martes, 7 de mayo de 2013

Barbos gitanos 1: El reencuentro

Alguno me va a decir que en la anterior entrada hice alusión a los lugares que uno tiene cerca de casa. Pero claro, si el pescador quiere pescar una especie que no tiene en los alrededores, pues entonces no le quedará más remedio que buscarla lo más cerca posible.

A finales del mes de abril, me preparé para hacer un viaje de pesca. Por delante tenía 846 km de carreteras y autovías, hasta llegar a Constantina, donde establecería mi campamento base.
A las 6:15 am, con todo lo necesario para esta aventura de pesca, encendí el coche y puse rumbo a mi destino.
La orografía variaba a lo largo del trayecto: las cumbres y valles daban paso a llanuras interminables, estas a cumbres nevadas y luego a nuevas planicies de horizonte incierto. La flora y la fauna hacían lo propio: robles y pinos, daban paso a retamas y cereales, estas a bastas extensiones de encinas o alcornoques y la vid también tenía su espacio, apareciendo intercalada entre olivares. Las cigüeñas estáticas en sus nidos, contrastaban con los milanos que planeaban sobre las carreteras. Las golondrinas y jilgueros en los pueblos, eran sustituidos por los estorninos en el campo ... de esta manera, observando el entorno, el viaje se hizo más llevadero.

Con tan sólo dos paradas para comer o beber algo, y dos más para soltar "lastre", logré hacer el recorrido en 9 horas. A tiempo para comer con mi uno de mis anfitriones.
Tras una breve espera, llegó José Antonio y después del saludo de rigor, nos dispusimos a comer.
No apuramos la comida, pues el viaje había sido largo, pero cuando propuso ir a un río cercano, no me lo pensé dos veces.
Hicimos un alto en casa de José Antonio y este me presentó a su familia. Después nos detuvimos una vez más, para a continuación poner rumbo a la zona elegida.
De camino a la comunidad extremeña, fuimos comentando distintos temas, aunque los de la pesca eran los que más nos interesaban a ambos.
Al llegar al lugar elegido, un escalofrío recorrió mi cuerpo. El poder contemplar el río, hizo que rememorase las jornadas que había vivido dos años atrás (1, 2, 3). Mientras me enfundaba en el vadeador, mi mente hacía un repaso fugaz de todo lo que debía tener en cuenta.
Y es que me iba a enfrentar a un pez tan bravo como los toros de lidia que se mueven por algunas fincas circundantes. Con el equipo montado, lo único que se interponía entre ese pez y yo, era una alambrada de espino que estaba a punto de cruzar.
Mi compañero me dejó a mi aire.
La brisa de la tarde acariciaba las hojas y ramas de encinas y alcornoques. El manto verdoso del entorno, salpicado de diversos colores florales, brillaba bajo un sol reluciente. Las aguas cristalinas emitían un murmullo delicado que sonaba a coro con las aves que permanecían espectantes a mis movimientos.
Era la hora de la verdad. Empuño la caña con firmeza y efectúo los primeros lances.
La mosca va mancillando la quietud del agua, pero esta se estabiliza ... sólo por un instante ... una boca adornada con dorados barbillones atraviesa la superficie y toma el engaño ... se hace el silencio y la pupila se dilata para no perder detalle, al tiempo que el pulso se acelera y el cerebro envía la orden de clavar.
El carrete cambia la banda sonora del momento y comienza a girar velozmente.
!!Ya está¡¡
El pez trata de romper el bajo contra las rocas del fondo, para acto seguido buscar cobijo bajo las ovas floridas.
La caña resiste la flexión a la que se ve sometida y por fin tengo a mi alcance al primer pez.
Ahora siento el tacto de las escamas de oro y bronce ... lo contemplo ... le doy las gracias por brindarme este momento y dejo que se escurra entre los dedos para recobrar su merecida libertad.
La espera de este momento ha sido larga, pero ha merecido la pena.
Tras incorporarme, pienso que ya estoy listo para seguir, aunque sé que no debo subestimar a mis próximos adversarios.
Un poco más adelante, se repite el ritual. Una estela de limo en suspensión se queda atrás ante la velocidad a la que se mueve este pez una vez ha picado.
!!Qué sensación¡¡
La euforia da paso a la angustia y esta al júbilo. Y en medio de estas, diversos sentimientos difíciles de relatar. Creo que sólo se puede conocer esta sensación si se pesca uno.
Cada pez es diferente y único, cada lance distinto, pero las sensaciones son las mismas.
La pesca de este pez es como un hechizo, pues cuando uno prueba la pócima que se genera durante la contienda, queda a merced de un estado de hipnosis transitoria.
Con los pies en la tierra nuevamente, retomo la actividad.
Olvido revisar el bajo después de una sufrida pelea, por lo que tengo la primera rotura de la jornada. Y es que este avezado ser, insiste en rozar repetidas veces el bajo contra cualquier elemento que se encuentre a su alcance.
Repongo el bajo y prosigo con la pesca, lamentándome de la pérdida.
José Antonio observa en la distancia como disfruto del momento.
¿Quién diría que varias horas antes estaba partiendo desde Galicia? Y casi sin parar, llego, como y a pescar.
Quizás padezca una sintomatología especial dentro de esta "enfermedad" que es la pesca.
Tal vez el diagnóstico revele que padezco "Barbosis aguda" y por fortuna para mí, no hay cura.
Echo la vista atrás y contemplo el buen hacer del que ya es todo un maestro en el arte de lidiar con estos miuras del río.
La contienda nunca es fácil cuando nos referimos al barbo gitano. Un ejemplar joven puede tener una potencia descomunal. Y los grandes ejemplares son maestros en el arte de domar el acero de los anzuelos.
Una grada llena de lavandas presiden una tabla en la que todo se refleja con nitidez.
Los muros de piedra permanecen impasibles y no se pronuncian sobre lo que acontece en el agua.
Tan sólo advierten una línea que arrastra una mosca hacia un objetivo que se mantiene bajo el agua.
La explosión en la superficie del agua anuncia un nuevo combate.
En este caso, el vencedor es el visitante que se había movido con cautela por la orilla.
Otra vez siento la perfección sobre mi mano.
!!Gracias, ... gracias de nuevo!!

Mi compañero me anuncia que Pepe y Kike han llegado. Toca caminar por la orilla en el sentido en el que discurren las aguas.
Una piedra traicionera me aguardaba entre la hierba, con tan mala suerte que me tuerzo el tobillo. Se produce un dolor corto pero intenso. Me levanto con dificultad y prosigo el camino, sin embargo el dolor no se disipa.
Mientras desciendo, aprovecho para hacer algún lance.
Entonces llega Kike al lugar. A pesar de intercambiar unas palabras en la distancia, tiene que esperar un rato a que me acerque a saludarlo como manda el protocolo, pues este será un saludo emotivo.
Un poco más abajo me reuno con Pepe, que es todo un veterano en la pesca del barbo gitano.
Su caja de moscas contiene todo lo necesario para afrontar cualquier situación de pesca, si bien hay que tener en cuenta que el pez tendrá la última palabra.
A pesar del viaje y de todo lo vivido durante la tarde, no había tiempo para el cansancio, si bien era recomendable irse a cenar para recuperar fuerzas.
El dolor en el tobillo no había desaparecido, pero no me preocupaba en exceso.
Tras la cena, nos fuimos para casa. Kike que ejercía de anfitrión, abrió una botella de crema de orujo, que había traído de mi tierra.
El caso es que la charla se prolongó y el dulce néctar de la botella se fue acomodando en nuestros estómagos.
Era el momento de acostarse y pensar en lo que sería la segunda jornada de pesca.

CONTINUARÁ ...

20 comentarios:

  1. A ti lo de saltar vallas para pescar...te pone cachondo!!!...je,je...a mi tambien!!!

    Saludos.

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  2. Fabuloso relato Jose, y buenas sensaciones tras ese largo viaje. Bonita recompensa....y lastima la piedra traicionera esa.
    Espero al siguiente capítulo que esto se pone emocionannte! jeje
    Saludos

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    1. La piedra fue una prueba a mi locura barberil, porque el dolor no me impidió seguir.

      Saludos

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  3. Muy buen relato, transmitiendo sensaciones que es lo importante, pero le veo un fallo, qué poco me gustan los ¨continuará¨, deberían estar prohibidos.

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    1. Los continuará no le gustan a nadie, aunque sea en un episodio repetido del equipo A jejeje.

      Saludos

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  4. Espectacular relato Jose...ya estoy deseando ver la segunda parte...

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    1. Creo que las siguientes te gustarán, pero los vídeos serán lo mejor de todo.

      Saludos

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  5. Jornada de pesca muy bonita, además muy bien contada, se nota claramente la pasión que sientes por la afición. Cuidado con la barbosis aguda jejeje
    Espero que ese tobillo no enturbie el resto de jornadas que contarás más adelante.

    Un saludo.

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    1. Es que el barbo gitano es especial en muchos aspectos.
      El desenlace del tobillo lo sabrás en breve.

      Saludos

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  6. Aqui esta la entrada que queria verrrrrrr!!

    El gallego pescando Gitanos. Se que lo pasastes genial, y es que este pez que mucha gente lo tiene como un segundo no sabe lo que dice. Jejeje.
    Mala suerte lo del tobillo, pero qu estaras mejor!

    Las fotos son preciosas!!

    Espero las entradas siguientes con ansia

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    1. No saben lo que dicen para nada. Cuando miren los vídeos se darán cuenta del error.

      Saludos

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  7. Maricooooon.........tenias razón,se me pondrían los dientes largos...

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    1. Sin descalificaciones por favor jejeje. Pues espera a ver los vídeos, que vas a rayar el suelo jajaja.

      Saludos

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  8. Sencillo, contundente, emotivo. Precioso¡¡¡ Ahora bien, como no me avises con tiempo en tu próxima visita te corto las pelo..s.

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    1. Serán LOS pelo..s. Pero si el pelo ya lo llevaba bien cortito jejeje. No se puede dar una sorpresa macho. No te preocupes, la próxima me jugaré las pelo..s jejeje. Que no, que no. Que te aviso.

      Saludos para tí y para Carmen.

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  9. Muy bien narrada esa 1ª parte. Para nosotros fué un placer tenerte de compañero de pesca. Lastima que no se te vea la cara cuando pillastes el primero ya que lo decia todo.
    Esperamos ansiosos las siguientes entregas

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    1. El placer siempre será imensamente mayor en mi caso, porque en todo momento me encuentro como uno más de la familia.

      Un millón de gracias y espero que os guste la siguiente entrega.

      Saludos

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  10. Que crack narrando Jose,los brbos tiran mucho,no se como será pescarlos a mosca pero con boya ya te digo,empiezo con la segunda parte,

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    1. A mosca es una verdadera pasada. Eso sí, hay que hacerlo de manera respetuosa, pues así se conservará este tesoro tan valioso.

      Saludos

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