.
ResponderEliminarSon escasas las personas que vadeamos el río y los que lo hacemos, podemos identificar fácilmente los nidos. Además, cuando las lampreas realizan su puesta, los ríos suelen bajar con demasiada corriente y caudal para permitir el vadeo.
Saludos Miguel.
Nunca pesquei ese río pero parece moi interesante. Teño oido historias de ver auténticos cachalotes alí, e algún que outro salmón... Haberá que insistirlle!
ResponderEliminarSaúdos
O río é unha pasada. Moi bonito e con moito potencial. A mágoa é que só os que son ribereños, saben sacarlle partido.
ResponderEliminarSe algún día te decides a baixar ... avisa.
Saúdos