lunes, 4 de junio de 2012

Un escenario muy técnico

Galicia cuenta con multitud de ríos y arroyos a lo largo y ancho de su geografía, pero son algunos de los segundos, los que suelen estar poco pescados, ya sea por su dificultad para llevar a cabo dicha tarea o porque no tienen una buena población piscícola.
En este caso Antonio y yo, nos desplazamos a un pequeño arroyo del que conocíamos apenas unos metros.
Esta vez íbamos con buenas referencias, pero el tramo lo elegiríamos en función de nuestra experiencia.
Para comenzar a pescar tuvimos que caminar un buen trecho a través del bosque, ya que algunas zonas de los márgenes estaban impracticables.
Finalmente entramos en el arroyo junto a un puente, ya que fue el único lugar cómodo en el que podíamos acceder con facilidad. Zarzas, saúcos y abedules se entrelazaban justo sobre la superficie del agua, lo que haría de vadear, toda una odisea.
 Afortunadamente aparecieron zonas más despejadas en las que fueron saliendo las primeras truchas.
Estas fueron de escaso porte, pero en las pozas más profundas podíamos ver otras mayores que no parecían mostrar interés por nuestras cucharillas.
Llegamos a una pequeña presa de hormigón y entonces pude ver algo espectacular ... varias truchas intentaban remontar el chorro de agua a base de formidables saltos.
Estuvimos un rato observando dicho fenómeno, pues es algo que no se mira todos los días.
Yo me mantuve fiel y pesqué con una pequeña cucharilla Panther Martin, mientras que mi compañero alternó alguna EDU, Koala y SAR.
Salieron alguna truchas de bella librea mientras seguíamos vadeando por el arroyo.
 Tras muchos minutos pescando, llegamos a un pozo demasiado profundo y tuvimos que dar marcha atrás para salir del arroyo.
Lo malo es que para volver al cauce, tendríamos que avanzar un buen trecho sin poder pescar.
Con cautela fuimos abriendo camino entre la tupida vegetación de ribera.
En una zona despejada, pude colocar la cucharilla a gran distancia, después de sondear las zonas próximas. El ataque de una trucha mayor a las anteriores me causó un gran sobresalto, ya que no me la esperaba en una zona tan somera.
 Era una trucha de bella librea que posó para la foto y acto seguido recobró su libertad.
Poco después capturé una algo más pequeña, pero en este caso no hubo foto.
Por un momento tuvimos algo más de actividad.
Entonces volvieron las zonas de maleza y hubo que echar mano de la máxima precisión, para poder sortear los distintos obstáculos.
Antonio con el lance de ballesta y yo con el de péndulo, fuimos ejecutando los últimos lances de la jornada.
Nuestras espaldas estaban resentidas, ya que en gran parte del trayecto teníamos que caminar agachados.
Mientras estiraba mi espalda, alcé la vista al cielo y me maravillé con la sombra de un anciano fresno.
Lo cierto es que pescar todo el rato amparados por la densa cobertura vegetal fue un alivio, ya que el día fue bastante caluroso.
De vuelta a casa paramos para hidratarnos y comer algo, y así dar por concluida una jornada más tras las truchas.

4 comentarios:

  1. Bonito paraje..No hubo muchas capturas pero el solo hecho de pasear por esos lares merece la pena..
    S2

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    1. La zona mereció la pena, aún con los pinchazos en los brazos.
      A buen seguro que volveremos, ya que truchas había a montones, pero pescarlas era otro cantar.
      Saludos

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  2. Jose no debió ser nada fácil lanzar en esa selva jeje,menos mal que eres un crack y algunos sitio si estaban despejados.Bonita trucha.Saludos y buena pesca.

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    1. Lo cierto es que no, pero si somos capaces de pescar en estos lugares, cualquier otro más despejado, nos parecerá facilísimo.
      Saludos

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